Mientras que los sectores que integran la Convocatoria Seregnista-Progresistas (CSP) avanzan hacia una definición por la precandidatura de Mario Bergara, otras corrientes frenteamplistas que también reivindican el legado del general Liber Seregni (1916-2004) mueven sus fichas.

La Dirección Nacional de la Vertiente Artiguista decidió en febrero impulsar la creación de un “espacio artiguista” para disputar “el centro político desde una perspectiva de izquierda” y respaldar la precandidatura de Yamandú Orsi desde el seregnismo. En las próximas semanas habrá novedades sobre la conformación de este espacio, adelantó el senador vertientista Enrique Rubio.

Por otra parte, algunos dirigentes más cercanos a la administración de Carolina Cosse, como el exsubsecretario de Economía, Pablo Ferreri, también reivindican el legado de Seregni (“es de todos y no es de nadie”) y consideran importante que todas las precandidaturas frenteamplistas en la elección interna de 2024 presenten corrientes con esa impronta.

Rubio consideró que el seregnismo es un “patrimonio común” de todo el Frente Amplio (FA) y tiene una “profunda transversalidad” al interior de la coalición de izquierda, a pesar de que algunas corrientes lo reivindican “con mayor énfasis que otras”.

¿Dónde sitúa el origen del “seregnismo” como corriente de pensamiento?

Lo primero que pienso es en la Generación 83, en quienes fueron a hacerle la guardia a Seregni cuando salió de la cárcel. Esa generación se ha ido diversificando hacia un conjunto de sectores políticos muy amplios dentro del FA. Seregnistas fervientes hay muchos, podría dar dos ejemplos muy claros: Mariano Arana y Danilo Astori. Pero hay muchos más, por suerte. Es una expresión plural que políticamente no es de ningún sector. Es como si nosotros pretendiéramos que Artigas fuera patrimonio nuestro. Lo mismo sucede con Seregni: no es patrimonio de ninguna corriente o sector político.

¿En qué aspectos de la vida política se plasma esa identificación con Seregni?

En nuestro caso, nos sentimos totalmente identificados con la impronta ética de Seregni. También con la mirada estratégica permanente, por encima del tiempo inmediato y más allá de las fronteras partidarias. Y por la actitud renovadora. Seregni fue un permanente actualizado y actualizador. En ese sentido, tuvo una incidencia muy importante en el FA. Por otro lado, fue un cultivador de la unidad interna del FA. Por eso el seregnismo tiene expresiones múltiples y se sigue diversificando en distintas corrientes. Es claramente un apellido de uso compartido. No hay que confundir el patrimonio ideológico, político, cultural, ético y estratégico de Seregni con las opciones electorales. No es ni siquiera un cruce posible, porque sería contradictorio con el pensamiento del propio Seregni, que siempre estuvo pensando en la mañana siguiente, que en realidad eran las décadas siguientes. Es un pensamiento de alto vuelto, que iba mucho más allá de las coyunturas electorales.

Una noción sobre seregnismo está vinculada a captar sensibilidades de centro, esa posibilidad de ser la puerta de entrada al FA a las personas identificadas con el batllismo y el wilsonismo. Otra noción la asimila más a la práctica política, a lo que usted mencionaba sobre la ética. ¿Cuál de las dos es más importante?

Las dos cosas son importantes. Seregni siempre estuvo muy atento a las manifestaciones más progresistas de los partidos tradicionales. Progresista es un término que se popularizó después, pero un gran difusor de la idea de “progreso” fue Carlos Quijano, y Seregni abreva mucho en esas aguas. El quijanismo tuvo mucha influencia en Seregni, así como el batllismo, que es su raíz primera. También estaba presente cuando Seregni les hablaba a “los orientales”, que era una forma de mirar más allá de las fronteras, apelando hacia afuera. Seregni procuró conjugar eso con una impronta frentista muy fuerte. Había dos caras: una actitud de realismo político, de cuál es el programa viable y el lenguaje que llega a todo el país, y las transformaciones que pueden ser adoptadas por las grandes mayorías nacionales. Ese pensamiento no era sólo de Seregni, siempre estuvo muy extendido en el FA y ha tenido sucesivas expresiones diferentes, como el Encuentro Progresista o, antes, la Concertación para el Desarrollo. Se trata de alcanzar un equilibrio entre una política de identidad y la apertura hacia otros sectores, procurando adhesiones políticas que permitan llegar a las mayorías. Pero no identificaría al seregnismo con el centrismo. Seregni miraba y cultivaba los vínculos con el centro pero siempre desde la izquierda. Así como acordó en determinadas circunstancias, en otras se opuso de forma ferviente y tajante. En esta historia hay mucha riqueza.

¿Qué implica esto en términos de la discusión económica? ¿El seregnismo fue interpretado por el astorismo en la conducción económica del período 2005-2020?

El FA tuvo una inflexión programática profunda en 1984. Ahí pesaron mucho figuras como Danilo Astori o Alberto Couriel, y otros compañeros que trabajaron en la Comisión de Programa. Eso fue teniendo sucesivas transformaciones, pero la más profunda vino de la práctica. El ejercicio del gobierno nos dio los límites y las posibilidades. Pero no asimilaría al seregnismo con un programa. Seregni, como estratega y por su formación artiguista y militar, defendía la noción de un Estado fuerte, impulsor de las políticas de desarrollo. Eso efectivamente se fue incorporando en todo el FA. Seregni comenzó adhiriendo al programa común del FA, que era el del Congreso del Pueblo de 1965 y que después se adoptó en 1971, pero después adhirió y defendió con fuerza toda la renovación programática del 84. Esa capacidad de renovación fue permanente en Seregni, porque su impronta era la ruptura de todo esquematismo. Hay una actitud antidogmática muy apegada a la realidad que conjugaba muy bien con horizontes del cambio profundo. Todo esto representa la figura de Seregni. Asimilar su figura a una sola corriente política será estrecharla. Lo mismo pasa con la figura de Arana o de Tabaré. Hay que tener reconocimiento de lo que son los patrimonios comunes.

¿Visualiza que todas las precandidaturas del FA en 2024 buscarán tener manifestaciones seregnistas en su oferta electoral?

Visualizo con claridad que más de una precandidatura va a estar apelando al legado del seregnismo. Lo harán con mayor o menor destaque, no lo sé. Y no sé si será una transversalidad total, pero la transversalidad va a existir y de manera importante.

¿Es diferente a otras elecciones internas?

Es diferente, porque en anteriores elecciones gravitaron mucho más otros liderazgos históricos, que sin dudas van a estar, pero en el marco de un recambio generacional. Pienso en Pepe Mujica, el propio Danilo, también Mariano [Arana]. Vamos a una elección interna con recambio generacional y sin la presencia de Tabaré. Visualizo una elección interna con muchas referencias a las raíces y al patrimonio común. En ese contexto, Seregni aparece como una figura muy restallante.

¿Va a estar más disputado el “seregnismo” que el “vazquismo”?

Es posible. Porque el seregnismo está en la raíz, en el nacimiento del FA. El vazquismo viene después y también con una fuerza enorme, pero el seregnismo está en el espíritu fundacional. El FA nació como coalición, no era coalición y movimiento. Se convirtió en movimiento y en una identidad que absorbió a los sectores. Ahí se invirtió la relación entre corrientes y pacto común. Esa fue la experiencia que se forjó espiritualmente en la resistencia a la dictadura. Entonces si uno apela a los orígenes y si mira la génesis, la figura común era Seregni.

La visión de Pablo Ferreri

En los gobiernos del FA, Ferreri fue director de Rentas y subsecretario del Ministerio de Economía y Finanzas. Se considera un frenteamplista independiente, pero antes integró el Nuevo Espacio y fue uno de los dirigentes más importantes del Frente Liber Seregni, liderado por Danilo Astori. Hoy trabaja en la gestión departamental de Cosse, como coordinador de la Comisión de Inversiones de la Intendencia de Montevideo.

¿Qué implica definirse como seregnista en el Uruguay de 2023?

En primer lugar, creo que el seregnismo sigue siendo un concepto muy válido para colocarse en la discusión política. Tiene que ver con posturas políticas, pero sobre todo es una actitud ética sobre cómo concebir la acción política. La ética de la responsabilidad antes que todo. La enseñanza de Seregni en esa línea es muy fuerte. Antes que todas las cuestiones internas de la fuerza política, siempre por delante a Uruguay, asumiendo que nuestros actos influyen en el futuro. Esa mirada larga, con el principal foco puesto en el país, más allá de los intereses partidarios, sectoriales o personales, me parece que sigue siendo fundamental. Por suerte, el seregnismo no es patrimonio de nadie, y estamos todos mejor cuando ese legado permea y campea por todo el FA. Cuanto más actitud seregnista haya, más allá de las opiniones por temas puntuales, mejor para el FA, pero sobre todo mejor para el país.

¿El seregnismo tiende hacia el centro del espectro político?

Yo lo asimilo más a una forma de hacer política, a dónde ponemos el foco. Es algo que va más allá de una postura puntual sobre un tema, como puede ser el debate económico en la interna del FA, que siempre es importante. Me parece que el legado de Seregni trasciende eso.

¿Es posible que todas las precandidaturas del FA procuren tener expresiones “seregnistas”?

Recién decía que cuanto más seregnismo haya en todo el FA, mejor será para todos. Siendo coherente con eso, sería importante que todas las precandidaturas tengan también esa mirada. Sería algo muy positivo, no sólo para el FA sino para todo el país. Ojalá que todos puedan resaltar esa mirada. No tengo dudas de que todos los nombres que están en danza tienen una preocupación por Uruguay y por la mañana siguiente. Por eso insisto: el legado de Seregni es de todos y no es de nadie en particular.

Algunos dirigentes del actual gobierno sostienen que ya no queda seregnismo en el FA o que perdió la pulseada con otras corrientes. ¿Qué opina?

Creo que son más chicanas políticas, que se dan cuando nos encaminamos a una campaña electoral. No creo que sean conceptos a los que haya que darles una verdadera atención. Seregni fue siempre el primer frenteamplista, por lo tanto el seregnismo tiene su lugar en el FA y no en otro lugar. Y mucho menos en esta coalición de gobierno; basta ver a la ministra de Vivienda entregando discrecionalmente una casa a una militante de su partido para entender lo que estoy diciendo. Si hay un lugar donde no hay seregnismo, es en la coalición de gobierno.