“Uruguay es el escenario ideal para llevar este tipo de proyecto, no hay nada parecido haciéndose, son un país pionero en el mundo”; así de enfático fue Xavier Ochoa (XO), un experto ecuatoriano en las analíticas del aprendizaje. Ochoa lidera un grupo de la Escuela Superior Politécnica del Litoral que trabaja junto con una delegación de la Universidade Federal de Santa Catarina, de Brasil, y con un grupo de la Universidad de la República (Udelar) en el desarrollo de un proyecto de modelos predictivos que, basado en la huella digital de la educación uruguaya, busca la creación de un sistema de alerta temprana de riesgo académico para los estudiantes de educación primaria y media públicas, además de una mejor comprensión de la naturaleza de la enseñanza.
La coordinación desde Brasil está a cargo de Cristian Cechinel (CC), mientras que la Udelar trabaja mediante el Programa de Entornos Virtuales de Aprendizaje de la Comisión Sectorial de Enseñanza coordinado por Virginia Rodés (VR). A ellos dos se les sumó Ochoa para hablar con la diaria sobre este nuevo proyecto que la Agencia Nacional de Investigación e Innovación aprobó en diciembre de 2016, pero que recién se destrabó en julio, con el apoyo de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP). La base del proyecto, según explicaron los expertos, está en la recolección de datos que ya se encuentran generados en plataformas como Gurí, la bedelía de UTU y las libretas digitales que Secundaria empezó a implementar este año.
–La idea del proyecto es crear un sistema de análisis de datos que ya existen. ¿Cuáles datos se van a analizar, concretamente?
XO: –Cuando cualquier profesor utiliza estos nuevos sistemas informáticos, produce una traza de datos; desde anotar la asistencia en línea hasta cuando los estudiantes utilizan alguna plataforma web para ver información o resolver ejercicios. Todos los sistemas dejan una traza de datos. Normalmente se guardan sin más, pero tienen una información muy rica, y queremos usarlos para mejorar el proceso educativo. El profesor va a poder intervenir a tiempo a través de un sistema que le va a a alertar sobre el comportamiento del estudiante, la idea es que sea una herramienta para mejorar a todo el sistema educativo.
–¿Qué otros datos van a ser analizados además de la asistencia?
XO: –Todo lo que es calificaciones, el historial académico y no sólo datos del estudiante, también de las instituciones como tales, porcentajes de asistencia, de aprobación. No solamente tienen que ser herramientas web, también son datos que se han venido guardando en papel. Nuestro reto es hacer un inventario de ellos, ver qué podemos extraer de esa información.
CC: –También se tienen en cuenta datos demográficos y de la familia.
VR: –La ANEP ya venía encaminando procesos de este tipo. Nosotros venimos a aportar en esa línea de trabajo. Desde siempre se utiliza la información para hacer evaluación educativa, la diferencia con estas metodologías es que permiten manejar grandes volúmenes de datos. Lo más importante en este sentido son los muchos componentes de política educativa, de ética, que se aplican al uso de los datos.
–¿Cómo evalúan los datos que tiene Uruguay comparado con Brasil o Ecuador?
CC: –Tienen una gran cantidad de datos. En Brasil el problema es que las informaciones no están centralizadas, acá veo la oportunidad de desarrollar un proyecto de aprendizaje a gran escala en todo el país y no veo eso posible en otros lugares. Además hay una voluntad política que no es sencilla de encontrar en otros países. Hay una madurez en el escenario uruguayo con relación a otros países, vemos lo mucho que desde la Udelar se ha discutido: el costo de lo que es gratis, de lo que no, hasta dónde se puede ir. Hay un camino recorrido en Uruguay que otros países no han hecho.
XO: –Viendo de afuera a Uruguay se puede decir que están muy avanzados en cuanto a la importancia que le dan a los datos, tienen varios sistemas que ya quisiéramos en otros países. Algo tan sencillo como pasar la lista... En algunos países recién se está discutiendo tener esta clase de registro que para ustedes es natural. Realmente hay una gran riqueza de datos y saben lo importantes que son, precisamente que estas iniciativas existan indica el interés de seguir trabajando.
–¿Cómo se imaginan el resultado final de este proyecto?
XO: –El resultado final es darle más herramientas al sistema educativo. Podemos hacer una analogía con los automóviles: no estamos tratando de hacer uno que se maneje solo, sino tratando de diseñar un mejor tablero de instrumentos para que la persona que esté al volante, ya sea el profesor, el director o las autoridades a cargo del sistema educativo, tenga más información para tomar mejores decisiones educativas, que no estén basadas sólo en el “yo creo” o “yo percibo”. El sistema no puede decir qué hacer, eso ya surge del profesor: él decide cuál es la mejor manera de tratar una situación.
VR: –Esto aporta información; se trata de poder identificar lo que ya está disponible y tomar decisiones de política educativa, ya sea a nivel de un individuo, del aula o de los centros. Lo importante del manejo de los datos es que nos aseguramos que está dentro del sistema público y tenemos un cuidado especial en cuanto a lo legal y ético; estamos trabajando en proyectos de privacidad desde el diseño.
–¿Cuál es la parte más compleja de este proyecto?
CC: –Creo que acceder a los datos fue una parte compleja: conocerlos, saber cómo integrarlos, porque vienen de distintas bases. También verificar cuáles son las informaciones que pueden ser utilizadas para ayudar al profesor y al estudiante.
–Uno de los objetivos principales del proyecto es prevenir la deserción, pero ¿qué otro tipo de alertas se podría crear?
VR: –Comprender los factores de éxito, ayudar a contextualizar al individuo en el centro educativo con sus factores sociodemográficos. La ANEP tiene desarrollados sistemas de alertas cuando los estudiantes faltan tres veces, por ejemplo, pero las alertas que se pueden desarrollar son muy variadas, y eso también se va a construir en este proceso.
CC: –Una de las cosas que discutimos bastante es que, además de pensar los temas de proyección de fallos de estudiantes, una alternativa muy bonita para el proyecto sería comprender la trayectoria del estudiante desde la primaria hasta la universidad, y eso por sí mismo ya es un reto, porque en Uruguay hay distintos niveles y sistemas.
–Cuando se usan estas herramientas, ¿qué papel le queda al educador?
CC: –Hay distintas posibilidades, pero al final la idea es que el sistema esté ahí para ayudar al educador; puede ayudarle a presentar atención especial a un grupo, tal vez dedicarle un poco más de tiempo o trabajar con un material diferente. De manera general, no se puede pensar que el sistema va a sustituir al profesor en ningún momento. Por otro lado se piensa en los sistemas en las manos de los docentes, pero nosotros podemos pensarlo en las manos del estudiante, por ejemplo, ver cómo están los compañeros de la clase, que lo ayude a situarse dentro del grupo.
–¿El sistema va a señalar qué se podría hacer ante cada alerta?
VR: –Sí, nosotros vamos a establecer algunas recomendaciones. No vamos a tener ningún conocimiento de quiénes son esos individuos, eso es potestad del sistema educativo, pero se harán recomendaciones globales a través de las estrategias de adopción del sistema.
XO: –La clave es hacer un sistema suficientemente flexible para que se adapte a distintos contextos. Es uno de los retos de la analítica del aprendizaje. La idea es generar un sistema que pueda manejar los datos nacionales y que pueda personalizarse para las diferentes instituciones y niveles. Necesitamos que la información llegue de manera adecuada a cada uno de los usuarios, y eso es un reto también.
–¿Hay algún país en el que nos podamos reflejar en la región o en el mundo en la aplicación de estos sistemas?
XO: –A nivel país son los primeros. Lo más grande que he visto es a nivel provincia, en Canadá o en Australia. En Uruguay hay un tesoro: un sistema educativo muy centralizado, donde todos los datos son capturados por la misma entidad, donde tienen muchos componentes tecnológicos porque todos los niños usan Ceibal o herramientas del Ministerio de Educación y Cultura, es el escenario ideal. Nos alegramos que sea en Uruguay donde se estén haciendo estos primeros avances; son pioneros ya no sólo en Latinoamérica sino que a nivel mundial, al tratar de llevar esto a la práctica diaria.
–¿A nivel mundial, qué clase de proyectos se están manejando?
XO: –Siempre son a nivel de educación superior. Un referente es la Universidad de Michigan, en Estados Unidos, donde han desarrollado un sistema mediante el cual el profesor puede decir qué respuesta les daría a cada estudiante tipo. Este sistema mide a los estudiantes y, dependiendo de su estado, les manda la respuesta que les corresponde; han medido que tiene un efecto muy positivo, porque los estudiantes sienten que tienen un guía. Otro ejemplo es una universidad en Illinois, con un sistema que alerta a los estudiantes en vez de a los profesores, aunque tiene muchas críticas porque a veces puede desalentar al estudiante.
VR: –Por eso es muy importante el uso del sistema. Tenemos que lograr que los resultados no sean deterministas o fatalistas; justamente, el tema es poder comprender los procesos para hacer intervenciones pedagógicas, educativas, de un modo adecuado.
–¿Cuál es la ventaja de trabajar con analíticas en primaria en vez de en el nivel terciario, como se hace en otros países?
XO: –Algo que sale como resultado de estos análisis es que muchos de los factores que determinan el éxito o el fracaso de los estudiantes no pueden ser corregidos en la universidad. A esa altura, ya se está trabajando con un grupo seleccionado que pasó las etapas anteriores. Muchas de las intervenciones que hacemos a nivel universitario sólo sirven para detectar lastimosamente que es muy tarde para actuar: la educación temprana es el momento para intervenir a tiempo.