El estrecho de Ormuz está situado entre Irán, Omán y Emiratos Árabes Unidos, y separa el golfo Pérsico del golfo de Omán. Más allá de estos detalles geográficos, su importancia radica en que es uno de los principales chokepoints ‒que suele traducirse como “cuello de botella‒ comerciales y geoestratégicos del mundo, lo que le confiere un gran valor a escala regional y global.
Por Ormuz transitan alrededor de 30% de los barriles de petróleo que se comercian diariamente en el mundo por mar. En cifras absolutas significa que por este embudo se mueven cada día 14,6 millones de barriles de crudo, 1,4 de petróleo ya refinado y casi 60 millones de toneladas de gas natural licuado. Es, por delante del de Malaca, el estrecho por el que más hidrocarburos se mueven cada día en el planeta.
Todo este trasiego de petróleo y gas natural tiene un motivo: alrededor de ese estrecho se sitúan varios de los principales productores de petróleo del mundo, y en total los países con aguas en esta zona bombean cerca de un tercio de los barriles que se producen en el mundo. Como es evidente, todos esos hidrocarburos tienen que ser exportados por algún sitio, y la salida natural del golfo Pérsico es, precisamente, el estrecho de Ormuz.
Conscientes de la importancia de este paso para la seguridad energética mundial, distintos países han utilizado su cierre ‒o amenazado con ello‒ como medida de presión en favor de sus intereses geopolíticos. Durante la guerra entre Irán e Irak (1980-1988), ambos países dedicaron grandes esfuerzos a atacar los petroleros del contrario que transitaban tanto por el estrecho como por el golfo Pérsico en un intento por desestabilizar las finanzas del rival, muy dependientes del petróleo en ambos contendientes. Tal fue la gravedad de esta escalada ‒que ponía en serio riesgo las rutas de hidrocarburos‒, que Estados Unidos acabó escoltando petroleros en la zona y accedió a que barcos kuwaitíes navegasen con la enseña estadounidense como forma de protección.
En tiempos más recientes la zona del estrecho de Ormuz sigue siendo un foco de tensión importante. Junto con el golfo Pérsico y la costa circundante, es un punto de choque frecuente entre las grandes potencias de la zona, Arabia Saudita e Irán. Estados Unidos también está presente en esta disputa, ya que tiene amplios intereses geopolíticos en la región, desde el propio flujo de hidrocarburos hasta una base naval en Baréin, sede de la Quinta Flota. Sin embargo, los movimientos navales estadounidenses en la zona siempre son precavidos: Irán ha desarrollado una doctrina naval defensiva con un amplio número de lanchas torpederas y lanzamisiles que podrían causar amplios daños a una flota de grandes embarcaciones en un lugar tan angosto como Ormuz.
Por todo ello, el estrecho de Ormuz es uno de los puntos clave de la geopolítica mundial y de la región de Oriente Próximo, además de un chokepoint de enorme valor estratégico en el comercio mundial de hidrocarburos.
Esta nota fue publicada originalmente en El Orden Mundial el 25 de junio de 2019