La conmoción generada en la ciudad de Minneapolis por el asesinato de George Floyd, un hombre negro de 46 años, a manos de un policía blanco, puso en primera plana una vez más el racismo arraigado en la sociedad estadounidense y generó manifestaciones masivas en esta ciudad situada en el estado de Minnesota, en el norte del país.
Luego de tres noches seguidas de protestas en reclamo de justicia, que estuvieron acompañadas de saqueos y destrozos en muchos sectores de la ciudad, el alcalde de Minneapolis, el demócrata Jacob Frey, anunció ayer un toque de queda nocturno para el fin de semana, y así intentar calmar la situación.
El responsable de matar a Floyd, Derek Chauvin, de 44 años, fue arrestado por las autoridades estatales y acusado de homicidio involuntario, según informaron medios estadounidenses. El ahora ex policía –que tenía 18 quejas anteriores presentadas en su contra por diferentes situaciones, la mayor parte de ellas referidas a maltratos– fue filmado en la noche del lunes cuando detuvo a Floyd, a quien se acusaba de tener dinero falso. Según se puede ver, Chauvin le presionó el cuello con la rodilla a Floyd hasta que este dejó de respirar. La ola de indignación en Minneapolis y en su ciudad vecina, la capital estatal Saint Paul, fue tremenda y muchos ciudadanos salieron a la calle a protestar.
El caso tomó notoriedad nacional y así fue que intervino el presidente Donald Trump, que en primera instancia condenó la brutal acción policial, pero después, tras quejarse de los serios incidentes causados en Minneapolis por los manifestantes, la emprendió contra el alcalde de la ciudad. Calificó a Jacob Fray como “un izquierdista radical” en un mensaje en Twitter. Luego, dijo que la Guardia Nacional estaba pronta para actuar y aseguró que “cuando empiecen los saqueos, empezarán los disparos”. Twitter, empresa que está enfrascada en una disputa con el mandatario (ver recuadro), decidió ocultar este tuit, alegando “glorificación de la violencia”, aunque el mensaje permanece accesible debido “a su interés público”.
La situación en Minneapolis también fue comentada por el precandidato demócrata a la presidencia, Joe Biden, cuyas apariciones públicas en estos tiempos de pandemia han sido por demás esporádicas. El ex vicepresidente, de 77 años, dijo ayer que la “herida abierta” del racismo sistémico que existe en el país estaba detrás de este nuevo asesinato de una persona negra por parte de un policía blanco.
El demócrata también aludió, sin mencionarlo, al presidente Trump por el tuit en que hizo apología de la violencia. En una corta intervención, difundida por la televisión estadounidense, Biden dijo: “Somos un país con una herida abierta. Ninguno de nosotros puede darle la espalda a esto”. El dirigente, que tiene una fuerte base de apoyo en el electorado afroestadounidense, dijo además que en las últimas horas había hablado con familiares de Floyd. “No hay tiempo para tuits incendiarios. No hay tiempo para incitar a la violencia. Este es el momento para un liderazgo real”, concluyó.
A propósito de la brutalidad policial contra la población negra en Estados Unidos, en 2019 expertos de la Universidad Rutgers, ubicada en el estado de Nueva Jersey, realizaron un estudio en el que concluyeron que los negros corren un riesgo 2,5 veces mayor que los blancos de morir a manos de la Policía.
Frank Edwards, el principal autor de la investigación, publicada el año pasado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, dijo al presentar su trabajo y el de su equipo que la tasa de mortalidad más alta para los hombres negros se ubica entre las edades de 25 y 29 años, cuando el uso de fuerza policial se convierte en una de las causas principales de muertes, detrás de los accidentes –incluidas sobredosis de drogas y otras muertes accidentales–, el suicidio, otros homicidios, la enfermedad cardíaca y el cáncer. De acuerdo a la investigación, los hombres negros tienen una probabilidad en 1.000 de morir a manos de la Policía, mientras que para el total de los hombres es de una en 2.000, y para las mujeres de una en 33.000.
Trump versus Twitter
Antes de los sucesos de Minneapolis, el presidente de Estados Unidos ya había entrado en una disputa con la red social Twitter.
El martes, Donald Trump había enviado un par de tuits en los que adelantaba que el voto por correo podría utilizarse para realizar un fraude que lo perjudicaría en las elecciones presidenciales de noviembre. Twitter, en un hecho sin precedentes, le aplicó al mandatario el mismo protocolo que a otras figuras notorias que publican información engañosa: le agregó a sus tuits una advertencia sobre lo controvertido del tema y añadió un link a notas de CNN y The Washington Post. Trump estalló y acusó a su red social preferida de interferir con las elecciones.
El jueves, el enfrentamiento tuvo un segundo round. Trump tuiteó advirtiendo a los manifestantes de Minneapolis sobre las consecuencias que podría tener la continuidad de las protestas: “Si hay saqueos, habrá balazos”. Aludía a una frase de Walter Headly, jefe de Policía de Miami, que en 1967 reprimió violentamente las protestas por los derechos civiles. Esta vez, Twitter indicó que el presidente había incurrido en “apología de la violencia” y que no daba de baja al mensaje sólo porque es de interés público conocerlo.
Para algunos comentaristas resulta llamativo que un medio privado interfiera con las comunicaciones de un presidente, aunque en rigor nunca llegó a censurarlo. Para otros, se trata de un paso más en la lenta asunción por parte de algunas redes sociales de sus responsabilidades como medios de comunicación.