A los 90 años de edad falleció en la mañana de ayer en un sanatorio de la ciudad de Buenos Aires el expresidente argentino Carlos Saúl Menem, quien gobernó el país entre 1989 y 1999. El veterano político oriundo de la provincia de La Rioja estaba internado en estado delicado desde hacía meses por una infección urinaria.

Según informaron medios argentinos, el exmandatario será velado en el salón Azul del Senado, órgano legislativo al que perteneció de forma ininterrumpida desde el año 2005.

Posteriormente, sus restos serán enterrados en el Cementerio Islámico ubicado en la localidad bonaerense de San Justo, al lado de la tumba de su hijo Carlos, fallecido en 1995 tras la caída del helicóptero en el que viajaba, hecho que en principio pasó por un accidente, pero cuyas causas reales nunca fueron esclarecidas.

Nacido en la localidad riojana de Anillaco en 1930, hijo de inmigrantes sirios, Menem se recibió de abogado en Córdoba en la década de 1950, momentos en los que ya era un ferviente militante peronista.

Llegó a ser gobernador de su provincia por primera vez en 1973, pero luego del golpe militar de marzo de 1976 fue destituido y encarcelado. En 1983, después de la dictadura, volvió a ser elegido gobernador, cargo desde el que forjó su liderazgo a nivel nacional. Su innegable carisma y su peculiar aspecto, marcado por sus célebres patillas, junto a una de sus frases más recordadas, “Síganme, no los voy a defraudar”, marcaron su camino hacia la presidencia y le posibilitaron imponerse en la interna peronista sobre el entonces gobernador bonaerense Antonio Cafiero y así acceder a las elecciones de 1989, en las que venció al radical Eduardo Angeloz.

Si bien durante la campaña, apegado a los preceptos peronistas, Menem prometió una “revolución productiva” y un “salariazo”, ni bien tomó el poder adoptó un rumbo totalmente distinto y embarcó al país en una aventura hacia lo más profundo del neoliberalismo, caracterizado por la desregulación del mercado laboral, la exclusión social y la venta de numerosas empresas públicas.

Así fue que dejaron de pertenecer al Estado los servicios de agua, gas y electricidad, las comunicaciones, el acero, los ferrocarriles, Aerolíneas Argentinas y la petrolera estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales. También durante el menemismo se instauró el régimen privado de jubilaciones, lo que dejó fuera del sistema previsional a millones de personas. Paralelamente, logró pacificar a la interna militar y terminar con los alzamientos de los carapintadas al amnistiar a los cabecillas de la dictadura que habían sido condenados por delitos de lesa humanidad.

Entre 1991 y 1995 los efectos recesivos de las reformas fueron suavizados por el incremento del consumo y la estabilización que generó la convertibilidad, el plan que el ministro de Economía Domingo Cavallo puso en marcha en 1991 con la paridad entre el peso y el dólar como principal eje. Para mantener la convertibilidad, finalizadas las privatizaciones, el gobierno de Menem apeló al endeudamiento externo. Este hecho, sumado a la fuga de capitales, el pago de deuda y la remisión de ganancias de las empresas privatizadas a sus casas matrices, generó un déficit comercial y fiscal que fue insostenible en el tiempo y que terminó estallando en el año 2001, cuando el presidente era Fernando de la Rúa.

Pero el nombre de Menem, luego de diez años de gobierno, quedó atado para siempre a la corrupción, que floreció durante sus años en la Casa Rosada. Así fue que el mandato del riojano tuvo como consecuencia una extensa serie de denuncias e investigaciones judiciales, aunque en la mayoría de las causas el expresidente no fue condenado.

La venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia, por la que pasó una breve temporada detenido, la explosión de la fábrica militar de Río Tercero y las supuestas coimas negociadas en el plan de privatizaciones fueron otros de los problemas que se acumularon en los tribunales. Si bien tuvo muchas denuncias en su contra, incluyendo el encubrimiento de los atentados contra la embajada de Israel en 1992 y la Asociación Mutual Israelita Argentina en 1994, Menem únicamente fue condenado por la Justicia por el pago de sobresueldos a funcionarios de su gobierno y por la venta del predio de Palermo a la Sociedad Rural Argentina, en 1991, mientras que en el caso de la explosión de Río Tercero aún estaba pendiente un fallo de la corte sobre el inicio del juicio.

La explosión en 1995 de la fábrica militar de Río Tercero, localidad ubicada en la provincia de Córdoba, dejó siete muertos, centenares de heridos y una ciudad destruida.

Según la investigación judicial, el objetivo de la explosión fue ocultar el faltante de armas producto del envío ilegal a Ecuador y Croacia. Fue por esta razón que las autoridades de esa ciudad decidieron ayer no adherir al duelo nacional de tres días dictado por el gobierno de Alberto Fernández.