Las hinchadas de los clubes de fútbol paulistas Corinthians, San Pablo, Palmeiras y Santos organizaron este domingo una marcha a favor de la democracia. Al comienzo fue un acto pacífico, que se proponía recorrer un tramo de la céntrica Avenida Paulista, pero una hora después se generó un choque con seguidores del presidente, Jair Bolsonaro. Estos también estaban realizando una movilización y portaban una bandera de un grupo ucraniano considerado neonazi que, según las autoridades, habría detonado los enfrentamientos entre ambos grupos.

Varios videos muestran a la Policía reteniendo a seguidores de Bolsonaro que amenazaban a los otros manifestantes, incluso con elementos como un palo de béisbol. La Policía Militar formó un cordón entre ambos grupos, pero se generaron disturbios entre los agentes y los hinchas, que con el correr de los minutos incluyeron el lanzamiento de objetos contundentes por parte de unos y las balas de goma y bombas de estruendo por parte de los otros.

La Policía Militar reconoció después que es necesario analizar las imágenes de lo sucedido para saber qué hizo que las hinchadas pasaran de ser defendidas a ser reprimidas en cuestión de minutos. Horas después, el único acto que continuaba en la Avenida Paulista era el de los seguidores de Bolsonaro. Allí reclamaron nuevamente la intervención militar para el cierre del Congreso y del Supremo Tribunal Federal (STF), instituciones que ellos consideran que obstaculizan las políticas del mandatario.

La movilización también se convocó, como todos los domingos, en Brasilia, donde vive el presidente, que volvió a participar, en este caso montando un caballo. Bolsonaro volvió a interactuar con sus seguidores, saludando y tomándose fotos, todo sin utilizar el tapabocas obligatorio para circular en Brasilia, que tampoco estaban usando muchos de los participantes de la movilización.

La marcha de Brasilia estuvo antecedida por otro hecho, el sábado de noche, cuando un grupo de ultraderechistas, que acampa desde hace días en el centro de la ciudad, se dirigió a la sede del STF portando antorchas e hizo un acto que evocaba la estética neonazi.