Una política coincidente de sanciones contra Rusia y China marca el acercamiento que tuvieron en las últimas semanas los Estados Unidos de Joe Biden y la Unión Europea (UE). La primera tanda de sanciones fue dirigida a Rusia por el envenenamiento con el agente nervioso Novichok que sufrió el líder opositor Alexei Navalny. Tanto Washington como Bruselas responsabilizan por esto al gobierno de Vladimir Putin. La sanción más reciente fue la que tomó el 17 de marzo el Departamento de Comercio estadounidense, que prohibió, por razones de seguridad nacional, la exportación a Rusia de productos que puedan ser utilizados para fabricar armas químicas. “El gobierno de Rusia ha utilizado armas químicas o biológicas en violación del derecho internacional, y sustancias químicas letales o biológicas contra sus propios nacionales”, manifestó.
Otra ola de sanciones, en este caso contra China, volvió a colocar a Estados Unidos y la UE del mismo lado. Las medidas fueron dispuestas contra cuatro autoridades de ese país y de la región autónoma de Xinjian a las que acusan de perseguir a los uigures y violar los derechos humanos de esa minoría musulmana. Estados Unidos, la UE, Reino Unido y Canadá emitieron una declaración conjunta en la que acusaron a China de “uso de trabajo forzado, detención masiva en campos de internamiento, esterilizaciones forzadas y destrucción concertada de la herencia uigur”.
En respuesta, Pekín, que niega las acusaciones, sancionó a una decena de funcionarios europeos, que quedaron impedidos de entrar al territorio chino. A su vez, esta medida motivó que algunos países de la UE y las autoridades del bloque convocaran a embajadores para reclamarles una explicación. La portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Hua Chuying, dijo que “la UE no sólo se atreve a difamar y atacar deliberadamente a otros y a imponer sanciones basadas en informaciones falsas, sino que no permite a China replicar o contraatacar”, según citó la agencia de noticias Xinhua.
Cinco de las personas sancionadas por China son integrantes del Parlamento Europeo, algo que la portavoz de Comercio de la Comisión Europea, Miriam García, consideró “inaceptable”. Agregó que dependerá de cómo evolucione esta situación que se ratifique o no el tratado de inversiones que la UE y China firmaron en diciembre, después de siete años de negociaciones. “Seguimos convencidos de que por el tamaño de la economía china y su importancia para el crecimiento económico necesitamos continuar construyendo un espacio para la relación económica con China a nivel multilateral y bilateral”, pero “el interés económico no nos prevendrá de defender los valores, cuando sea necesario, mediante sanciones”, dijo García.
También Estados Unidos cuestionó a las autoridades chinas por la situación de la población uigur. Entre las respuestas de Pekín, se puede leer un informe que emitió el miércoles la Oficina de Información del Consejo de Estado de China titulado “Registro de las violaciones de derechos humanos de Estados Unidos en 2020”. De acuerdo con Xinhua, allí se incluyen, entre otros puntos, la desigualdad social; la discriminación racial contra minorías étnicas y el malestar que esta generó y que “puso bajo amenaza la seguridad pública”; la gestión de la pandemia de covid-19, que “condujo a resultados trágicos”; y el “desorden de la democracia” estadounidense, que “desencadenó el caos político”.
Así como China niega las acusaciones de abusos contra los uigures, el gobierno de Putin niega haber envenenado a Navalny, pese a que varios países europeos y Estados Unidos lo den por probado. En una entrevista con ABC News, Biden fue consultado sobre el caso Navalny y los informes de inteligencia acerca de que Putin avaló una campaña para incidir en las elecciones de noviembre (a favor del rival de Biden, Donald Trump). Cuando se le preguntó si piensa que Putin es un asesino, el presidente estadounidense respondió que sí, y desató así otra crisis diplomática con ese país.
La cancillería rusa pidió explicaciones y llamó a Moscú a su embajador en Washington, Anatoli Antonov, y el presidente de la Duma, Vyecheslav Volodin, dijo que el insulto al presidente ruso es un insulto a los ciudadanos de Rusia.
China y Rusia, “codo con codo”
Para el canciller chino, Wang Yi, su país y Rusia “caminan codo con codo y se oponen a la hegemonía y la intimidación”. Los vínculos entre ambos son “como una montaña”, y suponen “un pilar para la paz mundial”, afirmó.
Wang recibió el lunes al canciller ruso, Serguéi Lavrov, quien al llegar a China afirmó que los dos países buscan un orden internacional “justo y democrático”, y que la relación entre ambos “está libre de ataduras ideológicas, no está sujeta a oportunismos y no se dirige contra ningún país”.
Lavrov criticó la política de sanciones de Washington y Bruselas, y dijo que sus funcionarios “en gran medida han olvidado cómo se realiza la diplomacia clásica”, que “implica la relación entre las personas, la capacidad de escuchar a otros, tomar en consideración su punto de vista, encontrar un equilibrio de intereses”, publicó la agencia de noticias rusa Sputnik.
“Se oye a las empresas europeas expresar su resentimiento porque están sufriendo pérdidas mientras que su nicho en el mercado ruso está siendo tomado por otros países, que se guían por sus intereses nacionales, por los intereses del desarrollo de sus economías y el apoyo empresarial más que por la lógica de castigar a alguien por cualquier cosa”, dijo Lavrov. “Está mal castigar a alguien en la arena internacional actual y es simplemente imprudente tratar de usar esta lógica con respecto a Rusia y China”, concluyó.
En su opinión, el mundo enfrenta “cambios complejos” con la “creciente influencia de los nuevos centros económicos, financieros y políticos” que “nos llevan a un sistema verdaderamente multipolar”, pero Estados Unidos quiere “preservar a toda costa su dominio en la economía global y en la política internacional, imponiendo a todos y en todas partes su voluntad”.
Después del encuentro, China y Rusia emitieron un comunicado en el que pidieron “a las mayores potencias mundiales” que “fortalezcan la confianza mutua y asuman el liderazgo a la hora de salvaguardar la ley y el orden internacional basado en la legislación internacional”, informó la agencia de noticias española Efe.
Como en una respuesta a las críticas que reciben desde la UE y Washington, los dos países manifestaron que la democracia es “uno de los logros del desarrollo humano”, pero “no hay un estándar uniforme para el modelo democrático” y “la injerencia en asuntos internos de estados soberanos con el pretexto de promover la democracia es inaceptable”.
Wang y Blinken en Alaska
El gobierno de Biden y el de Xi tuvieron su primer intercambio oficial en Alaska, el 18 de marzo. Fue un encuentro que estuvo lejos de acercar a las partes, que son además las dos principales economías del mundo.
Allí Wang se reunió con el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, que volvía de una gira por Asia junto al secretario de Defensa, Lloyd Austin. En Japón, Blinken promovió junto con el gobierno de ese país un comunicado en el que cuestionaron el trato de China a la minoría uigur y le atribuyeron un “comportamiento desestabilizador” hacia los países vecinos. Después, momentos antes de partir desde Corea del Sur hacia Alaska, Blinken dijo públicamente: “Vemos con claridad que Pekín fracasa en forma constante en cumplir con sus compromisos, y hablamos sobre cómo su comportamiento agresivo y autoritario está desafiando la estabilidad, la seguridad y la prosperidad en el Indo-Pacífico”.
Apenas comenzó el encuentro en Alaska, y delante de la prensa, el responsable de la diplomacia estadounidense dijo que su país se oponía a algunas prácticas chinas que “amenazan el orden [internacional] basado en normas”, y que quería conversar en esa reunión sobre la situación en Xinjiang, Hong Kong y Taiwán, y también sobre ciberataques.
Wang utilizó 18 minutos para responderle, en lugar de los dos que dictaba el protocolo, de acuerdo con los corresponsales en el lugar. Sobre los ciberataques, dijo que “tanto por la capacidad de lanzarlos” como “por las tecnologías que puede desplegar, Estados Unidos es el campeón”. Agregó que su país no cree en “las invasiones con el uso de la fuerza, el derrocamiento de otros regímenes y las masacres de personas de otros países”, y afirmó que Estados Unidos debería cambiar su imagen. Dijo también que “mucha gente en Estados Unidos tiene poca confianza en la democracia” de ese país, según informaron Efe y el corresponsal de la cadena estadounidense PBS.
A su vez, Blinken advirtió que “nunca conviene apostar contra Estados Unidos”, y que “un país seguro de sí mismo es capaz de analizar detenidamente sus propias deficiencias y buscar constantemente la manera de mejorar”.
En sintonía con el tono de ese encuentro, Biden dijo el jueves, en su primera conferencia de prensa como presidente, que conoce al presidente chino y que Xi Jinping “no tiene un solo hueso democrático en su cuerpo”. Agregó que tanto Xi como Putin “piensan que el futuro está en la autocracia y que la democracia no puede funcionar en un mundo complejo”. Afirmó que el principal objetivo de China “es convertirse en el país líder, el más rico y el más poderoso del mundo”, y agregó: “Eso no va a pasar bajo mi mandato”.
Biden afirmó que trabajará con la UE, India, Japón y Australia para “hacer que China rinda cuentas y siga las reglas”, y dijo que “esta es una batalla entre la utilidad de las democracias y las autocracias en el siglo XXI”. Anunció que en poco tiempo tiene planeado invitar a “una alianza de democracias” a reunirse en su país “para hablar sobre el futuro”.
Blinken junto a Europa
Muy distinto del clima de Alaska fue el que se respiró en una reunión –a distancia– entre Blinken y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Acordaron trabajar juntos ante la crisis sanitaria, la económica y la climática, y también unirse en lo que calificaron como un frente democrático ante Rusia y China. Con la representante europea, Blinken habló de cooperación, “valores compartidos” y desafíos comunes. A su vez, Von der Leyen dijo que “Estados Unidos es un aliado importante y valioso para la UE”.
Josep Borrell, el alto representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad del bloque europeo, anunció que una de las decisiones “importantes” que se tomaron en ese ámbito fue la de lanzar un diálogo entre las dos partes sobre China “para discutir el amplio rango de retos y oportunidades relacionados” con ese país.
Otro gesto de unidad fue la participación de Biden en una cumbre virtual de cancilleres de la UE. Otros presidentes estadounidenses han asistido a esas cumbres en su momento, aunque el último, Donald Trump, no se encontró entre ellos.
Algunas divergencias
Pese a los encuentros, gestos y alianzas, los bloques que integran Pekín y Moscú, por un lado, y Washington y Bruselas, por otro, no son homogéneos y los intereses de sus integrantes no son sólo políticos. Durante 2020, China pasó a ocupar el lugar que antes tenía Estados Unidos como principal socio comercial de la UE, y finalmente las dos partes firmaron el tratado de inversiones que todavía deben ratificar.
El jefe de la diplomacia estadounidense aludió a ese tratado y dijo: “Sabemos que nuestros aliados tienen relaciones complejas con China, que no estarán alineadas siempre con las nuestras”. Acerca de Rusia, Blinken afirmó que incluso si Washington trabaja con Moscú para promover sus propios intereses, se esforzará también en hacer que ese país “rinda cuentas de sus acciones imprudentes y conflictivas”.
Por su parte, la canciller alemana, Angela Merkel, se manifestó partidaria de que los países europeos tengan su propia estrategia diplomática. “Tenemos que ir más allá de los intereses económicos; de lo que se trata es de dar vida a lo que llamamos soberanía europea”, dijo después de la cumbre a la que asistió Biden. “Hay muchos puntos en común con Estados Unidos. Pero no una identidad de intereses, esto está claro”, dijo.
Un punto de desacuerdo es la construcción del gasoducto Nord Stream 2, que llevará gas ruso a Alemania, que tiene un gran interés en esta iniciativa. Al respecto, Blinken le advirtió a su par alemán, Heiko Maas, que este proyecto “es una mala idea”. Después de un encuentro de cancilleres de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, dijo que es “un proyecto geopolítico ruso destinado a dividir Europa y debilitar la seguridad energética europea”. Según informó la cadena alemana Deutsche Welle, el secretario de Estado agregó que esa iniciativa tiene “el potencial de menoscabar los intereses de Ucrania, Polonia y otros socios o aliados cercanos”, y “va en contra de los propios objetivos de seguridad energética de la UE”.
A Washington y a algunos países del este de Europa les preocupa que el Nord Stream 2 pueda generar una dependencia de Europa hacia Rusia, y que se extienda así la influencia de Moscú en el continente. El Congreso estadounidense aprobó sanciones contra su construcción, y Blinken advirtió que las entidades o empresas involucradas en el proyecto se arriesgan a que se les apliquen. Sin embargo, dijo que este proyecto no se interpondrá en las relaciones con uno de los “aliados más cercanos” de su país.