En el Frente Amplio (FA) sienten que lo que pasó con la recolección de firmas contra la ley de urgente consideración (LUC) los pone en un escenario diferente que hace un año y medio atrás. Mientras la coalición de izquierda comenzó el período de gobierno con la mirada puesta en la autocrítica y en la derrota de 2019, ahora el foco está en el futuro cercano.
La presidencia de Javier Miranda llegó a su fin y Ricardo Ehrlich asumió provisoriamente como coordinador, junto al grupo que venía acompañando la conducción. Ahora la fuerza política deberá decidir quién estará al frente del FA en el Congreso o en elecciones internas en diciembre.
¿Qué características deberá tener la próxima conducción? ¿Cuáles van a ser sus principales desafíos? “No hay ninguna magia”, responde el senador del Partido Comunista (PCU) Óscar Andrade, y explica que la futura presidencia del FA deberá acompañar los procesos que ya están en marcha, en particular el referéndum contra la LUC, y liderar el diálogo entre la fuerza política y el movimiento social y sindical.
“No veo que el FA discuta su renovación por fuera de la lucha contra la LUC o la que están dando los trabajadores de ALUR [Alcoholes del Uruguay] sobre la posibilidad de cierre de la planta Capurro. No veo a un país entregando el puerto y la soberanía, y el FA discutiendo en abstracto sobre su vínculo con la sociedad civil. La lección que nos dio la vida, y es maravillosa porque ordena toneladas de tomos de debate en la práctica política, es que hay algo que no falla: la militancia territorial, la organización desde el pie, el vínculo con el movimiento cooperativo, el movimiento sindical y los colectivos feministas”, agrega Andrade.
Una de las consecuencias de la campaña por la recolección de firmas fue la coordinación entre el FA, el PIT-CNT, la Intersocial Feminista, la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay, la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua y muchos otros. En el apartado de “Estrategia y perspectiva” del documento de autocrítica que se discutirá en el Congreso, se señala que la fuerza política deberá volver a conectar con los diversos grupos que integran el movimiento social. Eduardo Alonso, que forma parte de las bases de Montevideo, entiende que con la recolección de firmas se empezó a configurar el bloque amplio y valoró como positivo que el PIT-CNT fuera el gran articulador. “Lo logramos en base a paciencia, generosidad y empatía. Fuimos capaces de agregar a los 132 artículos que queríamos derogar tres que habíamos votado. ¿Por qué? Porque el PIT-CNT los necesitaba para poder tejer esa alianza. Esa es la principal experiencia que nos queda y el desafío para los próximos años. Se nos va la vida en eso”.
Para la senadora de Fuerza Renovadora Liliam Kechichian, la principal tarea que tendrá la próxima conducción del FA es rever la estructura. “Tenemos una estructura muy valiosa, pero las firmas obtenidas para derogar los 135 artículos de la LUC han demostrado que hay que pensar en cómo otras personas participan, opinan e incorporan cosas nuevas. Desde mi punto de vista, el FA que viene tiene que ser mucho más abierto”, apuntó.
El diputado y secretario general del Partido Socialista (PS), Gonzalo Civila, cree también que la recolección de firmas llevó al FA a una “autocrítica en la práctica”, que deja varias “claves fundamentales” para la conducción de la fuerza política. “Tiene que ser una conducción plural, con distintas organizaciones y militancias, recuperando la idea de la construcción del poder popular y desde abajo, y debe primar lo colectivo sobre lo individual; toda esta movida fue sin caudillos, sin nombres propios”.
La representación de las mujeres, un pendiente
Llevan más de 300 firmas juntadas y esperan conseguir muchas más de cara al plenario nacional, el 7 de agosto. La Unidad Temática de los Derechos de las Ciudadanas del FA presentará una propuesta para promover la paridad en todos los órganos de conducción política, tanto en la integración de la conducción provisoria como en el grupo de acompañamiento, que está integrado mayoritariamente por varones.
Silvana Rugger, vocera de la unidad temática, hace referencia a los logros recientes de las mujeres a la interna del FA y destaca como un punto de inflexión los cambios en la definición ideológica del FA, que hace cinco años incorporó en sus principios ser una fuerza política antipatriarcal y antirracista. Más recientemente, señala la aprobación del protocolo de actuación ante situaciones de violencia de género en el ámbito político y la designación de Margarita Percovich y Liliana Pertuy en el Tribunal de Conducta Política.
“Hay muchas mujeres excepcionales, pero tenemos una lógica partidaria de negociación en donde el negociador es varón. Esto de las firmas [para lograr la paridad en ámbitos de conducción] no es gratuito, hay un porcentaje enorme de mujeres que queremos cambiar la estructura”. Silvana Rugger, vocera Unidad Temática de los Derechos de las Ciudadanas.
Pero estos cambios no son suficientes, considera Rugger, y la elección de la coordinación interina dejó a la vista los problemas de representatividad de las mujeres en los cargos de decisión. “Hay muchas mujeres excepcionales, pero tenemos una lógica partidaria de negociación en donde el negociador es varón. Esto de las firmas no es gratuito, hay un porcentaje enorme de mujeres que queremos cambiar la estructura. La meta es tener una presidenta mujer y paridad en todos los órganos de conducción del FA”, apuntó.
Las juventudes con voz y voto
“Hay que pensar en el proyecto que queremos, antes que en la persona”, dice Valentina Buschiazzo, militante de la juventud del FA en Maldonado. “Si hablamos de proyecto, creo que tiene que ser una persona que pueda generar equipo con las estructuras departamentales, que pueda trabajar con personas de todas las edades, géneros y espacios políticos y, sobre todas las cosas, que pueda articular la coalición y el movimiento”.
“Tenemos que dejar la estructura tradicional que tenemos y empezar a laburar en equipos de trabajo, porque si seguimos con esta estructura presidencial-jerárquica-burocrática es difícil también incorporar a nuevas personas, sobre todo, en el interior”. Valentina Buschiazzo, militante de la juventud del FA en Maldonado.
Para ella, la próxima conducción va a tener que dialogar “fuertemente” con los movimientos sociales, y para eso, sostiene, es necesario cambiar la estructura “inflexible” del FA. Señaló que los jóvenes, uno de los principales actores de la recolección de firmas, no tienen ni voz ni voto en ningún espacio del FA. “Tenemos que dejar la estructura tradicional que tenemos y empezar a laburar en equipos de trabajo, porque si seguimos con esta estructura presidencial-jerárquica-burocrática es difícil también incorporar a nuevas personas, sobre todo en el interior”, afirma.
Asimismo, recordó que se conformaron grupos de personas que se acercaron durante la campaña electoral al FA –“Médicos con [Daniel] Martínez”, por ejemplo– pero luego se desarticularon. “Esa gente tiene que estar potenciando la estructura de la fuerza política. De alguna manera tenemos que permitirles la participación, pero sin estar atados a las reglas del partido, a la burocratización y a la poca flexibilidad. Si vos no generás incentivos para esa participación, la gente se va”, considera Buschiazzo.
La senadora del Movimiento de Participación Popular (MPP) Lucía Topolansky cree que el principal desafío de la próxima presidencia del FA es seguir conduciendo lo que es la “militancia en oposición”, que tiene su “expresión institucional, social y sindical”. Pero, además, en la misma línea, entiende que tiene que prestar atención a un fenómeno que apareció recientemente y que lleva el título de “colectivos”. “Es un grupo de gente interesada específicamente en un tema, con el que tenemos que vincularnos y conversar para ver cómo ese tema es parte de la propuesta general. Ahí hay mucha gente motivada”.
“Salir de La Huella de Seregni”
Las nuevas formas de comunicarse que promovió la pandemia potenciaron la participación en el FA, coinciden en diálogo con la diaria los delegados de las bases María José Rodríguez (Río Negro), Richard González (Canelones), Verónica Piñeiro y Eduardo Alonso (Montevideo).
González sostiene que la próxima conducción del FA tiene que lograr construir una fuerza política a nivel nacional. “Tenemos que salir de La Huella de Seregni. Precisamos un FA con los pies en todos los territorios, no una conducción en Montevideo. Eso es lo que nos falta y es un debe: ser un FA a nivel nacional y no metropolitano”, sostiene, y agrega que con la virtualidad lograron tener comisiones nacionales y no solamente metropolitanas.
“Nosotros pensamos que hay un paternalismo montevideano que debemos dejar de costado y terminar esa dicotomía de área metropolitana e interior, pero también de capital departamental con el resto de las localidades. Trabajar desde el interior con el interior”. María José Rodríguez, representante de las bases de Río Negro.
En tanto, Rodríguez va un paso más allá y opina que el trabajo de la próxima conducción debe potenciar al interior, pero no solamente desde las capitales departamentales o las principales ciudades, sino también desde los pequeños poblados o áreas rurales. “Nosotros pensamos que hay un paternalismo montevideano que debemos dejar de lado y terminar esa dicotomía de área metropolitana e interior, pero también de capital departamental con el resto de las localidades. Trabajar desde el interior con el interior”.
Otro de los aspectos que señalan es que la próxima dirección debe poner el acento tanto en la “coalición como en el movimiento”. Alonso sostiene que eso implica saber “en qué están los sectores y el movimiento”, pero también cambiar una lógica instalada: “Creer que si vos alineás a los cuatro grandes –PCU, PS, MPP y el reciente espacio formado por Asamblea Uruguay y Fuerza Renovadora– resolviste el problema del FA”. A su entender, “creer eso es absolutamente equivocado, porque el movimiento, nosotros, las bases, ocupamos un rol absolutamente trascendente, que está despegado de lo que tiene que ver con los sectores. Es necesario volver a la idea de que el FA es coalición y movimiento”.
En el mismo sentido opinó Piñeiro, quien entiende que quien conduzca deberá tener en cuenta a las dos partes del FA, la coalición y el movimiento, que es la “forma exitosa que lo ha hecho vivir estos 50 años y lo mantendrá vivo los años que vienen”.
Una conducción colectiva
El senador de Asamblea Uruguay José Carlos Mahía considera que la conducción del FA deberá abrirse, en su funcionamiento interno, a “los frenteamplistas de a pie, que no están dentro de la estructura y quieren tener incidencia sobre la orientación de la fuerza política”. Y, a su vez, deberá tener un respaldo colectivo para lograr la articulación con los movimientos sociales, pero también con los otros partidos políticos y el gobierno.
A su entender, eso depende de cómo se dé el proceso electoral interno. “Las últimas veces hubo multiplicidad de candidaturas y particularmente en la última hubo un grado de relativa paridad de apoyos, y sucede que a veces quien triunfa termina teniendo distancia con las otras partes del FA. Eso no debería pasar”, considera Mahía.
Miranda, quien era independiente dentro del FA, dijo a la diaria en febrero que muchas veces se sintió desilusionado por la falta de apoyos a la interna. “Creo que es bueno para la fuerza política que efectivamente haya liderazgos, y creo que la presidencia debería ser un espacio de liderazgo; yo no tuve la capacidad de lograr eso”, reconoció.
Para Andrade, existen liderazgos emergentes que tienen que participar en la conducción del FA para “fortalecerlo”. “No me imagino un próximo proceso de conducción del FA que no tenga una instancia regular con algunos compañeros, como Carolina [Cosse], Yamandú [Orsi], Mario [Bergara], Pacha [Alejandro Sánchez], [Gonzalo] Civila y yo. Tenemos que generar un espacio de coordinación, sin sustituir la estructura del FA, sino para complementarla. La historia de las organizaciones tienen dos líneas: la línea de la estructura orgánica y la línea de las confianzas políticas que hay que potenciar”.
Civila, por su parte, considera que el FA tiene que encarar un desafío “ético-político”, que implica trascender “individualismos y corporativismos sectoriales que a veces se nos han instalado en la izquierda. No poner por delante los proyectos personales respecto del proyecto común” y, en ese marco, “trabajar para ganar 2024, pero no como un objetivo en sí mismo, sino como un objetivo que cobra sentido en el marco de uno mayor: la transformación de la sociedad”.
“La nueva conducción del FA tiene que apoyarse en la coalición y en el movimiento, esto implica a los comités de base en primer lugar y a todas las formas que logren ensanchar espacios donde la gente pueda incidir y protagonizar. Ahí hay una diferencia de otras formas de construcción política de impronta más liberal, donde la participación solamente pasa por poner un voto en una interna. Esto es una concepción diferente y creo que hay que recuperarla”, apuntó Civila.
Para Topolansky, el FA tiene que recurrir a la histórica consigna de ser “unidad en la diversidad”. “Si cumplimos a rajatabla esa formulita de los viejos del 71, creo que podemos lograr estas metas y salir muy fortalecidos, porque el corazón militante está”, concluyó.