Los primeros prisioneros de la cárcel de Guantánamo llegaron allí el 11 de enero de 2002. Poco tiempo después, esa prisión alojaba más de 780 detenidos y se había convertido en un símbolo de la “guerra contra el terrorismo” que el presidente estadounidense George W Bush lanzó en respuesta a los atentados del 11 de setiembre de 2001.

Hoy se cumplen 20 años de esos ataques. Estados Unidos ya abandonó Afganistán, el país en el que fueron detenidos muchos de los prisioneros de Guantánamo, pero la cárcel en esa base naval estadounidense en Cuba sigue funcionando. Todavía quedan allí 39 presos.

Para cinco de ellos comenzó el martes una serie de audiencias previas a su juicio. Uno es Khalid Sheikh Mohammed, que ha sido calificado como el “cerebro” de los atentados del 11 de setiembre. Tanto él como Walid bin Atash, Ramzi bin al Shibh, Mustafá al Hawsawi y Ali Abdul Aziz Ali son acusados de haber participado en la planificación y ejecución de los atentados, que fueron reivindicados por Al Qaeda y en los que murieron más de 2.700 personas.

Los cinco prisioneros pasaron 15 años o más en Guantánamo. Fueron procesados en 2012, durante el gobierno de Barack Obama, y enfrentan cargos de conspiración, terrorismo, asesinato en violación de la ley de guerra y ataque a civiles. Las audiencias que continuarán la próxima semana en las instalaciones militares de Guantánamo deberían haber comenzado el año pasado, pero fueron postergadas a raíz de la pandemia de covid-19.

Están a cargo de tribunales militares especiales, las llamadas Comisiones Militares, que han sido cuestionadas porque son un sistema de justicia paralelo, que no se apega a las leyes de Estados Unidos, y porque funcionan en el mismo lugar donde los presos han sido sometidos a abusos y tortura.

Con sucesivos gobiernos

Durante su presidencia, Obama se propuso cerrar la cárcel de Guantánamo. Si bien redujo el número de detenidos de 240 a 40 (seis de ellos quedaron en libertad en Uruguay mediante un acuerdo con el gobierno de José Mujica), el cierre de la prisión fue bloqueado por la oposición republicana. El Congreso impidió el traslado de esos detenidos a territorio estadounidense.

Con Donald Trump en la presidencia, de 2017 a 2021, no hubo nuevas salidas de Guantánamo, y la administración actual, de Joe Biden, manifestó su voluntad de cerrar esa cárcel, pero no informó cómo piensa hacerlo.

La única novedad desde que asumió Biden fue el traslado de uno de los detenidos, Abdul Latif Nasir, a Marruecos, el país en el que nació. Nasir, que ahora tiene 56 años, se había unido a Al Qaeda en Afganistán y combatió allí contra el ejército estadounidense en 2001. A su llegada, se abrió en Marruecos un proceso en su contra por terrorismo.

Entrevistada por la agencia AFP, Alka Pradhan, abogada de varios prisioneros de Guantánamo, dijo que “no hay ninguna probabilidad de que haya un juicio justo” para ellos. La defensora manifestó: “Cuando Estados Unidos quiere hacer justicia, lleva a los sospechosos a los tribunales normales y los juzga con las mismas reglas que a los demás. En eso consiste nuestro sistema judicial. Cuando quiere ocultar cosas, lleva a la gente a Guantánamo y crea todo un tribunal nuevo, y eso es exactamente lo que pasó con estos hombres. No sólo están rotos física y mentalmente, sino que todo el proceso es corrupto”.

Todavía sigue clasificado como secreto un informe de más de 6.500 páginas acerca de las torturas a sospechosos de terrorismo de 2001 a 2009, que fue elaborado por el Comité de Inteligencia del Senado estadounidense. Pero en 2014, por impulso de la senadora Dianne Feinstein, que presidía el comité, se divulgó un resumen de unas 500 páginas.

De acuerdo con el documento, la CIA recurrió a detenciones ilegales y torturó a los prisioneros sometiéndolos a baños en agua congelada, submarino, y privación del sueño y la alimentación, entre otras prácticas. “Bajo cualquier definición que usemos del término, los detenidos de la CIA fueron torturados”, dijo por entonces Feinstein.

Obama canceló ese programa de detención y manifestó sobre los métodos que usó la CIA: “Son incompatibles con nuestros valores como nación y no contribuyen a nuestros esfuerzos contra el terrorismo ni a nuestros intereses de seguridad nacional”. Agregó que “estas técnicas hicieron un daño significativo a la posición de Estados Unidos en el mundo y hacen más difícil el cumplimiento de nuestros intereses y los de nuestros aliados y socios”.

Afganistán, 20 años después

Las dos décadas que se cumplen desde el 11 de setiembre coinciden con la retirada de Estados Unidos y la OTAN de Afganistán y el regreso al poder de los talibanes, el movimiento que gobernaba ese país en 2001 y al que Washington acusó de proteger a Al Qaeda y a su líder, Osama bin Laden. La salida de las tropas fue acordada por el gobierno de Trump bajo la condición de que el Talibán no permitirá que dentro del territorio afgano se planeen acciones contra Estados Unidos y sus aliados.

El gobierno interino que anunciaron los talibanes, con el mulá Hassan Akhund como presidente y el mulá Abdul Ghani Baradar como jefe de gabinete, incluye a varios exprisioneros de Guantánamo. El ministro de Defensa, Abdul Qayuum Zakir, se unió a los talibanes en 1997 y fue detenido en 2001 y enviado a Guantánamo. De allí fue trasladado a una cárcel afgana y en 2008 quedó en libertad. A partir de entonces se convirtió en un hombre cercano al mulá Muhammad Omar, por entonces líder del Talibán.

También ocuparán cargos en el nuevo gobierno cuatro exprisioneros de Guantánamo que en 2014 fueron liberados en un canje de detenidos, informó CNN. Noorullah Noori será ministro de Fronteras y Asuntos Tribales, Abdul Haq Wasiq ocupará el cargo de director de Inteligencia, Khairullah Khair será ministro de Información y Cultura, y Mohammad Fazil Mazloom, subsecretario de Defensa. A ellos se suman otras autoridades, como el nuevo gobernador de la provincia de Khost, Mohammed Nabi Omari, que también, en su momento, fueron presos de Guantánamo.

En busca de las víctimas

Esta semana fueron identificadas en Nueva York dos nuevas víctimas de los atentados del 11 de setiembre de 2001, según anunció el martes la Oficina de Medicina Forense de la ciudad de Nueva York. De las 2.753 personas que murieron en esos ataques, todavía falta identificar los cuerpos de 40%. La víctima número 1.646 es Dorothy Morgan, una mujer afrodescendiente que trabajaba en una empresa de seguros en una de las Torres Gemelas, y que estaba desaparecida desde los atentados. La víctima 1.647 es un hombre cuya familia pidió que no se divulgue su nombre.

La titular de la oficina forense, Barbara Sampson, manifestó en un comunicado: “No importa cuánto tiempo pase desde el 11 de setiembre de 2001, nunca lo olvidaremos, y nos comprometemos a usar todas las herramientas a nuestra disposición para asegurarnos de que todos a los que perdimos puedan volver a reunirse con sus familias”.

Hoy, como todos los años, en la llamada “zona cero” se leerán los nombres de quienes murieron hace 20 años para conmemorar lo ocurrido, y dos haces de luz recordarán el lugar en el que estaban las Torres Gemelas.