Líderes políticos y sociales que visitaron Uruguay para asistir a la asunción del nuevo gobierno participaron el viernes en el foro “Democracia, desarrollo e igualdad en un mundo en transformación”, organizado por el Frente Amplio (FA) y la Fundación Liber Seregni. Entre los referentes de la izquierda y el movimiento sindical de distintos países asistieron la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, diputados argentinos y españoles, y distintos dirigentes de Chile, Perú, Paraguay y Brasil.

Además de saludar el triunfo electoral de Yamandú Orsi y Carolina Cosse, los oradores en este foro se refirieron a los desafíos que enfrenta hoy la democracia en el mundo, con la concentración de la riqueza, el creciente poder de figuras como el millonario Elon Musk, el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y, más cerca, el gobierno de Javier Milei en Argentina o el bolsonarismo en Brasil.

El presidente del FA, Fernando Pereira, fue el primero de los oradores y llamó a que las izquierdas, cuando llegan al gobierno, impulsen políticas de integración internacional “que le cambien la vida a la gente”. Consideró: “Si no somos capaces de eso, seremos muy internacionalistas en los discursos y muy poco internacionalistas en la práctica”. Señaló que la derecha tiene menos prejuicios e impedimentos para su coordinación.

Constanza Martínez, la presidenta del Frente Amplio de Chile, al que pertenece el presidente Gabriel Boric, afirmó que en el escenario global hay una “crisis generalizada del capitalismo”, con una precarización del trabajo y desafíos como la inteligencia artificial y la crisis climática. Al mismo tiempo, “se habla mucho de la importancia de las redes sociales, y ha quedado por demás demostrado que las redes sociales tienen dueños, poderosos, que son capaces de tomar definiciones en uno de los imperios más importantes en este momento”.

A esto se agrega “el acecho de las ultraderechas, pero también de las derechas en general”, porque a veces, aunque cambien de apariencia, “defienden los mismos poderes económicos desde hace siglos”.

Martínez llamó a la izquierda a no estigmatizar a quienes “buscan en esas alternativas políticas cierto grado de certeza”, porque “la propia ciudadanía tiene contradicciones”. Es posible que una crisis de seguridad acerque a un votante a la ultraderecha a pesar de que esa misma persona coincide con algunas propuestas de la izquierda, dijo.

Consideró que la integración regional es “imprescindible para esta izquierda del siglo XXI, porque enfrente tenemos una derecha muy coordinada”, y porque hay fenómenos como el del crimen organizado que no pueden resolverse sin un acuerdo entre los países.

Otro de los oradores, el expresidente colombiano y extitular de la Unasur Ernesto Samper, dijo que el mundo enfrenta varias crisis, pero destacó una que calificó de “apocalíptica”, que es el regreso de Trump al gobierno. En su opinión, “le plantea al mundo una crisis moral”, porque “todo lo que construimos después del año 45, en posguerra, como un sistema normativo de convivencia, en materia de derechos humanos, en materia de salud, de educación, de cultura, está comenzando a ser derogado con la nueva administración de Estados Unidos”. Recordó que ese país ya se retiró de varios ámbitos de Naciones Unidas, que desprecia los acuerdos en materia de cambio climático y que “está persiguiendo a los miembros de la Corte Penal Internacional”.

En su intervención, Henrique Fontana, el secretario general nacional del Partido de los Trabajadores de Brasil, dijo que ante el crecimiento del discurso autoritario y de la derecha, la izquierda debe “entrar en la guerra cultural” con sus argumentos, “defender una visión del mundo humanista, solidaria, la visión de que hay que distribuir la renta, que es una visión que mejorará la vida en el planeta y que garantizará la vida en el planeta”.

“El capitalismo en su fase actual es un capitalismo hiperfinanciarizado, un capitalismo de la especulación, del no trabajo, de la enorme concentración de renta”, dijo, y agregó que este modelo “no puede continuar” porque quita “espacios de economía real, de producción, de empleo, de generación de riqueza, de garantías de mejoras en la vida de las personas”.

Fontana se preguntó cómo los gobiernos y los líderes de extrema derecha “que no aportan nada a la población”, como Trump, Milei o Jair Bolsonaro en Brasil, mantienen apoyo popular, y advirtió: “Tenemos una realidad nueva de las redes digitales, de las grandes empresas tecnológicas, de personas entrenadas para cometer crímenes de desinformación, de creación de posverdades”. El dirigente defendió la “regulación democrática de las redes sociales en el mundo entero”.

Uno de los oradores previstos el viernes era el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, pero fue reemplazado por el senador kirchnerista Eduardo Wado de Pedro. Cuando fue su turno de hablar, explicó que la ausencia de Kicillof se debió a que el viernes Milei amaneció con “un tuit, de esos tuits desquiciados que hace”, en el que pidió la renuncia del gobernador y habló de una eventual intervención de la provincia.

Señaló que el presidente argentino “es un experimento”, que llegó al poder sin partido y sin equipo, y con un discurso que se enmarca en este cambio de época” en el que parece que atacar al más débil “tiene mejor rendimiento en los algoritmos” y por eso “tiene rédito político”.

“En Argentina tenemos un presidente que promovió una estafa internacional. No hay ningún tipo de pena, ningún tipo de condena social”, dijo el senador.

Señaló además que Milei “tiene la complicidad total de los poderes”, pero es un presidente que “está completamente sometido por las corporaciones tecnológicas internacionales” y que sigue cada decisión que toma Trump. Advirtió que si antes los multimillonarios se aseguraban “el control de las armas, que garantizaba el control del poder”, actualmente “un grupo de megamillonarios ha decidido comprarse las empresas que garanticen la manipulación social y el dominio de la población”. Esto supone un nuevo desafío para las fuerzas populares, dijo.

La última oradora fue la vicepresidenta del gobierno de España, Yolanda Díaz. Dijo que es necesario “tener un diagnóstico claro” de “cómo es posible que un pueblo que está siendo maltratado, empobrecido, golpeado decide seguir votando y seguir valorando positivamente” a los políticos responsables de esa situación.

Actualmente “no estamos ante una época de cambio sino un cambio de época, en el que cambia todo, también los valores, y en el que está en juego la civilización tal y como la conocemos”, dijo. “Estamos asistiendo a un proceso que es difícil de entender y de explicar a la ciudadanía, en el que el neoliberalismo está intelectualmente fallido pero políticamente está vivo”, señaló.

Consideró que la respuesta a esta situación no está en responderle a la ultraderecha sino a la ciudadanía, mejorar su vida y darle “certidumbre, esperanza, fuerzas para seguir adelante”.

Al igual que otros oradores, Díaz defendió una integración regional, en la que las izquierdas de los distintos países lleguen a consensos básicos, y señaló que la ultraderecha, aunque sus referentes tenga diferencias entre sí, tiene muy clara su agenda, que es un proyecto neoliberal.

Para la dirigente española, el actual neoliberalismo se caracteriza por ser un fenómeno “de auténtica concentración de la riqueza en muy poquitas manos”, de personas que “están diseñando el mundo”, y “no podemos permitir que unos pocos oligarcas decidan el futuro de la humanidad”. Por eso llamó a actuar contra “el sistema que permite la tecnocasta” con acciones como la regulación de la actividad de las grandes empresas o la aplicación de auditorías de sus algoritmos. “Esto se puede hacer”, afirmó.