El día en que se conmemora la independencia de Brasil, el martes, están previstas manifestaciones a favor del gobierno de Jair Bolsonaro, que intenta exhibir el respaldo de sus seguidores en las calles. Las protestas están convocadas en defensa del voto impreso –después de que el Congreso rechazó un proyecto del gobernante para implementarlo– y en contra de la actuación del Supremo Tribunal Federal, que investiga a Bolsonaro y su entorno por varios delitos.
Aunque el gobernante tiene apenas 25% de respaldo en los sondeos, cuenta con un núcleo duro de seguidores, algunos de los cuales defienden una intervención militar contra el Congreso y el Supremo Tribunal Federal. El viernes Bolsonaro reiteró su llamado a salir a las calles, y dijo que el 7 de setiembre “el pueblo” les dará un “ultimátum” a quienes “desafían la Constitución”.
“Nosotros no precisamos salir de las reglas de la Constitución. Allí tenemos todo lo que necesitamos. Pero si alguien quisiera jugar afuera de esas reglas, entonces nosotros mostraremos lo que podemos hacer”, dijo el presidente.
Quiso aclarar que él no critica al Poder Judicial sino a “personas”, en alusión a dos ministros del Supremo Tribunal Federal, Alexandre de Moraes y Luis Roberto Barroso. “Dudo que aquellos que se atrevan a desafiarnos, desafiar la Constitución, faltar al respeto al pueblo brasileño sepan volver a su lugar”, dijo Bolsonaro. “Tienen que entender su lugar”, dijo, y consideró que el martes “será su ultimátum”.
Este tipo de discurso, que Bolsonaro ha reiterado los últimos días, está generando tensión y preocupación en Brasil. Entre muchas otras reacciones, motivó el mensaje emitido por la Confederación Nacional de Obispos de Brasil a los cristianos en que insta a que “no se dejen convencer por quien agrede a los poderes Legislativo y Judicial”, y la decisión del gobierno de San Pablo de disponer un gran despliegue policial para prevenir hechos violentos ante la convocatoria del presidente.