A los 87 años, murió Ruth Bader Ginsburg, una defensora de la igualdad de género y de los derechos civiles que en 1993 fue la segunda mujer en integrar la Corte Suprema de Estados Unidos. Fue designada por el ex presidente Bill Clinton, y era considerada una de las voces progresistas dentro del tribunal, sobre todo a medida que este se volvió más conservador. Como jueza, trató de que los fallos contra la discriminación racial fueran un argumento para defender la igualdad de derechos para las mujeres.
Las sentencias de la Corte Suprema estadounidense sientan jurisprudencia –los demás tribunales deben ser coincidentes con esas decisiones–, y los integrantes de ese tribunal son designados por los presidentes. Por esos motivos, la ausencia de Ginsburg puede tener un impacto no sólo simbólico en su país.