“Gracias que vive Alberto Volonté todavía...”, respondió el ex presidente José Mujica en la edición del jueves del semanario Búsqueda, cuando fue consultado acerca de si creía que había poco diálogo con el gobierno argentino. El ex mandatario no dio muchos detalles acerca de su mención. “¿Qué tiene que ver Volonté?”, repreguntó el periodista, y Mujica se limitó a contestar: “Bueno, yo sé lo que te digo”.

Volonté, tras ser un activo protagonista de la vida política del país en los años 90, ha cultivado un bajo perfil en el último tiempo. Sin embargo, ha jugado un silencioso y efectivo papel en las relaciones con la vecina orilla, primero como embajador en ese país y luego a través de su participación en el Centro de Formación para la Integración Regional (Cefir).

Actualmente Volonté integra el consejo de administración del Cefir y allí es el titular de la Cátedra Argentina. Eso, según explicaron a la diaria desde la institución, en los hechos ha significado una plataforma que ha servido para profundizar los contactos con el país vecino de forma permanente, en particular con el Partido Justicialista.

En 2012 Volonté integró una delegación extraoficial en Buenos Aires junto a los sindicalistas Juan Castillo y Fernando Pereira, tras una intervención del Cefir, por interés de las cámaras empresariales y del PIT-CNT. ¿El objetivo? Evitar una crisis en las exportaciones uruguayas al vecino país, jaqueadas a través de una serie de trabas impuestas por el secretario de Comercio Interior argentino, Guillermo Moreno.

En aquel momento Castillo y Pereira se encontraban haciendo contactos con los sindicatos argentinos para revertir la situación, pero el apoyo que tuvieron de Volonté fue determinante.

“Lo de Volonté era asombroso y admirable. Nosotros veníamos con un planteo de una gestión sindical que había tenido algún resultado, pero él lo aceleró a todo ritmo. Tenía un conocimiento de la Casa Rosada que creo que nadie más nadie en el Uruguay tiene. Nos reunimos con ministros y hasta pudimos intercambiar por medio de ellos con Cristina Fernández”, relató Pereira, consultado por la diaria.

Castillo recordó que Volonté ya había facilitado reuniones que gestionaban dirigentes sindicales durante la crisis de 2002, cuando era embajador en Argentina. Pero de aquel viaje de 2012 le llamó la atención la cantidad de “contactos políticos” que tenía, “tanto del gobierno como de la oposición”. “Queríamos reunirnos con fulano y mengano y él lo concretaba”, ilustró el dirigente sindical.

El propio Volonté recordó el éxito de aquella cruzada ante el gobierno argentino en 2012: “Lo hicimos con un perfil muy bajo, y logramos una gestión muy bien vista por las autoridades argentinas”. Según dijo, “Mujica conocía esas gestiones. Los temas internacionales es mejor manejarlos con la máxima discreción posible”.

De una misma manera, Volonté aportó su granito de arena este año para que se concretara la reunión entre Luis Lacalle Pou y el presidente argentino, Alberto Fernández, en noviembre del año pasado. Volonté mantiene un diálogo fluido con el embajador argentino en Uruguay, Alberto Juan Bautista Iribarne, quien antes había sido ministro de Justicia en el gobierno de Néstor Kirchner.

En diálogo con la diaria, Volonté confesó que hizo un intento por propiciar un encuentro entre ambos mandatarios, aunque aclaró que lo único que hizo fue “ayudar” y no pretende atribuirse el mérito de que la reunión se haya concretado, ni mucho menos desmerecer posibles gestiones realizadas por Cancillería. “Lo que hice, y lo hice desde el Cefir, más que una gestión fue hacerle saber a las autoridades, y al propio embajador argentino en Uruguay, lo importante de que en este caso se pudiera hablar”, expresó.

A juicio del ex presidenciable nacionalista, el diálogo pareció ser muy fructífero: “Una reunión de cuatro horas, cuando las cumbres no suelen durar más de una, demuestra que fue un encuentro muy productivo”, consideró.

Actualmente Volonté está “retirado” de la actividad política y no se siente con ninguna “responsabilidad”, pero también sostuvo que desde el Cefir puede “ayudar sin necesidad de meter la cuchara político partidaria”, a pesar de que sigue siendo “profundamente blanco”.