Con gran entusiasmo se anunció en la pasada jornada el hallazgo largamente anhelado de yacimientos que cambiarían la suerte productiva de nuestro país.
“Estamos en condiciones de confirmar que lo que hemos encontrado en este punto del departamento de Treinta y Tres es un depósito de Zhaocai Mao, más conocidos como gatitos chinos de la buena suerte”. Así comenzaba el comunicado de prensa del Ministerio, y al pie del documento la sentencia: “Ahora sí podemos manifestar que la fortuna, al fin, está de nuestro lado”, y un dibujito de una carita feliz.
Parecía oro
Uno de los referentes de la empresa excavadora alemana relató así el momento del hallazgo: “Al mirar hacia el fondo del pozo, vimos algo brillante y dorado, y pensamos que era oro. Y ya nos estábamos yendo, decepcionados, cuando notamos un movimiento, como una patita llamándonos. No lo podíamos creer, ¡eran gatitos de la fortuna! ¡Qué ídem!”.
Las autoridades pidieron cautela ante la noticia y descorcharon un champán especialmente traído de Beijing que iluminó la cara de los periodistas presentes, quienes, boquiabiertos, con los ojos flechados hacia el espumante, comenzaron a hacer para arriba y para abajo con la mano izquierda, como los gatitos. Algunas horas más tarde, el encargado de prensa del ente, se paró, con mucha prudencia, arriba de la camioneta de Radio Oriental, y, megáfono en mano, invitó, con gran recato, a todos los medios presentes a celebrar, con precaución, durante toda la noche, “a pura cumbia cheta, que es lo que más pega hoy por hoy”. El pueblo de Tupambaé [localidad próxima a la excavación] estaba “encantado”.
No todo es festejo
La localidad más cercana al sitio del azaroso hallazgo es Tupambaé, que en guaraní significa “rajen de acá que así estamos bien”. Aunque el gobierno afirma que el pueblo lo vive con mucha expectativa y regocijo, sus habitantes marcharon durante toda la tarde con cánticos y discursos de repudio a la presencia de las máquinas en el lugar. Esta marcha congregó a más de nueve personas.
En horas de la tardecita, también arribaron cuatro ómnibus del barrio La Comercial de Montevideo “a defender su fuente productiva”. “Nos están profanando nuestra principal salida laboral”. “Si dejamos de vender gatitos nos morimos de hambre”. “¿Vos te creés que un negocio sale adelante sólo a cotillón?”, fueron algunas de las manifestaciones que pudimos rescatar en el acto.
Algunas asociaciones humanistas se sumaron a las expresiones de disconformidad, alegando que la técnica usada para extraer estos gatitos del pozo será el jumping, conocida por el desprecio que ocasiona al ser humano oriental. Esta técnica, muy utilizada en Estados Unidos y Canadá, consiste en hacer saltar de forma sincrónica a un millón de chinos en un punto de su país calculado exactamente en las antípodas del sitio del pozo, y así lograr la extracción de los venturosos felinos plásticos de patita convocante, que se elevan espléndidamente hacia la superficie.
En el ámbito político nacional también se escucharon fuertes críticas: “El hallazgo es insignificante para la suerte que necesita este país, que desde hace 15 años viene barranca abajo”, señaló un alto mandatario de la oposición cuyo nombre no vamos a dar, pero que se apellida Larrañaga.
Ni tan dichosos
La suerte al parecer no viene siendo la esperada desde el dichoso hallazgo. En la mañana de hoy amanecieron varias máquinas excavadoras pinchadas, el director de la empresa alemana con gastroenterocolitis y el pozo cubierto de pórtland, que habría sido derramado involuntariamente por un camión que pasaba justo por el lugar en horas de la madrugada.
Ni tan chinos
El afamado geólogo B Rupenian difundió estudios en su emisora radial que atestiguan que, al parecer, los gatos no serían los Zhaocai Mao chinos, sino que en realidad serían japoneses, llamados Maneki Neko.
Con la cabeza gacha regresaron a sus respectivas oficinas los representantes del ministerio, y la empresa excavadora alemana se trasladó a Paraguay “a agujerar ahí a ver qué sale”. Nosotros, con gran vocación y responsabilidad para con nuestros lectores, nos volvimos a enfocar en descubrir quién más se ha pasado del límite de su tarjeta corporativa, porque mañana será otro día, y la verdad es que estábamos jugados a los gatitos.
De forma que, hasta que la noticia así lo disponga, a seguir buscando, ¡y suerte en la próxima!