Luego de cuatro años de gobierno en los que sufrió un enorme desgaste político, Alexis Tsipras, líder del partido de la Coalición de la Izquierda Radical, conocido por el acrónimo Syriza, está a punto de dejar el gobierno de Grecia, algo que se confirmará luego de las elecciones legislativas de mañana.

Todas las encuestas divulgadas antes del comienzo de la veda electoral señalan que el partido conservador Nueva Democracia se adjudicará el triunfo. Varias encuestadoras sugieren incluso que esta organización política podría obtener la mayoría absoluta, lo que significaría un cambio drástico para un país gobernado por coaliciones frágiles durante la última década, en la que Grecia enfrentó una brutal crisis económica.

Nueva Democracia, partido liderado por Kyriakos Mitsotakis, fue la fuerza política más votada del país en las elecciones para el Parlamento Europeo del 26 de mayo, hecho que llevó a Tsipras a anticipar la convocatoria a las parlamentarias. Los griegos votarán tres meses antes de lo que estaba previsto.

Mitsotakis, de 51 años, se formó en las universidades estadounidenses de Harvard y Standford y ocupó altos cargos en importantes entidades financieras. Además, es el continuador de una de las dinastías políticas más influyentes de la política griega moderna: es hijo de Konstantinos Mitsotakis, quien fue primer ministro entre 1990 y 1993, y hermano de Dora Bakoyani, una figura destacada dentro de Nueva Democracia, que fue ministra de Cultura y de Relaciones Exteriores. A pesar de que pertenecer a este linaje le ha valido acusaciones de privilegios y nepotismo, y de que integra un partido conservador que hasta hace no mucho tiempo fue asociado con el amiguismo y las políticas corruptas –los principales factores a los que se achacaron los problemas financieros que hundieron al país–, a Mitsotakis se le ha acreditado la rehabilitación de su organización política. El dirigente ha logrado captar el apoyo de buena parte de la ciudadanía griega basándose en un discurso centrado básicamente en el reperfilamiento de la conducción económica del país, con promesas de reducir los impuestos, atraer la inversión extranjera y crear puestos de trabajo.

“El poder no es la meta, es sólo una herramienta para mejorar la vida de los ciudadanos”, afirmó Mitsotakis en su discurso de cierre de campaña, en la noche del jueves.

Citado por el diario inglés The Guardian, el analista político griego Aris Hatzis dijo que lo que está sucediendo en su país “es una victoria personal para un líder reformista liberal”. Agregó que “en muchos sentidos Nueva Democracia es un partido desacreditado, responsable de los problemas que llevaron a Grecia a exigir programas de rescate”, pero que de todas maneras ha logrado ser la primera fuerza del país por el carisma de Mitsotakis, “que se ha convertido en un orador mucho mejor, mucho más relajado, mucho más seguro”.

Aun con las consecuencias vivas de la brutal crisis económica y financiera que asoló Grecia a partir de 2009 y que dejó al país a merced de un doloroso acuerdo con la troika –el triunvirato formado por la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo–, que impuso severas condiciones para el rescate económico, los griegos están a punto de darle la espalda a los izquierdistas de Syriza y a su líder Tsipras. Ellos llegaron al gobierno en 2015 con la promesa de levantar las medidas de austeridad impuestas por la troika, pero en los hechos terminaron, aunque a regañadientes, aceptando dar todos y cada uno de los pasos que se le dictaban desde Bruselas.

El inminente acceso de los liberales conservadores de Nueva Democracia al gobierno es visto con gran regocijo por parte de los mercados, deseosos de que un gobierno proclive al empresariado vuelva al poder. De hecho, y como reacción positiva al triunfo de Nueva Democracia en las elecciones europeas de mayo, los costos de los préstamos en el país alcanzaron mínimos históricos desde esos comicios, que marcaron el comienzo de fin para Syriza.

De acuerdo con los últimos datos oficiales, la economía griega está creciendo, aunque a un ritmo lento –1,4% en 2017, 1,9% en 2018–, pero las consecuencias sociales de la crisis aún son tangibles en el día a día de muchos griegos. Según un informe publicado esta semana por el diario español El Mundo, la iglesia ortodoxa griega da de comer todos los días a 20.000 personas, a los jubilados les redujeron las pensiones 23 veces en los últimos ocho años y las personas sin techo se cuadruplicaron. A su vez, la renta media apenas supera los 600 euros mensuales, los salarios y las pensiones se recortaron 40%, los impuestos subieron a niveles estratosféricos y la clase media se empobreció masivamente –el índice de desempleo llega a 18%, y casi a 40% entre los jóvenes–.

Para configurar un panorama aún más oscuro, muchos sectores económicos estratégicos del país quedaron en manos extranjeras después de la crisis, los servicios públicos de salud sufrieron grandes recortes, un tercio de los griegos no tiene cobertura médica y 35% vive por debajo de la línea de pobreza.

La clase media, la que más padeció la crisis, y sobre todo los jóvenes son los grandes sectores que se presume que cimentarán el triunfo electoral de Nueva Democracia. El dato reciente de las elecciones europeas de mayo indica que el partido de Mitsotakis fue el más votado por los griegos de entre 17 y 24 años. En estos comicios, Nueva Democracia obtuvo 33% de los votos, diez puntos porcentuales más que Syriza. En tercer lugar, con apenas 7% de apoyo, se ubicó una coalición de partidos socialistas liderados por el Movimiento Socialista Panhelénico, el Pasok, el histórico partido que estuvo al frente del Ejecutivo griego durante 40 años. Esta organización política pagó carísimo el precio de la crisis, tuvo duros reveses en las elecciones de 2015 y prácticamente desapareció del mapa político. Para las elecciones de mañana se estima que esta formación sacará un porcentaje de votos muy similar al que obtuvo en las elecciones europeas.

Algo más abajo quedarán los neonazis de Amanecer Dorado, que en mayo tuvieron 4.88% de los votos, y más atrás aun quedará el partido del ex ministro de Economía Yanis Varoufakis, que en las elecciones europeas apenas reunió 3% de los sufragios.