“Desde la creación del euro, no hemos visto un avance igual”, dijo el presidente francés, Emmanuel Macron, acerca del acuerdo al que llegaron en la madrugada del martes los países de la Unión Europea (UE). Ese día fue el quinto de una cumbre intensa que se había prolongado más de lo previsto y en la que Alemania, el país más poderoso del bloque, no quería cerrar sin resultados. Finalmente, ese día, a las 5.30, la UE anunció que había llegado a un consenso acerca de las medidas para responder a las consecuencias económicas de la pandemia.

Los países del bloque acordaron un presupuesto común de 1.074 billones de euros para el período 2021-2027 y un fondo de recuperación de 750.000 millones de euros. De estos millones, 360.000 se repartirán en calidad de préstamo y los otros 390.000 como ayuda directa, sin reembolso.

Si bien lo países tendrán que presentar planes para acceder a esos recursos, está previsto que sean beneficiados los más golpeados por la crisis, en particular Italia, con unos 209.000 millones, y España, con 140.000 millones. Los desembolsos se harán de 2021 a 2023 y se asignarán a los países con criterios que tomarán en cuenta su población, los números de desempleo y el impacto de la pandemia en su producto interno bruto.

El fondo se financiará con la emisión de bonos de deuda por parte de la Comisión Europea, que estarán respaldados por ese presupuesto común, y este es uno de los hitos del acuerdo. Meses atrás, los países del sur pedían que la UE emitiera deuda común, los llamados “coronabonos”, para financiar las políticas que atenuaran esta crisis. Si bien esa propuesta fue rechazada, la solución que se aprobó colectiviza de otro modo la emisión de deuda.

Los países del sur, liderados por Italia y España, también reclamaban un fondo más nutrido, con más recursos para transferencias y menos para préstamos. Contaron con el apoyo de Francia, Alemania y el este de Europa, pero encontraron su contrapeso en Holanda, Austria, Dinamarca, Suecia y Finlandia. Estos últimos estados, que se autodenominaron “frugales”, lograron cambiar las condiciones, reducir fondo y el presupuesto ‒así como el total de recursos que ellos tendrán que aportar‒ y agregaron lo que se ha denominado “freno de emergencia”, una vía para suspender la financiación a un país si otro considera que incurrió en “desviaciones graves” del plan que presentó. Si el freno se aplica, el caso deberá resolverse en una cumbre europea en un plazo de tres meses.

Sin rescate

Esta salida que eligió la UE es muy diferente a la que impusieron los principales países del bloque en 2008. Esta vez no hay una troika, como la que integraron la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, que negocie el rescate de cada país y le imponga a cambio políticas de recortes y reformas, incluso aquellas que la población rechazó expresamente en un referéndum, como ocurrió en el caso de Grecia.

En el acuerdo alcanzado el martes no se especificaron condiciones para acceder a los fondos. Sí se establecen consideraciones generales acerca de la relevancia de planes que apunten hacia una “transición verde” y una “transición digital”, por ejemplo, o que impliquen fortalecer el sistema de salud. Y no los aprueba una troika, sino una mayoría de 15 de los 27 miembros de la UE.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, celebró que a diferencia de las decisiones que se tomaron en la crisis pasada, en la actual se apuntó a una salida que involucre a todo el bloque. “Esta vez le encargaron a la Comisión Europea que se ocupe de la recuperación”, dijo.

Sin embargo, hubo voces de alerta ante la posibilidad de que más tarde o más temprano surjan las exigencias como las del pasado. Una fue la de Yannis Varoufakis, que era ex ministro de Economía de Grecia en 2015 y renunció al cargo porque se opuso a cumplir la condiciones que la troika impuso para el rescate de ese país. Cuando empezaba la cumbre que terminó el martes, el economista dijo a eldiario.es que en un par de años, cuando se vea el impacto fiscal de la crisis actual, comenzarán a imponerse condiciones.

En el Parlamento Europeo la creación del fondo contó con apoyo de los bloques de izquierda, socialdemócrata, liberal y conservador. La ultraderecha, que opone a que los estados cedan potestades a la UE, ya había manifestado su rechazo tanto en los países del sur como en los del norte. Criticó el llamado “freno de emergencia”, porque entiende que es un mecanismo de control que atenta contra la autonomía de los estados, y manifestó su convicción de que el acuerdo va a tener consecuencias negativas para la economía. La ultraderechista Agrupación Nacional francesa, liderada por Marine Le Pen, afirmó que una vez que Francia acepta la emisión de deuda común, también “abre el camino a un impuesto europeo” para poder pagarla, y eso, “para los franceses, es una negación de democracia manifiesta e inaceptable”. También criticó que los recortes al presupuesto europeo negociados en la cumbre disminuyen las ayudas al sector agrícola.

En el Parlamento Europeo también fue cuestionado el presupuesto 2021-2027 de 1.074 billones, restringido para lograr un consenso con los países “frugales”. La propia presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, reconoció ante el Parlamento Europeo que “el acuerdo aportó algo de luz al final del túnel, pero también hay sombras. La sombra es un presupuesto demasiado ajustado”.

El Parlamento coincidió en esta valoración y manifestó que no lo va a aprobar si no se modifica. Señaló que hay programas que pueden desfinanciarse, entre ellos los dirigidos a la protección del clima, la transición digital, la investigación y la salud. El fondo, en cambio, fue aprobado con 465 votos a favor, 150 en contra y 67 abstenciones.

Europa y la unión

Al celebrar el acuerdo, varios gobernantes afirmaron que marca un hito en la historia de la UE, tanto por haber llegado a una respuesta en bloque a esta crisis como por la decisión de financiar el fondo con deuda común. Macron afirmó que el resultado de la cumbre “da fe de la confianza depositada en el proyecto europeo por parte de los estados miembros, a pesar de que este principio de deuda común parecía impensable hace unos meses”.

En el Parlamento, el líder de la bancada del Partido Popular Europeo, Manfred Weber, dijo que “por fin se volvió a percibir la solidaridad en Europa” y que “en ningún lugar del mundo hay 27 estados que den respuestas unidas a la crisis del coronavirus” como lo hizo la UE. Lo mismo manifestó el bloque liberal, mientras que Izquierda Unitaria cuestionó que el acuerdo no se hubiera alcanzado antes.

A su vez, Iratze García, presidenta de la bancada socialdemócrata, afirmó que el bloque dio muestras de haber aprendido de “los errores de la crisis del 2008”, y agregó: “Si la política de la austeridad decidió salvar a los bancos y dejar atrás a las personas, ahora las personas serán nuestra prioridad”.