El 30 de junio de 2024 tuvo lugar la primera instancia del período electoral que finalizará el 11 de mayo con las elecciones departamentales y municipales. En el medio, sin embargo, se vivió el punto de máxima efervescencia política con el balotaje del 24 de noviembre. Desde ese momento, cuando Yamandú Orsi se convirtió en presidente de Uruguay, pasaron algo menos de cinco meses. En la primera parte de ese período la agenda fue ocupada principalmente por cuestiones propias de la transición y no fue hasta después del 1o de marzo que empezó a ganar lugar la campaña para el próximo evento electoral.

Este devenir complejo en el que las elecciones departamentales, por momentos, entran en competencia -al menos desde la visión montevideana- con temas nacionales y el accionar de un gobierno que se está instalando, forma parte de lo que para el politólogo Mauro Casa es un “problema de diseño institucional”. “Las transiciones y los primeros momentos de los gobiernos son momentos de mucha negociación, donde se requiere un clima de cooperación entre oficialismo y oposición, pero un marco de campaña electoral nunca promueve el clima de cooperación”, apuntó en diálogo con la diaria.

A su entender, estos “incentivos cruzados”, sin embargo, pierden fuerza en la mayoría del país, donde prevalecen las campañas departamentales. “La campaña hacia las elecciones departamentales, en la mayoría de los departamentos del país, no está muy nacionalizada”, comentó. Por el contrario, remarcó que entran más en juego “los temas políticos de cada departamento”, algo que se da en el marco de un “proceso de aprendizaje” luego de la reforma constitucional de 1996, que separó la instancia nacional de la departamental.

Compartiendo esa visión, el politólogo Gonzalo Puig dijo a la diaria que “la extrapolación” entre lo que fue el resultado de octubre y noviembre en la mayoría de los departamentos del país “no existe”. Más allá de eso, el especialista en gobiernos subnacionales consideró que “sí existe una prima para el que gana la elección nacional”, principalmente en los “departamentos competitivos”. En ese sentido, se refirió a San José, Paysandú, Río Negro y Rocha, departamentos en los que gobierna el Partido Nacional y el Frente Amplio (FA) podría aspirar a tener alguna oportunidad más que en elecciones pasadas.

Más allá del resultado electoral en sí, la politóloga Camila Zeballos, por su parte, se mostró “muy cautelosa” al referirse a los posibles “impactos” del desempeño del gobierno nacional en las competencias departamentales. En diálogo con la diaria dijo que “los electores saben muy bien qué están votando en cada instancia electoral”, en línea con la opinión de Casa. En ese sentido, y tomando en cuenta las expectativas que tienen desde el FA de alcanzar algunas intendencias, la experta descartó la posibilidad de “otro escenario 2005”, donde la coalición de izquierda alcance varias intendencias en las que, a lo largo de la historia, tuvo poca preponderancia. En esa oportunidad, tras el primer triunfo de la izquierda en una elección nacional, el FA ganó las intendencias en ocho departamentos.

El caso Cairo y el peso en Montevideo

Más allá de desestimar la relación de la elección nacional con las departamentales y de descartar el peso que pueda tener el desempeño del gobierno nacional entre los electores de la mayoría de los puntos del país, los politólogos coincidieron en que la excepción de esa desconexión entre un fenómeno y el otro puede estar en Montevideo. Zeballos reconoció que “la campaña en Montevideo se nacionaliza rápidamente”, por lo que, por ejemplo, puede ser que “haya alguna incidencia” de lo sucedido con la ahora exministra Cecilia Cairo, quien renunció tras reconocer que nunca regularizó las obras en su casa.

De acuerdo con esa visión, Puig apuntó que, por el contrario, no estima que el cuestionamiento al gobierno por lo sucedido con la exjefa de cartera “arrastre a las elecciones departamentales” del interior. Destacó además que la influencia de este tema en Montevideo se puede ver favorecida por la “trayectoria ascendente” del nacionalista Martín Lema, principal candidato opositor que tiene el FA en el departamento. “Hubo una luz de alarma con las elecciones departamentales”, dijo Casa sobre la decisión de Cairo de renunciar luego de que fueran públicas las irregularidades impositivas de su casa. El politólogo profundizó en la lectura de que el caso toma una “ramificación departamental” porque además la deuda es con la Intendencia de Montevideo, que desde hace largo tiempo es gobernada por la fuerza política de la exministra.

“[Mario] Bergara tuvo que medir mucho sus palabras para no enojar a sus compañeros de la 609, que son los que lo están poniendo en el sillón del intendente, pero a su vez como alguien que va a ocupar el cargo de intendente, no podía decir que deber la contribución es una pavada”, planteó Casa como ejemplo de las repercusiones departamentales del caso. “Quizá fue parte de los motivos que impulsaron a Orsi a tomar una decisión muy drástica. Dudo que el presidente hubiese tomado una postura tan meridiana si no se hubiera enmarcado en la competencia departamental”, afirmó.

Trascendiendo del caso Cairo, Puig enfatizó que el peso nacional en Montevideo también se traduce en las figuras que protagonizan la elección departamental. En ese sentido, recordó que por parte de la Coalición Republicana (CR) compite Lema, que viene de ser ministro de Desarrollo Social, y Virginia Cáceres, que se desempeñó como presidenta de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP). Sobre Roque García, consideró que no es una figura nacional, pero tampoco de bagaje departamental.

En el caso del FA, más allá de Bergara, que tiene presencia nacional, Puig indicó que si bien Verónica Piñeiro es jerarca de la Intendencia de Montevideo, no tenía un cargo de “vitrina política”, y es su perfil nacional como vicepresidenta de la fuerza política lo que la posiciona hacia la candidatura. Por último, reconoció que Salvador Schelotto es el candidato “más departamental”, dada su participación en las gestiones de Tabaré Vázquez y Mariano Arana al frente de la comuna capitalina.

Zeballos, por último, se detuvo en la “doble señal” que representa que la elección de Montevideo “se esté volviendo mucho más competitiva de lo que se había pensado”. Por un lado, el cuestionamiento para el Partido Colorado de qué pasaría si se hubiese “tomado en serio” pensar el candidato antes, para “llegar con más aire a la campaña”. Y por el lado del FA, la politóloga se refirió a “una señal interna de que hay que pensar a la ciudad con mayor responsabilidad y no como un trampolín político para una carrera política nacional”.

Los cuestionamientos departamentales

La condena al exintendente de Artigas Pablo Caram por el pago irregular de horas extra y la imputación por varios delitos -entre ellos, peculado y tráfico de influencias- del exintendente de Soriano Guillermo Besozzi son casos que siguen resonando a nivel nacional. Más allá de estos ejemplos, otros cuestionamientos han caído sobre otras intendencias y ganado espacios en la prensa, pero sin resultados judiciales trascendentes.

Puig comentó que este tipo de episodios “influyen” en la contienda de cada departamento. Destacó, por ejemplo, la pérdida de votos de la lista de Caram en las elecciones nacionales, aunque apuntó que su sector “se mantiene fuerte” liderando la intención de voto de cara a la elección del 11 de mayo. Se detuvo en lo llamativo de que se incluya como protagonista de la campaña a Valentina Dos Santos -exdiputada también condenada por el pago de horas extra- prometiendo que será la secretaria general del candidato oficialista Emiliano Soravilla. “Evidentemente en Artigas, dentro del departamento, no hay costo político en ir con Valentina, o es menor que no ir con ella”, señaló el politólogo.

En este sentido, Zeballos dijo que la influencia de este tipo de casos es “lateral”. “No es por culpa de los ciudadanos, es por culpa del sistema político, de todos los partidos políticos, que no condenan con la suficiente vehemencia estas prácticas de corrupción que atraviesan a todos los gobiernos departamentales”, enfatizó la politóloga.

Casa, por su parte, subrayó que si bien hay pruebas de que “notoriamente” los gobiernos nacionales que cometen corrupción “son castigados” por el electorado, esto a nivel departamental “no funciona tan así”. El politólogo vinculó esto a la existencia en el país de “un problema muy grave con la democracia a nivel departamental”.

Casa indicó que en muchos departamentos no se cumple algo básico de “un sistema democrático” que es que quien esté en el gobierno “pueda perder las elecciones y ceder el poder efectivamente”. “Es muy difícil sacar a los partidos que tienen una presencia predominante en un departamento, y todo eso tiene que ver con que se construye un entramado de poder muy denso, muy abonado por redes clientelistas, muy abonado por el manejo de recursos”, explicó.

“Cuanto más pobre es un departamento, cuanto menos posibilidades de desarrollo económico tiene un departamento, más poder tiene el gobierno departamental; el peso de la intendencia es más grande para esa población como eje que estructura toda la vida económica de ese departamento”, agregó.

El peso de los intendentes y sus delfines

“La tasa de reelección es altísima”, destacó Puig con relación a las elecciones departamentales. En ese sentido, los que corren con esa chance son los nacionalistas José Yurramendi (Cerro Largo), Nicolás Olivera (Paysandú), Mario García (Lavalleja), Alejo Umpiérrez (Rocha), Wilson Ezquerra (Tacuarembó), Guillermo Besozzi (Soriano) y Mario Silvera (Treinta y Tres). El politólogo apuntó que, según muestran los datos, “es casi invencible” alguien que va por la reelección; sin embargo, el “traspaso” de esa influencia a un cercano -conocido como delfín- “no es directo”, y eso “abre la oportunidad” para los competidores internos y para los otros partidos.

En categoría de delfines, aparecen como los principales Emiliano Soravilla (con el apoyo de Caram en Artigas), Guillermo Rodríguez (con el apoyo de Carlos Moreira en Colonia), Miguel Abella (con el apoyo de Enrique Antía en Maldonado) y Álvaro Lima (con el apoyo de Andrés Lima en Salto). “Cuando el intendente define un delfín, porque no puede volver a presentarse, funciona bien, porque los electores saben que la capacidad de acción del intendente es mucho más intensa en su vida cotidiana que lo que puede llegar a ser [la de] un presidente”, reflexionó Zeballos.

El caso de Cairo y las “dos almas” del MPP

“La decisión de Orsi de destituir a Cairo es un poco fundacional como presidente, porque él tuvo que hacer algo en contra de alguien de su partido, de su sector y de su gente”, comentó Casa. “Veremos en próximos días, semanas, cómo se repara esto; evidentemente el MPP va a tener que lamerse las heridas”, agregó.

Destacó que Cairo representaba las “dos almas” clásicas del MPP; por el lado positivo, definida como “popular, cercana, luchadora y sensible”, pero desde lo negativo asociada a un andar “desprolijo”, propio de lo que fueron algunos pasajes de la gestión del expresidente José Mujica. Orsi, como integrante del MPP, decidió “apostar por el apego a la legalidad”, algo que lo pone en línea con una “transformación del MPP para evitar los errores del pasado”, dijo Casa.

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