Los aliados internacionales que elige Guillermo Lasso dan algunas pistas sobre el rumbo que tomará su gobierno. El nuevo presidente de Ecuador tuvo como asesor para la segunda vuelta electoral a Jaime Durán Barba, el estratega de campaña de Mauricio Macri y de muchos otros candidatos de derecha en América del Sur. Sus amistades incluyen a referentes de la derecha iberoamericana como el escritor peruano Mario Vargas Llosa y el expresidente español José María Aznar.

Lasso también dio señales políticas en sus primeras reuniones bilaterales. Un día después de asumir la presidencia mantuvo un encuentro con una delegación del gobierno de Estados Unidos, el país al que quiere acercarse –todavía más de lo que lo hizo su antecesor, Lenín Moreno– y poco más tarde recibió en la sede del gobierno la visita del dirigente de la oposición venezolana Leopoldo López, su esposa, Lilian Tintori, y su padre, Leopoldo López Gil, diputado del Parlamento Europeo por el conservador Partido Popular (PP) español.

Con Aznar, otro representante del PP, y el expresidente colombiano Andrés Pastrana, Lasso ya había almorzado el domingo, después de ir a misa. Los tres coincidieron también en un debate de la Fundación Internacional para la Libertad, el think tank de Vargas Llosa, donde hablaron sobre los “Desafíos de la libertad”. Otro de los participantes en ese encuentro fue el actual líder del PP, Pablo Casado, un ultraconservador que de acuerdo con Lasso podría ser “un gran presidente” de España.

Lasso eligió ese debate para presentar algunos de sus planes para Ecuador, que a su entender es “un país de oportunidades” para la inversión extranjera. Según informó la agencia de noticias Efe, el nuevo presidente dijo allí que evalúa la concesión a privados de la empresa estatal de telecomunicaciones de Ecuador, de refinerías de combustible y de “miles de kilómetros de carreteras”. Quiere vender el Banco del Pacífico, estatal, y considera la posibilidad de establecer una “zona franca de turismo” donde las empresas no paguen impuestos por 30 años.

Con el mismo objetivo, de mejorar los indicadores económicos, el nuevo presidente, que es un fuerte defensor de la economía de mercado y de un Estado más restringido, quiere impulsar la industria petrolera y la minería, siempre mediante inversores privados.

Por otra parte, Lasso habla de reconversión de la matriz energética del petróleo, promete retirar de los registros de deudores a quienes se atrasaron con los pagos en deudas menores a los 1.000 dólares, y afirma que es necesario “eliminar los femicidios”. El nuevo presidente dijo que Ecuador es un país que “le ha fallado a su juventud en educación y creación de oportunidades, que mantiene en el más humillante olvido a sus jubilados, y donde ser mujer no es un factor de desventaja sino de peligro existencial”.

Hombres con Lasso

Pero en el nuevo gobierno ecuatoriano ser mujer sí parece una desventaja. Además de la presidencia y la vicepresidencia, cuyo titular es Alfredo Borrero, los hombres ocupan la mayoría de los puestos clave. Las mujeres tienen menos cargos y además se ocupan de aquellas carteras que están más vinculadas con los asuntos sociales y los cuidados.

De los 17 ministerios, seis están a cargo de mujeres, entre ellos Salud, Educación e Inclusión Social, mientras que los 11 hombres son titulares de carteras como Interior, Defensa, Relaciones Exteriores, Economía y Finanzas, Obras Públicas, y Producción y Comercio Exterior.

También son hombres el secretario general de Comunicación, el de la Presidencia, el de Planificación, el de Pueblos y Nacionalidades y el de Ciencia, Educación Superior y Tecnología. Incluso hay un secretario ad honorem y también es hombre. La única secretaria en el gobierno de Lasso es la de Derechos Humanos.

La postura del líder de Creando Oportunidades (Creo) en asuntos de género fue mirada con especial atención por su cercanía con el Opus Dei. Cuando el 28 de abril la Corte Constitucional de Ecuador despenalizó la interrupción del embarazo en casos de violación, incesto, inseminación no consentida o malformación del feto, al declarar inconstitucionales dos artículos del Código Penal, las miradas se dirigieron a Lasso.

El entonces presidente electo emitió un comunicado en el que aclaró que si bien está en contra del aborto, “de acuerdo a los valores que dicta su fe”, como gobernante mantiene su “inquebrantable respeto a los valores democráticos y republicanos”. Dijo que “el verdadero corazón de un demócrata se conoce en momentos como este, cuando es capaz de respetar a la autoridad incluso cuando no está de acuerdo con ella”.

Contra Correa

Lasso es identificado como un político conservador, un empresario, exbanquero y defensor del libre mercado. Fue gobernador de la provincia de Guayas en 1998 y 1999, y ministro de Economía de Jamil Mahuad. Pero sobre todo, su imagen se construyó frente los ecuatorianos como el oponente del expresidente Rafael Correa y su proyecto, al que se enfrentó en su discurso y en sucesivas elecciones. Compitió con el movimiento que originalmente se llamó Alianza País en 2013, con el propio Correa como candidato. Volvió a intentarlo en 2017, cuando ganó las elecciones Lenín Moreno, que después se transformó en enemigo político de Correa, y su tercer intento fue el de este año. Esta vez, finalmente logró derrotar al correísmo al vencer a Andrés Arauz en segunda vuelta, con 52,36% de los votos frente a 47,64%.

Pero su movimiento Creo consiguió apenas 12 bancas en la Asamblea Nacional. Puede contar con las 15 del Partido Social Cristiano, que es su aliado, y con algunas más de otras organizaciones políticas. Pero el correísmo, que esta vez se presentó a las elecciones en la alianza Unión por la Esperanza (Unes) obtuvo la mayor cantidad de votos en la primera vuelta y 48 legisladores en el parlamento unicameral de 137 integrantes.

Una muestra de la distancia que quiere tomar Lasso con respecto a gobiernos anteriores fue su discurso de asunción, en el que afirmó que se terminó “la era de los caudillos”, en una alusión a Correa, y que “se acabó la persecución política en Ecuador”, una práctica que se ha atribuido al correísmo, pero que a su vez este movimiento le atribuyó al gobierno de Moreno.

Otra promesa de Lasso fue la de trabajar contra la corrupción, que erosionó la imagen del correísmo y también la de Moreno. El martes presentó algunas medidas en un código de ética por el que establece límites en la contratación de familiares de jerarcas, en la participación de familiares en misiones diplomáticas con gastos cubiertos por el Estado, en el uso de vehículos estatales y en la aceptación de obsequios.

Prohíbe, además, la exhibición de retratos de las autoridades en las oficinas públicas y pone reglas para la contratación de empresas con el Estado. Establece que los familiares de los altos funcionarios no pueden contratar con las entidades públicas, pero también dispone que “estarán exentos” de esos impedimentos “quienes ya desarrollaran actividades económicas, empresariales o profesionales relacionadas con el sector público”.

Lasso también presentó a la Asamblea Nacional un proyecto que deroga la Ley de Comunicación de Correa, muy cuestionada por los castigos que preveía contra periodistas y medios. Según anunció el nuevo gobernante, el proyecto intenta garantizar “que nunca más se use el derecho penal para perseguir controversias que surgen por la libre expresión”. Dijo que quería presentar esta iniciativa de inmediato como “un símbolo del cambio de rumbo”.

Promesas en pandemia

Una de las promesas que hizo Lasso en campaña fue la de generar dos millones de empleos en una economía que ya estaba en crisis antes de la pandemia. Otra fue la de implementar una vacunación masiva, que abarque a nueve millones de personas en los primeros 100 días de gobierno y que marque un quiebre con la gestión que hizo el expresidente Lenín Moreno, que recibió críticas por su escaso avance y tuvo varios escándalos por privilegios en el acceso a las vacunas.

El jueves, el nuevo gobierno pudo anunciar que este fin de semana llegarán 700.000 dosis de Sinovac. Se lo confirmó a Lasso el embajador de China, Chen Guoyou, en uno de los primeros encuentros que mantuvo el nuevo presidente. Las 700.000 dosis incluyen 500.000 que habían sido acordadas antes de la llegada de Lasso y 200.000 que donó el gobierno chino. Otras 500.000 llegarán a Ecuador en junio, anunció Lasso, y dijo que el embajador le transmitió su voluntad de “seguir colaborando con el proceso de vacunación”.

Pero el primer encuentro de Lasso con representantes de otros países fue el que mantuvo el martes, el día siguiente a su asunción, con una delegación estadounidense encabezada por la embajadora ante la Organización de las Naciones Unidas, Linda Thomas-Greenfield. El nuevo gobierno tiene claro que quiere tener en Washington un aliado.

También en ese diálogo la vacunación fue uno de los asuntos en la agenda. Al día siguiente, en una conferencia de prensa, el principal asesor del presidente estadounidense Joe Biden para América Latina, Juan González, que también participó en el encuentro, dijo que la región “va a ser un centro de atención” en los esfuerzos de su país “para combatir la pandemia”, y agregó que durante la charla con Lasso se recordó el compromiso de Washington de donar 80 millones de dosis de vacunas.

Si esas dosis llegan a tiempo, Lasso puede recibir una gran ayuda para cumplir con su promesa de vacunación en 100 días. Más difícil parece terminar con los femicidios o crear dos millones de puestos de trabajo.

Después de Lenín

Con la llegada de Guillermo Lasso a la presidencia, terminó en Ecuador el período de Lenín Moreno, un presidente que llegó con una alta popularidad personal y promesas de dialogar con distintos sectores a los que su antecesor, Rafael Correa, les cerró la puerta. Pero Moreno finalizó su mandato con un amplio rechazo popular, escaso diálogo, crisis económica y un país con fuertes deudas con el Fondo Monetario Internacional.

“No le debo nada a nadie. Jamás quise ser presidente de la República”, dijo Moreno en diciembre, cuando todavía estaba al frente del gobierno. El 5 de mayo, intervino en un Foro para la Defensa de la Democracia de las Américas en el que participaban gobernantes y exgobernantes de derecha en Miami, donde hizo otra declaración desacertada: “En algún momento una persona me manifestó, y me lo dijo de forma frontal como acostumbra la gente: ojalá tuviéramos un mejor presidente. Yo le dije: ojalá tuviera yo un mejor pueblo también”.

Su anécdota generó diversas reacciones de repudio, entre ellas la del defensor del Pueblo, Freddy Carrión: “No es justo para un pueblo tan noble como el ecuatoriano haber tenido que soportar tantas desgracias juntas, incluido usted, Lenín, que ha sido la peor”.

Un reflejo de la escasa simpatía que generó Moreno en los últimos tiempos fue la participación de su partido en estas elecciones. En 2018, Alianza País, el movimiento político fundado por Correa, se dividió, y el bando de Moreno se quedó con el nombre de la organización. En la campaña electoral de febrero, la candidata de Alianza País, Ximena Peña, llegó a tomar distancia de Moreno al decir: “Representamos lo mejor que se hizo en el pasado, la crítica de lo malo que se está haciendo en el presente”.

En estas elecciones Alianza País tuvo su peor resultado: quedó sin representación en la Asamblea Nacional y en noveno lugar entre los partidos, con 1,54% de los votos.