Las cuestiones políticas nunca se quedan dentro del ámbito político. Permean otros aspectos de la vida en comunidad. Parece bastante obvio a simple vista, pero no tanto cuando se tienen en cuenta los conflictos generados en Estados Unidos en torno a Donald Trump y la grieta social que su mandato amplificó. Esa grieta generó otra grieta: la que separa a los republicanos a favor y en contra del expresidente.

Aspectos como la estrategia frente a la covid-19, las luchas raciales, los términos y las condiciones de uso de las redes sociales y hasta el casting de actores para una franquicia como Star Wars se han visto atravesados por la política, como siempre y como nunca a la vez.

Tras el ataque organizado contra el Capitolio por simpatizantes de Trump el 6 de enero, el Partido Demócrata comenzó a dar los pasos para un nuevo proceso de impeachment contra el hasta ese momento presidente estadounidense. El 9 de febrero, el Senado inició el proceso de juicio político por “incitar a la insurrección”, algo que había comenzado con el rechazo de Trump a los resultados de las elecciones del 3 de noviembre de 2020 (favorables a Joe Biden) y que tuvo su corolario con los ataques y la frase que el empresario pronunció en un video publicado en Twitter mientras los manifestantes trepaban por el Congreso: “Tuvimos una elección que nos fue robada, tuvimos una elección arrolladora y todos los saben, especialmente del otro lado, pero deben ir a casa ahora”.

La votación de los legisladores fue de 56 a favor (seis de ellos republicanos) y 44 en contra (todos republicanos) de la constitucionalidad del impeachment. El objetivo de sus impulsores es que Trump quede inhabilitado para presentarse como candidato a la presidencia en 2024, pero de mantenerse el alineamiento al final del proceso el exmandatario será absuelto, ya que se necesitan 11 votos favorables más para condenarlo.

Saltaron las defensas

Los abogados de Trump sostienen desde el principio que el impeachment es inconstitucional, que forma parte de una “venganza” de los demócratas que responde, en otro enlace de la política con la cultura pop estadounidense, a una “cultura de la cancelación constitucional”, en palabras del defensor Michael van der Veen que fueron recogidas por Forbes. Según indicó en el Congreso este abogado, el proceso está “completamente divorciado de los hechos, la evidencia y los intereses del pueblo estadounidense”, motivo por el que no debería llevarse a cabo.

La actuación del otro abogado de Trump, Bruce L Castor, generó dudas. El defensor comenzó su intervención del 10 de febrero presentándose erróneamente como fiscal y enfocándose en la libertad de expresión del expresidente más que en la legalidad o no del juicio político, como sí hizo su colega Van der Veen al día siguiente. También reconoció la derrota de Trump y señaló que, en caso de haber cometido un delito, habría que detenerlo sin más en lugar de iniciar un impeachment, porque ya no era mandatario.

Si bien fue la intención inicial, la apuesta de los abogados de Trump ya no parece ser la de buscar la inconstitucionalidad del impeachment, sino la de hacer que los republicanos que votaron a favor del juicio cambien de opinión, o al menos que ninguno de los republicanos que votaron en contra se mueva de su postura.

Soldados de la Guardia Nacional recorren la Rotonda del Capitolio, durante el cuarto día del juicio político al ex presidente Donald Trump, ayer, en Washington.

Soldados de la Guardia Nacional recorren la Rotonda del Capitolio, durante el cuarto día del juicio político al ex presidente Donald Trump, ayer, en Washington.

Foto: Chip Somodevilla, Getty Images, AFP

Biden a la espera

En el primer día del proceso, los representantes demócratas mostraron un video de los manifestantes del Capitolio derribando el vallado, rompiendo los vidrios de una puerta, persiguiendo y embistiendo a policías que cuidaban el edificio y gritando consignas contra el entonces vicepresidente Mike Pence, a quien acusaban de traicionar a Trump por no haber intentado evitar que se confirmara la victoria de Biden. Pence terminó siendo evacuado del Capitolio.

El presidente Joe Biden, que había buscado mantenerse al margen del juicio, dijo el jueves en una rueda de prensa que las imágenes divulgadas por los congresistas demócratas “pueden cambiar algunas opiniones” de legisladores republicanos que se mantienen firmes en su apoyo a Trump.

De todos modos, la intención de Biden es no ser el protagonista de los hechos. Según recoge The Guardian, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, ha dicho repetidas veces a los medios que el mandatario está ocupado trabajando en un plan para enfrentar la pandemia de covid-19 y que su rol no es el de un congresista.

Republicanos divididos

Una semana después del ataque al Capitolio, diez congresistas republicanos votaron a favor del juicio político a Trump. Entre ellos se encuentra Liz Cheney, hija de Dick Cheney, exvicepresidente de Estados Unidos durante el mandato de George W Bush (2001-2009) y uno de los cerebros detrás de las políticas bélicas de Estados Unidos luego de los atentados del 11 de setiembre de 2001.

El 19 de enero, último día del mandato de Trump, fue el líder republicano en el Congreso, Mitch McConnell, quien cargó contra el magnate, argumentando que “la turba” del 6 de enero fue “alimentada con mentiras” por “el presidente y otra gente con poder”. Una declaración que sorprendió en su momento, teniendo en cuenta el antecedente de que McConnell se había negado a reconocer la victoria de Biden en noviembre, en la primera sesión del Senado tras las elecciones.

Mientras los republicanos se dividen, los incidentes del 6 de enero provocaron que cerca de 140.000 personas en 25 estados pidieran la baja del registro del Partido Republicano, según un análisis de The New York Times.

El impeachment a Trump, termine como termine, difícilmente ponga fin a la crisis de los republicanos, que deberán buscar la forma de cerrar su propia grieta antes de las elecciones de 2024.

Daño colateral

La actriz Gina Carano interpretó durante dos temporadas a Cara Dune en la serie The Mandalorian, ambientada cinco años después de los sucesos de Star Wars Episodio VI: el regreso del Jedi. Se preparaba para protagonizar un spin off que fue anunciado por Disney en octubre, pero esta semana fue despedida. El detonante (vale aclarar que su postura política claramente a favor de Trump ya había generado polémicas) fue una publicación en Instagram en la que comparaba la situación de los simpatizantes del Partido Republicano con la de los judíos en los años previos al Holocausto.

Es difícil pensar que algo similar ocurriera con Clint Eastwood en los años 70 o Chuck Norris en los 90, ambos actores abiertamente republicanos y en varias ocasiones defensores de guerras iniciadas por Estados Unidos.

Sin embargo, en un contexto de crispación social in crescendo, que cuatro años atrás llevó a que CNN despidiera a la comediante Kathy Griffin por simular la decapitación de Trump, el despido de Carano no deja de ser algo que el público consideraba esperable y en algunos casos necesario.

Las cuestiones políticas nunca se quedan dentro del ámbito político. Permean otros aspectos de la vida en comunidad. Parece bastante obvio a simple vista, pero no tanto cuando se tienen en cuenta los conflictos generados en torno a Donald Trump y la grieta cultural, que en Estados Unidos ya es más grande que la de un terremoto provocado por la falla de San Andrés.