Los más de 300 delegados votaron este domingo por unanimidad la resolución sobre el Informe Central al VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), que se desarrolla desde el viernes y hasta el lunes en el Palacio de Convenciones de La Habana bajo estrictas medidas sanitarias por la pandemia de coronavirus. Según el documento, en esta instancia concluye el proceso de transferencia de las principales responsabilidades de conducción política desde la denominada Generación Histórica (quienes participaron directamente en la revolución que triunfó en enero de 1959) a las nuevas generaciones. El domingo también se votaron los integrantes del Comité Central del PCC, cuya lista se dará a conocer este lunes.

“Mientras viva estaré listo con el pie en el estribo para defender la patria, la revolución y el socialismo”, dijo el viernes el dirigente Raúl Castro en el discurso de apertura del congreso. El expresidente del país, de 89 años, y hermano de Fidel, ratificó que al final de la instancia dejará el cargo de primer secretario del PPC. En su lugar asumirá el actual presidente cubano, Miguel Díaz-Canel.

La generación de Díaz-Canel, que tiene 60 años y nació cuando Fidel Castro había llegado al gobierno de Cuba, también pasará a ocupar otros cargos en el partido para relevar a los dirigentes históricos. El segundo secretario del PCC, José Ramón Machado Ventura, que tiene 90 años, o el comandante Ramiro Valdés, de 88, también se retirarán una vez que el congreso termine.

Según informó EFE, en 2016 se establecieron límites de edad de 60 años para el Comité Central (CC) y de 70 para el Secretariado y Buró Político, dos organismos cuya conformación también se vota en este congreso. El actual CC está formado por 142 miembros, el Buró Político por 17 dirigentes, entre los que hay cuatro mayores de 80 años y tres mujeres.

El viernes, el congreso comenzó con la proyección de un video para recordar a Fidel Castro. Luego Raúl Castro dio un discurso en el que habló sobre la situación de su país y el papel que han jugado la oposición cubana y Estados Unidos. “La contrarrevolución interna carece de liderazgo y estructura organizada, y concentra su activismo en las redes sociales. Las calles, los parques y las plazas serán de los revolucionarios. ¡Jamás negaremos el derecho a los revolucionarios a defender su revolución!”, aseguró.

Castro advirtió que “no debe existir espacio para la ingenuidad a estas alturas ni entusiasmo desmedido por las nuevas tecnologías sin asegurar la seguridad informática”, y dijo que “la mentira y las noticias falsas ya no tienen límites, ponen a Cuba como una sociedad moribunda, y que no tiene solución, para promover el estallido social”.

Acerca de Estados Unidos, afirmó que su país quiere un diálogo respetuoso y “sin concesiones inherentes a su soberanía e independencia”. Dijo que durante el gobierno de Donald Trump se impusieron medidas contra Cuba que mostraron la “despiadada naturaleza del imperialismo”. Esa administración dio marcha atrás con el acercamiento que el gobierno de Barack Obama había impulsado respecto de La Habana. En los últimos cuatro años Washington puso trabas para viajar o enviar remesas a Cuba, e incluyó a ese país en la lista de estados que patrocinan el terrorismo. Para Castro, Estados Unidos intentó así “sabotear el sistema empresarial, quebrar la gestión del Estado y promover el caos, estrangular el país y provocar un estallido social”.

El domingo el congreso aprobó varios documentos políticos, entre ellos uno denominado Actualización de la Conceptualización del Modelo Económico, en el que se plantean, entre “las principales transformaciones”, la consolidación del papel “de la propiedad socialista de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción”, el reconocimiento y diversificación de “las diferentes formas de propiedad y gestión”, y el perfeccionamiento integral del Sistema de Dirección Planificada del Desarrollo Económico y Social y del Estado como rector, coordinador y regulador de todos los actores”. También se propone “reconocer, regular y lograr un adecuado funcionamiento del mercado, de modo que las medidas administrativas centralizadas, en interacción con las políticas macroeconómicas y otras, induzcan a los actores económicos a adoptar decisiones de acuerdo con los intereses de toda la sociedad”, impedir que se “impongan malas prácticas”, como la especulación, impulsar “la ciencia y el desarrollo de la tecnología y la innovación”, asegurar que “el trabajo y la laboriosidad” constituyan “valores morales cardinales y que la aplicación del principio de distribución socialista con arreglo a la calidad y cantidad del trabajo posibilite que esta sea la vía fundamental de satisfacción de las necesidades”, y elevar el nivel y calidad de vida, que debe ser “un objetivo prioritario permanente, con énfasis en la seguridad alimentaria y energética, la educación y la salud”.

Diversas organizaciones políticas del mundo hicieron llegar sus saludos al congreso, entre ellas el Frente Amplio (FA) de Uruguay. En una carta firmada por su presidente, Javier Miranda, se expresa la “solidaridad con el hermano pueblo cubano”, y se reitera el “repudio y rechazo al criminal bloqueo que sigue imponiendo el gobierno de Estados Unidos a la Isla por más de seis décadas”.