Más parejas que lo previsible resultaron las elecciones generales realizadas este domingo en Alemania.

De acuerdo a las primeras proyecciones, el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD, por sus siglas en alemán) fue la fuerza más votada, con 25,8% de los votos; la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y sus socios de Baviera, la Unión Social Cristiana (CSU), quedaron segundos, con 24,1% de las adhesiones; terceros se ubicaron Los Verdes, con 14,6%; los liberales del Partido Democrático Libre recogieron 11,6% de los apoyos; los ultraderechistas de Alternativa para Alemania (AfD), 10,5%; y La Izquierda quedó en sexto lugar, con apenas 5%.

Ante este panorama, sin un claro ganador, el sucesor de la canciller Angela Merkel, ya sea el postulante del SPD, Olaf Scholz, o el de la CDU, Armin Laschet, tendrá que salir a negociar con los líderes de otros partidos para poder conformar un gobierno, tarea que se espera que lleve varias semanas. Los socialdemócratas del SPD, sin duda, son los que mejor parados salieron de los comicios. Subieron casi cinco puntos porcentuales respecto de las elecciones de 2017 y su líder, Scholz, quien actualmente es el número dos en el gobierno de Merkel y su ministro de Finanzas, tiene el número uno para ser el nuevo canciller alemán. Tras conocerse los resultados, el secretario general socialdemócrata, Lars Klingbeil, dijo que su partido, al ser el más votado, se siente legitimado para formar una coalición de gobierno.

“El SPD tiene el mandato de gobernar. Queremos que Olaf Scholz sea canciller”, aseguró el dirigente. Por su parte, Laschet convocó durante un discurso ante votantes de su partido en Berlín a otros sectores políticos para poder forjar una coalición “contra un gobierno de izquierda”. Pero si bien no quedaron muy por detrás de sus rivales socialdemócratas, el golpe electoral para los democratacristianos fue fuerte, ya que perdieron casi nueve puntos tomando como referencia las anteriores elecciones.

Ante el escenario de paridad planteado las opciones son varias, pero desde todos los sectores se apuntó a la necesidad de formar un gobierno antes de Navidad. En esa fecha es habitual que los cancilleres briden un mensaje a la población y se estima que sería positivo que sea el remplazante de Merkel quien dé ese saludo, como símbolo del comienzo de una nueva era política en el país, la economía más grande de Europa Occidental y la locomotora de la Unión Europea.

Hasta entonces, Merkel seguirá al frente del Ejecutivo del país, como lo ha estado durante los últimos 16 años. Pero el proceso puede llevar tiempo. En 2017, cuando fue elegida la actual mandataria por última vez, las conversaciones se prolongaron por casi tres meses, hasta que finalmente los dos grandes partidos, la CDU y el SPD, terminaron acordando un gobierno conjunto, algo que en el actual escenario no parece ser una posibilidad cercana.

El único partido que no será convocado para negociar ni por Scholz ni por Laschet es la AfD, formación de extrema derecha que, si bien bajó su caudal de votos respecto de 2017 –pasó de 12,6% a 10,5%–, nuevamente accederá al Parlamento y se convirtió en la fuerza política mayoritaria en el estado federal de Turingia, ubicado en el centro-este del país y que antiguamente formó parte de la desaparecida República Democrática Alemana. Su agresivo discurso nacionalista, antieuropeo, islamófobo y contrario a la inmigración en general ha captado una parte de los votos, pero también los dejó como parias dentro del sistema político germano, en cuyo gobierno es inadmisible que ingrese un sector con esta ideología.

Pero sí están abiertas las opciones de una coalición semáforo, como se denomina en Alemania a la unión del SPD, cuyo color emblemático es el rojo, los liberales (amarillo) y Los Verdes. También está abierta, aunque con menos chances, la coalición Jamaica, en referencia a los colores de la bandera del país caribeño. Esta opción agrupa a la CDU, identificado con el color negro, a los liberales y a Los Verdes. Estos dos últimos partidos serán la llave de un nuevo gobierno y ahí entrará el juego político en el cual los potenciales cancilleres tendrán que negociar y acercar posiciones.

El SPD eventualmente podría apelar a algún contacto con La Izquierda, pero el decepcionante desempeño en las urnas de ese sector, que pasó de 9,25% al 5%, lo convirtió en una opción bastante poco seductora para estar en el gobierno.