Este domingo culminó el proceso de votación que se había iniciado el viernes en Rusia para renovar la totalidad de los escaños de la Duma, la cámara baja del Parlamento.

La Comisión Electoral Central informó que tras el recuento de 25% de los votos, Rusia Unida, el partido que lidera el presidente Vladimir Putin, obtuvo 44,25% de los apoyos, por lo que, como era previsible, seguirá siendo la fuerza mayoritaria. En segundo lugar, con casi 25% de las adhesiones, se ubicó el Partido Comunista, liderado por Gennady Zyuganov, y tercero, con 9%, quedó el Partido Liberal Demócrata de Rusia, sector derechista que tiene como cara más visible a Vladimir Zhirinovsky.

Estos resultados se dieron a conocer tras el cierre de los circuitos electorales en las 11 zonas horarias que tiene Rusia, el país más grande del mundo. La última región en cerrar la votación fue la de Kaliningrado, un enclave portuario ruso en el mar Báltico que está separado del resto del país y que limita con Polonia y Lituania.

Estas elecciones, en las que aproximadamente 110 millones de ciudadanos rusos estaban habilitados para votar, se realizaron durante tres días por la pandemia de coronavirus, con la finalidad de evitar aglomeraciones. Sin embargo, varios sectores de la oposición dijeron que esta extensión de los comicios únicamente fue utilizada por el gobierno para perpetrar un fraude electoral.

Sobre este punto, la agencia Reuters informó que se realizaron cerca de 3.800 denuncias de irregularidades durante estas elecciones.

Golos, un organismo de control electoral independiente, dijo que había registrado muchas anomalías durante la votación, incluidas amenazas contra los observadores y el relleno de algunas urnas con papeletas. De hecho, ejemplos flagrantes de esas irregularidades circularon en las redes sociales, con algunas personas grabadas mientras metían papeletas en las urnas.

La Comisión Electoral Central comunicó que efectivamente se registraron casos de manipulación de papeletas en ocho regiones y que los resultados de esos colegios electorales serán anulados.

A pesar de haber perdido votantes en comparación con 2016, cuando obtuvo casi 55% de los votos, desde el Kremlin se utilizará esta victoria popular de Rusia Unida como la muestra de un apoyo firme y generalizado al presidente Putin, quien lleva como presidente y primer ministro 22 años y cuenta con una gran popularidad entre vastos sectores de la sociedad rusa.

Estas elecciones parlamentarias fueron calificadas por muchos como una pantomima, debido a que numerosos sectores opositores no pudieron presentar sus candidaturas, siendo el más notorio el caso de Alexei Navalny, quien actualmente se encuentra encarcelado.

De hecho, una aplicación digital creada por el equipo del dirigente, llamada Navalny, fue eliminada el viernes de las tiendas virtuales de Google y Apple, a pedido expreso del gobierno ruso.

El proyecto, que funcionaba desde 2019, llevaba al usuario directamente a una plataforma llamada Voto Inteligente que recomendaba apoyar a los candidatos con más posibilidades de derrotar al representante de Rusia Unida en cada uno de los distritos del país.

Ingresando el número de distrito, el usuario accedía a la lista de candidatos recomendados. Tanto Google como Apple debieron acceder al pedido del gobierno, ya que las autoridades amenazaron a ambas compañías estadounidenses con severas sanciones económicas si no retiraban la aplicación, porque aducían que con su producto estaban interfiriendo en las elecciones.

En esa línea, el vocero del Kremlin, Dmitri Peskov, criticó el proyecto y lo definió como un “intento de provocación que, en realidad, daña los intereses de los electores”, según consignó la agencia Associated Press.

“Cedieron al chantaje del Kremlin”, comentó el equipo de Navalny en su canal de Telegram, luego de ver que la aplicación ya no estaba disponible para los usuarios.

Otros simpatizantes de Navalny también acusaron a Google y Apple de ceder a la presión del gobierno de Putin, e incluso Ivan Zhdanov, un reconocido aliado del opositor encarcelado, calificó la acción de las empresas como un error y un vergonzoso acto de censura política.