La semana pasada Antel anunció la implementación de la tecnología móvil 4.5G, ese pasito intermedio entre la conocida 4G LTE y la futurista 5G, de la que no podremos hablar con propiedad hasta que se defina en 2020. Esta nueva tecnología que inundará la capital en estos días fue pensada especialmente para el Mundial de Rusia 2018, del que Antel ya adquirió los derechos de transmisión; de los 4.000 medios que mostrarán el evento a lo largo del globo, el ente estatal se encuentra entre los 14 que lo hará en calidad de resolución 4K.

El aumento de velocidad considerable que otorga el 4.5G –casi cuatro veces más, llegando a máximos de 500 mbps– utiliza un método de carrier aggregation o channel aggregation (agregado de canales) en el que fusiona distintas bandas de frecuencia para ofrecer una conexión más estable, rápida y con mejor cobertura. Uruguay no es pionero en el 4.5G, pero no se encuentra atrasado ni mucho menos: el carrier aggregation fue presentado en el Mobile World Congress en 2015, por lo que hace tan sólo dos años esto ronda por algunos países del mundo y deja a Uruguay más que pronto para cuando venga el 5G.

Breve repaso por las G

Las G de estas tecnologías refieren a generaciones, por lo que estar por ingresar en la quinta significa que ya hubo un camino recorrido, aquel que empezó en los años 80 con los primeros teléfonos móviles. A los de aquella época se los denominó, lógicamente, 1G y son fáciles de definir: teléfonos analógicos que hoy sólo vemos en películas y que acostumbramos a llamar “ladrillos”.

La segunda generación vino a traer el mundo digital allá por los 90 y principios de este siglo con sus conocidos celulares con tapita, o más adelante con sus Nokia 1100, C115, etcétera. Entre sus novedades, lo más destacado fue el arribo del Servicio de Mensajes Cortos, mejor conocido por sus siglas en inglés: SMS. Aquello supuso una revolución en su momento, aunque hoy esté más cerca de desaparecer y permanezca como una mera opción de publicidad y/o emergencia ante la ausencia de datos.

El concepto del celular como aparato para realizar llamadas inalámbricas empezaría a perder fuerza con el establecimiento de la tercera generación. Internet en los teléfonos móviles se volvió masiva; el 3G iba a venir acompañado de la denominación smartphone, y los “teléfonos inteligentes” comenzaron a llenarse de aplicaciones completamente nuevas. Conocida por ser la generación de la transmisión de datos y de voz, desde sus comienzos –hace casi una década– fue dando la forma de la telefonía móvil en la actualidad.

El presente nos encuentra hoy en el 4G, que aumenta notoriamente la velocidad de transmisión con respecto a su antecesora. Esto puede ser interpretado, viendo los saltos entre generaciones, como un cambio poco profundo, pero la velocidad –sumado a su ancho de banda– es fundamental, porque da lugar a nuevas posibilidades. Detrás de los 4G llegaron las transmisiones y la televisión en HD o los videojuegos masivos en celulares a tiempo real; gran parte de este cambio se debe a una reducción considerable de la latencia con respecto al 3G.

A fin de cuentas, las G son formas de clasificar estos avances tecnológicos. La quinta, que esperamos para dentro de tres años, aún no ha sido del todo definida. La Unión Internacional de Telecomunicaciones de la ONU es y será la encargada de dar el pistoletazo inicial al 5G; si bien ya ha dado algún que otro detalle, se espera que entre los avances nos encontremos con una velocidad diez veces mayor al 4G, junto a la mejora de los juegos y aplicaciones que utilizan la tecnología de la realidad virtual.