Médica y docente de profesión, Susana Muñiz fue ministra de Salud Pública (2013-2015) y presidenta de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) (2015-2018) y se desempeña actualmente como profesora en la Carrera de Especialización en Discapacidad y Derechos de la Universidad de Buenos Aires. Ahora, en un nuevo gobierno del Frente Amplio (FA), asumirá otro rol: fue designada secretaria de Cuidados y Discapacidad, bajo la órbita del Ministerio de Desarrollo Social (Mides), y desde ese lugar deberá abordar algunas transformaciones a las que el FA se comprometió, como dar marcha atrás a la fusión del Sistema Nacional Integrado de Cuidados y el Programa Nacional de Discapacidad que ejecutó el gobierno pasado.

Muñiz también tiene por delante el desafío de liderar el proceso de revisión de la sostenibilidad del sistema, que implica explorar otras formas de financiamiento, y, en entrevista con la diaria, sostuvo que entiende que ese análisis debe formar parte del diálogo para reformar la seguridad social que convocará este gobierno. En ese marco, apuntó que un elemento a estudiar es la posibilidad de que trabajadores y empresarios aporten para financiar el sistema, y que para ello es necesario concientizar a la población de que “vamos hacia sociedades de cuidado” en todo el mundo, y que Uruguay no es la excepción.

¿Recibiste toda la información que pretendías en la transición?

Nosotros tuvimos una transición muy amable con [el exsecretario de Cuidados Nicolás] Scarela y con [la exdirectora de Cuidados Florencia] Krall, tuvimos toda la información que les pedimos, nos la dieron amablemente. Esto no quiere decir que la transición haya terminado; la transición es un proceso, tiene una etapa que es con las autoridades anteriores, pero tiene una etapa que es con las y los trabajadores y con las organizaciones, que obviamente tienen distintos enfoques.

¿Con qué panorama te encontraste?

No puedo decir demasiado, pero hay algunos centros de preocupación que eran también de las autoridades anteriores, como, por ejemplo, el tema de los asistentes personales, algunas dudas en cuanto a opiniones encontradas de las autoridades y las organizaciones, que hablan mucho sobre que los ámbitos de gobernanza no habrían sido debidamente convocados y escuchados. Todavía no sé el presupuesto con el cual vamos a contar, y eso también es una preocupación. Pero hay un equipo técnico que aparentemente es muy sólido, y eso dicho por las autoridades anteriores.

Algunas organizaciones sociales vinculadas al tema, como la Red Pro Cuidados, fueron muy críticas con algunas decisiones que tomó el gobierno y hablaron hasta de un desmantelamiento del sistema.

Mis opiniones son en este caso las del FA, que, por ejemplo, no comparte la unificación de lo que fue el Sistema de Cuidados con el área de Discapacidad. Nosotros consideramos que, lejos de haberlas fortalecido, terminó debilitando las dos estructuras. Por lo tanto, en ese sentido hay un compromiso desde el FA de volver a separarlas; obviamente esto implica también cambios legislativos e implica tener los votos. Los temas de gobernanza también: la recuperación de los espacios de gobernanza, de participación, es una de las preocupaciones que tenemos, y obviamente van a ser convocados a la brevedad. Con respecto a la Junta de Cuidados –donde están varios ministros que tienen que ver: el Mides, que lo preside, Salud Pública, Vivienda, Economía, Trabajo, así como el Inmujeres–, el Comité Consultivo de Cuidados –donde participan la academia y las organizaciones de la sociedad civil– y todos esos organismos existe el compromiso de fortalecerlos, de volver a reunirlos en forma periódica y que vuelvan a cumplir sus funciones.

¿El gobierno pasado no convocó a la Junta de Cuidados?

Yo no puedo decir que no se haya convocado, seguramente sí, pero las organizaciones reclaman que fueron poco convocadas y, de alguna manera, las organizaciones civiles y la academia no fueron escuchadas, por lo menos todo lo que pretendían.

Hablabas de que una de las medidas que se van a tomar es dar marcha atrás a la fusión de la Pronadis y el Sistema de Cuidados, porque ahora estamos hablando de una Secretaría de Cuidados y Discapacidad, o sea, el sistema no existe como tal.

Sistema en cuanto a que hay distintas organizaciones y distintos actores que están organizados para brindar el servicio, sí. Pero se entiende que ese sistema, para ser fortalecido, tiene que estar separado del área de Discapacidad, ya que en realidad lo que genera son políticas universales. Todos, en alguna parte de nuestra vida, necesitamos ser cuidados, desde niños hasta adultos mayores, y si tenés determinadas discapacidades, también.

¿La separación de ambas direcciones implica volver al sistema tal como existía antes o puede haber un rediseño?

No, puede haber un rediseño. Justamente estos años sirven para un aprendizaje, para pensar, y en este sentido es muy importante tanto la Junta como el Consultivo para pensar que quizá esa estructura, que fue muy importante en su momento, que después tuvo cambios, vuelva a sufrir cambios aun con Discapacidad separada de Cuidados.

¿Por dónde pueden ir esos cambios?

Para empezar, en el caso del Sistema de Cuidados hay que buscar un proyecto de financiamiento sostenible en el tiempo. Justamente una de las cosas que se encomendó en este gobierno es generar eso. El anterior gobierno hizo un estudio con el BID, que lo financió, y ahí encuentra un sistema, pero ese sistema de financiamiento, que establece una serie de copagos, no aumenta, por ejemplo, la edad de los niños [que abarca el sistema]. Tenemos que analizar esto y dar una respuesta.

¿Ya está decidido si va a ser en la Ley de Presupuesto que se vuelvan a separar ambas direcciones?

Aún no lo hemos hablado, pero seguramente sea, porque el Presupuesto es la ley madre, donde se establecen varias aspiraciones y proyectos del gobierno.

¿Cuáles son las prioridades de esta gestión y por dónde vas a empezar?

La separación de Cuidados de Discapacidad es una. Conseguir una forma de financiamiento sustentable y, obviamente, dialogada en este diálogo social, el incremento y mejora de las prestaciones, también pensar en los y las trabajadoras, porque hay varias cosas que preocupan, desde aspectos contractuales hasta diferencias en las tareas entre ellos, en la remuneración por las horas de trabajo, la profesionalización de su tarea, la capacitación. Hay que pensar también esto de las asistentes personales –casi todas son mujeres–, muchas de ellas trabajan en condiciones de precariedad, muchas de ellas además son mamás de niños y niñas que también precisan, a su vez, otros asistentes personales; la posibilidad, justamente, de que las mujeres en general puedan despegarse del rol de cuidadoras en exclusividad.

¿Estos cambios que se proyectan van a requerir un incremento presupuestal, teniendo en cuenta que lo que se aporta hoy para el rubro representa 0,3% del producto interno bruto?

Sí, ese era el dato que se aportó en el informe [de sostenibilidad del gobierno anterior], que demostraba que sí, que es necesario un presupuesto mayor. Seguramente ese presupuesto se irá incrementando con el correr de los años.

Si el día de mañana tenés que ir a pelear al Ministerio de Economía un apoyo mayor a nivel presupuestal, ¿qué argumentos esgrimirías? ¿Por qué se tiene que priorizar este sistema con todas las urgencias que hay?

Justamente porque tiene que ver con el combate a la pobreza, tiene que ver con el combate a las desigualdades, tiene que ver con las mejores condiciones de vida para las y los uruguayos, tiene que ver con más puestos de trabajo también. Si uno piensa bien los cuidados, ahorra en otras áreas.

Uno de los planteos que hace el informe sobre las opciones de financiamiento es que no sólo se tiene que recurrir a Rentas Generales, que hoy suponen 95% de los fondos, sino también a los copagos y a la seguridad social. ¿Qué opinás de eso?

Es uno de los temas que van a estar en debate, y tiene que estar también planteado en el diálogo por la seguridad social. Seguramente va a estar ahí, porque es una decisión –o varias decisiones– que involucra a toda la sociedad.

¿Te parece una posibilidad que los trabajadores aporten parte de sus ingresos para financiar este sistema?

Es una de las posibilidades. Pero obviamente no son sólo los trabajadores los que tienen que aportar, en todo caso tiene que aportar el Estado, que ya está aportando, y los empresarios. Hay que pensar bien y obviamente hay que dialogar. Creo que también va a ser un proceso paulatino. Seguramente vamos hacia –no digo en este período– una universalización de los cuidados y, por lo tanto, capaz que haya que ir incorporando colectivos de a poco, como se hizo con el Fonasa, que empezaron los niños, después los jubilados, los docentes… Ese es uno de los posibles planteos, pero hoy todavía estamos pensando qué puede ser, porque en ese sentido el diálogo social va a ser el determinante.

Si se les va a pedir a los trabajadores y a los empresarios que aporten, va a haber que hacer un trabajo de concientización de por qué es importante.

Sí, creo que la gente no tiene demasiada conciencia de que vamos hacia sociedades de cuidado. Que eso ocurre en Uruguay y en todo el mundo. Por varias cosas: porque vivimos más años, por suerte, pero eso también conlleva una necesidad de cuidados; también hay más niños que nacen prematuros y sobreviven; las mujeres trabajamos, y trabajamos prácticamente todas y más horas, y las mujeres necesitan poder –además de trabajar– realizarse en otros aspectos de su vida. Es también justo que los varones compartan los cuidados. Hay varios temas que están sobre la mesa; todos vamos hacia una sociedad de cuidados y es una sociedad mucho más democrática.

Las autoridades anteriores plantearon varias veces su preocupación porque los asistentes personales no recibían una preparación debida en los primeros años y que trabajaron en eso en este período. ¿Qué sabés al respecto?

El tema de los asistentes personales es un proceso. Creo que al inicio se empezó con una capacitación básica y esa capacitación básica, por lo que yo sé, siguió, y a esta altura hay que pensar otras capacitaciones posibles. Será cuestión también de sentarnos con ellos a conversar, y seguramente también se precisen nuevos asistentes personales y, por lo tanto, las capacitaciones tienen que seguir.

¿Sabés con qué plantilla de asistentes personales contás?

No, de los asistentes personales no. Conozco la plantilla de las personas que trabajan acá, de los cuadros técnicos en el Sistema de Cuidados, de buena parte también de los cuadros técnicos en los temas de discapacidad, pero ni cerca todavía de los asistentes personales. Además, nos preocupa el comienzo de las clases, los requerimientos que tienen niños y adolescentes para ingresar al sistema escolar o al sistema de enseñanza. Por lo tanto, esa parece ser una de las urgencias que vamos a tener.

¿Qué hay de la población que abarca el sistema actualmente? ¿Hay que ampliar el alcance?

Sí. Ahora son niños hasta los tres años. Por otro lado, están los mayores de 65 años y las personas con discapacidad severa. En el caso de los niños, el sistema, sobre todo de CAIF, en general abarca cuatro horas, pero en realidad ese horario es insuficiente para las madres que trabajan, por ejemplo. En el caso de adultos mayores, los centros de día hoy por hoy tampoco funcionan todos los días ni en horarios extendidos. Y en el tema de las discapacidades severas también el sistema es por pocas horas.

Este sería el tercer período en el que existe el Sistema de Cuidados, y seguramente por alguna de las áreas se pueda empezar a incursionar con el aumento de las horas. Yo insisto con que si uno piensa que en el futuro los cuidados tienen que ser un sistema universal, estas prestaciones tienen que irse incrementando en horarios, en grupos etarios y en grupos que no sean tan identificados como altamente vulnerables en lo económico. ¿Hasta dónde se puede llegar en este proceso? Bueno, es lo que trataremos de ver justamente en el proyecto de presupuesto. No es que de la noche a la mañana vamos a salir de las cuatro horas a que todos los CAIF –ojalá pudiera ser así– tengan ocho horas y que los centros de día tengan ocho horas... Va a ser un proceso.

El último censo mostró que aumentó la cantidad de mujeres sin hijos en Uruguay, y uno de los motivos es que no acceden a cuidados. ¿La universalización de los cuidados debería ser una reivindicación central de cara a este 8 de marzo?

Yo creo que debería ser. Creo que hoy todavía estamos muy lejos y además tenemos tantas urgencias en lo que tiene que ver con el género, como las situaciones de violencia, que seguramente no se piense todavía en un sistema de cuidados universal. Está incluida buena parte de las políticas de cuidados, pero todavía estamos lejos de pensar esa sociedad de cuidados. Algunas autoras feministas dicen que [la política de cuidados] debiera ser de género, pero que en realidad debiera ser una política de democracia, en el sentido de que justamente las políticas de cuidados, al acercar a las mujeres a tener tiempo para ellas, tiempo para estudiar, para trabajar, para la cultura, para lo que sea, también permiten que las mujeres participen mucho más en la vida democrática. Hay una autora estadounidense, Carol Gilligan, que señala que en una sociedad patriarcal el cuidado es una ética femenina, y en la sociedad democrática el cuidado es una ética humana, compartida por todas y todos.