Después de llamar a desconocer los fallos del Supremo Tribunal Federal (STF), de arengar a seguidores que pedían una intervención militar contra esa corte y el Congreso, y de amenazar a jueces, Jair Bolsonaro dio marcha atrás en su discurso. En una “Declaración a la nación” manifestó que respetará las instituciones democráticas y atribuyó sus dichos anteriores al “calor de momento”.

El giro en el discurso de Bolsonaro desconcertó a algunos de sus partidarios, y los más radicales manifestaron su decepción públicamente. Uno de ellos, el pastor Jackson Vilar, que organizó varias marchas de motos en San Pablo a favor del gobierno, en algunas de las cuales participó el presidente, dijo que no confía más en Bolsonaro y lo trató de “cobarde”.

“Confíen en el capitán”, se leía en una imagen que divulgó en redes sociales uno de los hijos del presidente, el edil de Río de Janeiro Flávio Bolsonaro. Pero las críticas continuaron. Ayer el propio presidente contestó a quienes le reprochan el cambio de discurso. Negó que hubiera una marcha atrás y dijo que no es posible “ir a todo o nada”. Frente a sus seguidores, en el Palácio do Alvorada, manifestó que hay que volver a la normalidad.

Afirmó que el martes fue un “gran día”, cuando se conmemoró la independencia de Brasil y se desplegaron grandes manifestaciones a favor de Bolsonaro, aunque finalmente no fueron tan masivas como el presidente hubiera querido. Según citó el medio brasileño Poder 360, Bolsonaro le dijo a sus seguidores que esa imagen quedó “para todo el mundo” y que “no fue en vano” haber participado en las protestas.

Bolsonaro llamó a los camioneros que bloqueaban rutas de Brasil para apoyarlo, a que liberaran el tránsito, el jueves, y ayer manifestó que tuvo que hacerlo porque de lo contrario esas movilizaciones iban a afectar la economía.

La mano de Temer

Según informó O Globo, el cambio de actitud de Bolsonaro se debió a que algunos integrantes de su equipo ‒el ministro Ciro Nogueira, de Casa Civil, Flávia Arruda, de la Secretaría de Gobierno, y el procurador general de la Unión, Bruno Bianco‒ le transmitieron que ya era insostenible la situación de tensión que se había generado con el STF y el Congreso. Se estaban estancando iniciativas del gobierno en el ámbito judicial y en el parlamentario, y la posibilidad de un juicio político al presidente parecía cobrar fuerza.

Desde que Bolsonaro está en el gobierno se presentaron más de 130 iniciativas de impeachment con miras a destituirlo. Pero sólo puede ponerlas a consideración del Congreso el presidente de la Cámara de Diputados, Arthur Lira, quien por ahora las ha encajonado. Ni siquiera las rechazó, lo cual habilitaría la posibilidad de impugnar su decisión, sino que simplemente no se pronunció sobre ellas. Incluso esta semana, cuando criticó a Bolsonaro sin aludirlo directamente, Lira no se refirió a los pedidos de impeachment.

El presidente, que contaba con 26% de apoyo popular antes de esta semana crítica, llegó a su “Declaración a la nación” con la ayuda del exgobernante Michel Temer, que gestionó un acercamiento entre él y Alexandre de Moraes, uno de los integrantes del STF a los que más cuestionó y amenazó el presidente. Según informó la prensa de Brasil, Temer también ayudó a redactar parte de la carta pública. Ayer, en entrevista con CNN Brasil, reforzó su apoyo al gobernante al decir públicamente que cree, tal como argumenta Bolsonaro, que sus dichos fueron “cosa del momento”.

Rechazo general

La mayoría de la oposición política hace otra lectura. Pese al texto en el que Bolsonaro declara su respeto a la constitución y a las instituciones democráticas, y en el que incluso elogia a De Moraes, para la presidenta del Partido de los Trabajadores (PT), Gleisi Hoffmann, “nadie pone en tensión las instituciones y amenaza la democracia sólo por el ‘calor del momento’”.

El jueves de noche, en una transmisión en vivo en redes sociales, Bolsonaro volvió a la carga contra otro de los integrantes de la principal corte del país, Roberto Barroso, y dijo que sus “palabras bonitas” en defensa del voto electrónico “no convencen a nadie”, según publicó Carta Capital. Bolsonaro insiste en poner en cuestión el sistema de voto electrónico y proclamar que sin papeletas impresas las elecciones de 2022 serán fraudulentas.

Para Hoffmann, “la naturaleza de Bolsonaro es golpista, antidemocrática”, y sus dichos “no inspiran la menor confianza”. Agregó: “Tenemos que mantener la defensa permanente de la democracia frente al riesgo que él representa”.

El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva dijo que “nunca en la historia de Brasil un presidente tuvo tantas razones para ser sometido a un impeachment como Bolsonaro”. Según informó el PT, Lula enumeró entre esas razones los ataques a las instituciones y a la democracia, su involucramiento con milicias y con el escándalo de corrupción de las “rachadinhas”, la operación de desinformación en redes sociales conocida como “el gabinete del odio”, y la manera en que se condujo frente a la pandemia de covid-19. “Los partidos políticos deben exigir la apertura del proceso de impeachment. El pueblo brasileño no se merece y no puede seguir sufriendo en este gobierno de destrucción”, dijo Lula.

Por su parte, Guilherme Boulos, excandidato a la presidencia por el Partido Socialismo y Libertad (Psol) y dirigente del Movimiento de los Trabajadores sin Techo, manifestó en Twitter: “No es la primera vez que Bolsonaro retrocede. Siempre ha avanzado de nuevo. No se detendrá solo. Solamente con un impeachment”.

Cuatro de las grandes centrales sindicales de Brasil, Fuerza Sindical, Unión General de los Trabajadores, Central de los Sindicatos Brasileños y Nueva Central Sindical de Trabajadores, pidieron públicamente el juicio político el miércoles, y una quinta, la Central Única de los Trabajadores, ya había transmitido su posición de rechazo al discurso de Bolsonaro. También la poderosa Federación de Industrias del Estado de San Pablo, la mayor patronal de Brasil, manifestó su “gran preocupación por la escalada de la tensión entre las autoridades públicas” y pidió “serenidad”, “pacificación” y que “que todos los ocupantes de cargos relevantes de la República sigan lo que impone la Constitución”.

El miércoles de noche, nueve partidos se reunieron para discutir el modo de impulsar un movimiento nacional por el juicio político al presidente, según informó el PT en su página web. Participaron también el Psol, el Partido Democrático Laborista, el Partido Socialista Brasileño, el Partido Comunista, Solidaridade, el Partido Verde, Rede y Cidadania, además de dirigentes sociales. Otras organizaciones políticas, entre ellas el Partido de la Social Democracia Brasileña, habían convocado reuniones de su dirigencia nacional para definir sus posiciones frente al impeachment.

Al aislamiento, se agregan otros problemas que el gobierno de Bolsonaro debe enfrentar. Ayer el ministro de Economía, Paulo Guedes, reconoció que la inflación está en su peor momento y que el “barullo político” en Brasil afecta el escenario económico.