Después de una larga espera en una de las muchas filas compuestas exclusivamente por mujeres, abro mi cartera para que la muchacha con una sonrisa en el rostro y una linternita en la mano la revise cuidadosamente. “Ah, querida, aquí no se permite entrar con celulares, podés bajar para guardarlo en nuestros casilleros”, dice, señalando una escalera con la linterna. Una hora y dos filas después –tuvimos que pasar también por un detector de metales– estamos dentro del gigantesco Templo de Salomón, en San Pablo, la sede mundial de la Iglesia Universal del Reino de Dios, para asistir a la que sería la Reunión de Autoayuda, un encuentro trimestral que da orientaciones exclusivas para las mujeres.
Después de que una de las trabajadoras vestidas con túnicas abre las puertas, veo a lo lejos el altar con un arca dorada con ángeles inmensos y cuatro pantallas –dos del tamaño de pantallas de cine– que exhiben un video del obispo Edir Macedo, fundador y líder de la iglesia, de rodillas y rezando fervorosamente. El templo está a media luz, apenas iluminado por las 12 réplicas de menorás de cinco metros de altura y 300 kilos de peso cada una, acopladas a las paredes. Cuando todas las mujeres se acomodan, el video es detenido, las 10.000 lámparas de LED instaladas en el techo de la nave principal se encienden y Macedo aparece en persona para comandar la noche.
En la Iglesia Universal, sólo los hombres pueden ser pastores y obispos. El Templo de Salomón tiene capacidad para 10.000 personas sentadas. Aquella noche, todos los asientos estaban ocupados por mujeres y había muchas de pie.
Según el Censo de 2010, las mujeres son la mayoría de la población evangélica de Brasil, con 55,57% de un total de más de 42,3 millones de personas. Entre las distintas congregaciones, la Iglesia Universal del Reino de Dios, una de las mayores organizaciones religiosas del país, es la que tiene mayor proporción de mujeres, con poco más de 59% de sus fieles. También es una de las iglesias que apoyaron la elección de Bolsonaro a la presidencia; el Partido Republicano Brasileño, dirigido por el obispo de la Iglesia Universal en uso de licencia, Marcos Pereira, es uno de los aliados del gobierno.
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Desde el nombramiento de la pastora Damares Alves como titular del Ministerio de la Mujer, de la Familia y de los Derechos Humanos, un equipo de reporteras de Agência Pública asistió a congresos y conferencias dirigidas a mujeres evangélicas (los relatos aparecen a lo largo de este reportaje) y escuchó historias de mujeres que frecuentan las iglesias, que las frecuentaron, y de pastoras de las más variadas congregaciones para intentar entender hasta qué punto las convicciones religiosas de Alves –ministra en un Estado constitucionalmente laico– dirigen su actuación al frente del ministerio.
El obispo Macedo abre la conferencia exhibiendo en las pantallas una foto de Facebook de una pareja. “Vean cómo ellos están felices, cómo él exhibe a su mujer, orgulloso”, dice. Enseguida surge en la pantalla un video filmado con un celular que muestra a un hombre que entra en un auto en llamas, luego reducido a un cuerpo carbonizado. “Ese hombre, que entró en el auto en llamas, es aquel de la foto. Él descubrió a su esposa con otro hombre. Perdió las ganas de vivir. Y aquí te pregunto: ¿y su alma?”.
El sermón continúa, diciendo a las mujeres que una palabra es capaz de matar un matrimonio; que ellas no pueden ser tan ansiosas –“la ansiedad es un espíritu de Satanás”, afirma el obispo– y que, si queremos a un príncipe encantado, tenemos que pedirle al rey [Jesús] porque, si somos ansiosas, el Diablo va a mandar a su príncipe y nos atrapará.
Macedo dice también que las mujeres necesitan casarse con hombres superiores en cultura y condiciones financieras, porque el marido es el que debe proveer. “Si fueras la proveedora, tu matrimonio estaría destinado al fracaso”. El hombre debe ser la cabeza de la pareja y la mujer, el cuerpo. “Mi esposa sustituye a mi madre, cuida de mí y yo le doy lo bueno y lo mejor. En el matrimonio, el hombre es Jesús y la mujer es la iglesia”. Después de algunos pedidos de diezmos –con un recordatorio del lujo del lugar: “¿Ustedes están cómodas? Pues esto tiene un costo de más de cinco millones de reales por mes”–, y de la venta de la Biblia comentada y de otros accesorios, vendría la frase que marcaría la noche. El obispo llama al frente a las mujeres que quieran recibir la oración y les dice: “Usted, que sufrió abuso en la infancia: Jesús perdona su culpa”.
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Godllywood
La Reunión de Autoayuda es parte de un programa de la Iglesia Universal dirigido a las mujeres, llamado Godllywood, creado por la hija de Macedo, Cristiane Cardoso, en 2010. Cristiane es también autora de un blog, de varios libros que definen qué es ser una mujer virtuosa y, en compañía de su marido, el obispo Renato Cardoso, lidera programas de televisión con nombres en inglés que enseñan a parejas heterosexuales a tener éxito en su relación.
Según la explicación del sitio oficial, “Godllywood nació de una revuelta ante los valores equivocados que nuestra sociedad ha adquirido a través de Hollywood. En este trabajo, nuestro principal objetivo es el de llevar a las jóvenes a convertirse en mujeres ejemplares y contrarias a las influencias e imposiciones hollywoodenses”.
Funciona más o menos como una mezcla de grupo de gincana, en la que las mujeres y jóvenes, divididas por franjas etarias, tienen que cumplir tareas diarias, semanales y mensuales que van desde no comer carbohidratos a hacerse las uñas, peinados, cuidar de la casa y preparar cenas para el marido. Quien no cumpla las reglas es apartada del grupo, que tiene incluso cursos específicos para mujeres en situación de violencia.