El candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Joe Biden, encabezaba ayer las proyecciones de escrutinio en Pensilvania, Nevada, Arizona y Georgia, cuatro de los estados en que faltaba conocer el resultado de la votación del martes. Quedaba así a un paso de ganar estas elecciones, y Kamala Harris, su compañera de fórmula, se encaminaba a convertirse en la primera mujer vicepresidenta de ese país.
A Biden le bastaba una victoria en Pensilvania para conseguir los 270 votos en el Colegio Electoral, de 538 miembros, que se necesitan para ganar las elecciones presidenciales. Anoche algunos medios estadounidenses como The New York Times sumaban 253 votos para el candidato demócrata, y otros ya le atribuían también los 11 de Arizona, con los que llegaba a 264.
En total, los cuatro estados clave que estaban en duda y en los que Biden aparecía primero en las proyecciones suman 53 delegados en el Colegio Electoral. A su vez, Trump reunía 214 votos en ese órgano, y lideraba el escrutinio en Alaska y Carolina del Norte, que suman 18 delegados. Ni siquiera si finalmente ganara en Nevada, Arizona y Georgia le alcanzarían los votos.
Sin embargo, Trump seguía sin reconocer una victoria de Biden. En la noche de las elecciones, con el recuento mucho menos avanzado, el presidente se declaró ganador, insistió en que hubo fraude, anunció que recurriría a la vía legal para disputar los resultados y pidió que se detuviera el recuento.
Biden, en cambio, llamó a contar cada voto y a esperar. Lo mismo pedían en las calles de varias ciudades sus partidarios. Pero los manifestantes a favor del presidente protestaban contra el supuesto fraude del cual hasta ayer Trump no presentó pruebas.
“Seguiremos este proceso a través de cada aspecto de la ley para garantizar que el pueblo estadounidense tenga confianza en nuestro gobierno. Nunca dejaré de luchar por ustedes y por nuestra nación”, dijo ayer Trump. Su equipo de campaña inició acciones legales en varios estados para tratar de revertir la situación. Pidió un recuento de votos en Wisconsin porque la diferencia era muy ajustada; denunció irregularidades en Nevada, aunque no presentó evidencia; y algo similar hizo en Georgia, donde la Justicia rechazó sus pedidos por falta de pruebas.
En Pensilvania, la campaña de Trump intenta que se anule un fallo que permite contabilizar los votos que se emitieron el día de las elecciones, el martes, aunque llegaran después de esa fecha. El miércoles el Servicio Postal de Estados Unidos procesó 150.000 votos. Como las leyes electorales varían de un estado a otro, en algunos serán contados como válidos, entre ellos Nevada, Pensilvania y Carolina del Norte, y en otros, como Georgia y Arizona, no se contabilizarán.
Según las encuestas, el voto por correo, denostado por Trump, favorece a Biden. En estas elecciones el voto anticipado batió récords y superó los 100 millones. Casi 36 millones de personas emitieron su voto de manera presencial y casi 65 millones lo hicieron por correo, según el US Elections Project, de la Universidad de Florida.
Se preveía que el voto anticipado creciera debido al temor al contagio de covid-19, pero también creció porque la participación fue la más alta en 100 años. De acuerdo con The Washington Post, fue de 65,7%, un porcentaje que no se registraba desde 1908.
Esto hizo posible también otro récord: Biden se convirtió en el candidato a la presidencia que sumó más votos en la historia de Estados Unidos, incluso antes de que finalice el recuento. El anterior, Barack Obama, que recibió 69,5 millones de votos en 2008, fue superado ahora no sólo por Biden, con 74 millones, sino también por Trump, con 69,9 millones.
Sin aceptar los resultados
Pese al cargo que ocupa, Trump mantuvo en estas elecciones la misma posición que en las de 2016, en las que se presentaba como alguien ajeno al establishment político y aseguraba que el sistema estaba en su contra. Incluso en uno de los debates que mantuvo con Biden, se negó a asumir el compromiso de aceptar los resultados y reiteró que el voto por correo hacía posible un fraude.
La noche de la jornada electoral anunció desde la Casa Blanca: “Iremos a la Corte Suprema. Queremos que pare todo el proceso de votación”. La posibilidad de que se llegara a esta situación fue uno de los motivos por los que recibió tantas críticas la decisión de Trump y del Partido Republicano de incorporar a ese tribunal una nueva jueza, Amy Coney Barrett, designada por el presidente, días antes de las elecciones. La mayoría conservadora que se aseguró Trump en la Corte Suprema podía incidir en su propia reelección.
El jueves el presidente dio una declaración en la que insistió en acusaciones generales de fraude. “Si cuentan los votos legales, yo gano fácilmente, pero si cuentan los votos ilegales, nos pueden robar las elecciones”, afirmó. “Es un sistema corrupto y hace que la gente se corrompa, incluso la que no es corrupta en su naturaleza”, continuó el presidente, y advirtió: “Están tratando de arreglar las elecciones y no podemos dejar que eso ocurra”.
En su declaración, mencionó como una supuesta irregularidad que se cuenten aquellos votos que fueron entregados el día de las elecciones, pero con matasellos de una fecha anterior. Sin embargo, eso está dentro de lo permitido en las normas electorales de algunos estados, como Pensilvania.
Varios medios estadounidenses optaron por interrumpir la transmisión en vivo de su discurso para aclarar que lo que estaba diciendo Trump no era cierto. “Estamos de nuevo en la posición inusual no sólo de interrumpir al presidente de Estados Unidos, sino de corregir al presidente de Estados Unidos”, dijo el presentador de la cadena MSNBC, Brian Williams.
Con frecuencia, cuando ocurre algo semejante, o cuando las redes sociales censuran información falsa emitida por el presidente, sus partidarios aumentan su convicción de que existe censura y una conspiración en su contra. También el jueves hubo reacciones de este tipo.
Más temprano, los partidarios de Trump también manifestaron su indignación cuando Facebook cerró el grupo llamado Stop the Steal (paren el robo). Entre los motivos de su decisión, la empresa manifestó: “El grupo se organizaba sobre la deslegitimación del proceso electoral, y vimos llamamientos preocupantes a la violencia por parte de algunos de sus miembros”. Con expresiones de campaña militar, llamaban a actuar para “proteger la integridad del voto”.
Según informó la agencia Reuters, unos 200 partidarios de Trump, varios de ellos armados, se congregaron afuera de una oficina electoral en Phoenix, porque circularon rumores de que no se estaban contabilizando los votos, y en Detroit, algunas decenas de personas intentaron irrumpir en el local donde se llevaba adelante el escrutinio en respuesta a rumores de fraude.
El jueves dos personas armadas fueron detenidas cerca del Centro de Convenciones de Filadelfia, sede del recuento de votos de esa ciudad. Poco antes, la prensa local informó que la Policía estaba investigando un supuesto plan para atacar ese centro.
Visto desde afuera
La situación en Estados Unidos generó felicitaciones, muestras de preocupación y también burlas. El primer ministro esloveno, Janez Jansa, le creyó a Trump el día de la elección. “Cuanto más retrasos y negación de los hechos” existan de parte de los medios de comunicación, “mayor será el triunfo final del presidente”, dijo. En su opinión, “está bastante claro que el pueblo estadounidense eligió a Donald Trump y a Mike Pence por otros cuatro años”. Su mensaje en Twitter fue publicado con una aclaración en que la red social advertía que el recuento de votos todavía estaba en marcha y no había todavía un presidente electo. Pero su caso fue una excepción.
La organización Human Rights Watch manifestó que “los autócratas podrían estar perfectamente felices de socavar la democracia en los Estados Unidos dando la bienvenida a una declaración prematura de la victoria”, pero “los líderes que se preocupan por la democracia deberían prestar atención a lo que quieren los votantes de acuerdo a lo que determinan las reglas electorales, en lugar de lo que dicen los candidatos”.
“Es fácil ser un ganador, pero a veces es muy difícil ser un perdedor”, dijo el ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Heiko Maas, según citó la agencia Efe, el ministro agregó que lo que “sucede en Estados Unidos no se corresponde totalmente con la cultura democrática” de ese país. De esa cultura descreyó el vocero de la Duma rusa, Vyacheslav Volodin. De acuerdo con The Guardian, Volodin manifestó: “Dicen que deberían ser vistos como un estándar para la democracia. No creo que ese sea el estándar”. En su opinión, lo que estaba pasando era “un show, no se lo puede llamar de otra manera”.
En un mensaje difundido por Irán y reproducido por diversos medios, la máxima autoridad de ese país, el ayatolá Alí Jamenei, manifestó: “¡Es una situación digna de ver! Dice que son las elecciones más fraudulentas de la historia de Estados Unidos. ¿Quién? ¡El propio presidente que está en el cargo ahora!”.
“Si hay fraude, Donald Trump debe acudir a Luis Almagro”, dijo Evo Morales en entrevista con la cadena rusa RT. “La derecha, cuando pierde, acusa de fraude”, afirmó. También el Grupo de Puebla, integrado por decenas de políticos de América Latina y España, se preguntó: “¿Dónde estará el secretario general de la OEA [Organización de Estados Americanos], Luis Almagro?”, y agregó que “hace un año legitimó un golpe en Bolivia por resultados de votos tardíos”.
Cuando Trump tuiteó “Paren el conteo”, la activista Greta Thunberg se burló de él con las mismas palabras que el presidente estadounidense le dedicó a ella tiempo atrás: “Muy ridículo. Donald tiene que trabajar en su problema de manejo de la ira, y después ir a ver una buena película clásica con un amigo. ¡Calma, Donald! ¡Calma!”.
Otras voces políticas se mostraron más alarmadas. La ministra de Defensa de Alemania, Annegret Kramp-Karrenbauer, dijo que esta situación “muy volátil” es algo que “debe preocuparnos”.
Uno de los más visibles rivales políticos de Trump, el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, dijo que las declaraciones de Trump podrían impulsar a la gente “a llevar a cabo acciones negativas”. Otro alcalde, Jim Kenney, de Filadelfia, repudió las acusaciones sin pruebas y dijo que “lo que tiene que hacer el presidente” es “actuar como un adulto y reconocer que perdió. Y tiene que felicitar al ganador”. En Nueva York, una manifestación contra Trump sumó a las consignas contra el racismo y la violencia policial otra que decía: “Debería darte vergüenza, el mundo te está observando”.
Para la jefa de campaña de Biden, Jen O’Malley Dillon, la declaración de Trump para intentar “detener el recuento de votos debidamente emitidos fue indignante, sin precedentes e incorrecta”. Afirmó que es un “intento flagrante de quitar los derechos democráticos a ciudadanos estadounidenses”. También la legisladora demócrata ‒y recién reelecta‒ Alexandria Ocasio-Cortez, afirmó que “la declaración de victoria prematura” de Trump “es ilegítima, peligrosa y autoritaria”.
Bancas repartidas
Las elecciones del martes dejaron también un nuevo Congreso. El Partido Demócrata mantiene la mayoría en la Cámara de Representantes y el Republicano en la de Senadores, según las proyecciones de votación de los medios estadounidenses. De acuerdo con Associated Press, los demócratas perdieron cuatro bancas de diputados, pero ya tienen aseguradas 212, mientras que los republicanos ganaron cinco y llegan a 194. Todavía quedan 29 escaños por asignar en esa cámara, y otros cuatro en el Senado. Allí los republicanos perdieron una banca y suman en total 48, y los demócratas, que ganaron una, suman 46. Otros dos escaños fueron para candidatos que se presentaron por fuera de esos dos partidos, y los otros cuatro todavía están en juego.