En el marco de la gira que está realizando por Hungría y Eslovaquia, el papa Francisco visitó este domingo Budapest, ciudad en la que permaneció sólo siete horas y a la que acudió para cerrar el Congreso Eucarístico Internacional.
Durante un discurso que realizó en la Plaza de los Héroes de la capital magiar ante decenas de miles de fieles, el religioso argentino llamó a Hungría a “extender sus brazos hacia todos”, en una aparente crítica velada hacia las políticas contra los migrantes impulsadas por el presidente del país, el ultraderechista Viktor Orbán, con quien el pontífice se había reunido horas antes, informaron agencias internacionales.
Orbán, quien está al frente del Ejecutivo del país centroeuropeo desde 2010, definió a su gobierno como un defensor de la civilización cristiana en Europa y un baluarte contra la migración de países de mayoría musulmana. En 2015, rechazó las propuestas para recibir a refugiados de Medio Oriente y África y mandó instalar una valla a lo largo de la frontera sur de Hungría para mantener alejados a los solicitantes de asilo que intentaban ingresar a la Unión Europea.
Contrastando con Orbán, Francisco llamó a los húngaros a permanecer firmes en sus raíces religiosas, pero no de una manera defensiva que los separe del resto del mundo.
“El sentimiento religioso ha sido el alma de esta nación, tan apegada a sus raíces. Sin embargo, la cruz, plantada en la tierra, no sólo nos invita a estar bien arraigados, sino también a levantar y abrir los brazos hacia todos”.
Además, Francisco advirtió contra un resurgimiento del antisemitismo en Europa, y al respecto dijo que se trata de “una mecha que no se debe permitir que se encienda”.
Jorge Bergoglio llamó a cristianos, judíos y personas de otras religiones a comprometerse a promover una mayor fraternidad, “para que nunca prevalezcan los estallidos de odio que destruirían esa fraternidad”.
El gobierno de Orbán, entre otras cosas, fue acusado reiteradamente de hacer críticas contra los judíos húngaros, centradas en el magnate George Soros, estadounidense, pero nacido en Budapest, a quien el gobierno acusa con frecuencia de inmiscuirse en los asuntos internos del país.