Ya no hay redes en el Palacio Peñarol. No sabemos donde y cuando empezó, pero si sabemos lo que significa: donde emboca un campeón nadie más vuelve a embocar. Y ayer y para siempre el campeón fue Hebraica y Macabi del Uruguay, que al vencer a Aguada se quedó con la séptima final de la Liga Uruguaya de Básquetbol y por tanto con un marcador de 4 – 3 revalidó su título de mejor del básquetbol uruguayo.

El equipo de Leo Zilberstein, con la singularidad de la presencia única de Leandro García Morales, el D10S que llevó a los cielos a los aguateros y que cuando volvió a las canchas se lo llevó Macabi, el basquetbolista más desequilibrante por nuestras canchas en la última década, más los determinantes panameños Michael Hicks, y Jaime Lloreda, y los internacionales celestes Luciano Parodi y Sebastián Izaguirre, quebró el partido ya en el segundo cuarto y terminó derrotando con claridad a un elenco aguatero que tras el descanso del primer cuarto nunca pudo ponerse en partido.

Jaimito no es chiste

Todo empezó con rachitas positivas de Hebraica que tempranamente metió dos diferencias de 5 puntos (5-0, y 10 -5 ) pero en ambas oportunidades Aguada con la mano caliente de Demian Álvarez desde la línea de 3 puntos, igualó o quedó ahí hasta el 22 - 15 con 2 triples consecutivos del Tallarín Sebastián Izaguirre. El panameño Jaime Lloreda resultó básico para que los macabeos llegaran a tomar 7 de diferencia en el 25-18. Demian no aflojó desde los 6,75 metros y los rojiverdes no dejaron que Macabi se fuera. El primer cuarto con lluvia de goles y triples terminó empatado en 27 y fue una maravilla de juego, y emociones, de muñecas con perfecta motricidad fina en la cancha y de de manos con uñas comidas en la inmensidad humana que completaba cada rinconcito del Palacio Peñarol.

Jaime Lloreda daba la sensación de que estaba imbatible en la pintura, y esa sensación con el paso de los minutos y de los cuartos terminó siendo una foto de la realidad. Jaime terminó el partido con 29 puntos, el máximo anotador, y 5 rebotes.

En el segundo cuarto los quintetos se potenciaron con el ingreso de los determinantes Gustavo Barrera en Aguada y Michael Hicks en Hebraica, pero los macabeos aprovecharon mejor la caída en el porcentaje de concreción de los ataques de Aguada y con mucho menos gol que en los primeros 10 minutos retomaron la ventaja más grande e inclusive la estiraron a 8 puntos con un parcial de (10-2) cuando después de 3 libres de García Morales quedaron 37 - 29.

No la pudo meter Aguada, solo 2 puntos en 9 minutos y pico con 6 libres errados de manera consecutiva dejaron muy mal parados a los rojiverdes que de alguna manera quedaron casi en partido con el triple final del Panchi Barrera que hizo que se fueran al vestuario 43 – 32.

Si el básquetbol es una competencia de rachas, dentro de los 40 minutos de juego, el primer tiempo fue de dos rachas conjuntas que permitió muchísimos tantos en el cuarto inicial y un pobre goleo en los segundos 10 minutos con una perturbadora ineficacia para los aguateros y un ritmo regular pero mucho más efectivo de Hebraica que le hizo tomar una diferencia no tan impresionante en puntos pero grande en sensaciones y estados de ánimo.

No hay vuelta atrás

El inicio del segundo tiempo nos daría pistas suficientes para los espectadores, e índices de lo que vendría para los deportistas. Siguieron con la misma sequia, pero con mayor acierto de Aguada que llegó a achicar a 7 (47 – 40). Pero estaba Leandro en cancha y con sus puntos, y los de Jaime Lloreda volvieron a tomar la máxima de 14 puntos (54-40), y de 18, (58-40) no solo quebrando el juego en el tanteador sino en el de las emociones, desanimando y desmoralizando a un rival que no podía levantar cabeza. Un triple de LGM, lo que le faltaba, terminó por cimentar una enorme sensación de que aquellas redes de los aros de la séptima final de la LUB 2016 – 2017 terminarían siendo collares de gloria de los jugadores de Hebraica. No hubo forma de arrimar por parte de Aguada que además tuvo una pésima noche desde los libres (apenas 7 de 16 en todo el juego), y entonces se fueron al último minidescanso casi con la inevitable sensación de que ya no se podría por parte de los rojiverdes, y que la chapa de campeón ya se podría ir grabando con el nombre de Hebraica y Macabi por segunda temporada consecutiva.

El último cuarto estuvo demás, o casi. Bastó que Leandro García Morales que ha ganado todas las veces que llegaron a las finales sus clubes, Biguá primero, Aguadas después y estas últimas 2 temporadas con los macabeos, sumase más puntos a su cuenta (terminó con 26 puntos) y lo único que cambió fue el marcador que terminó con la enorme victoria por 82 – 56. El título, las redes y la increíble sensación de saber que son los mejores, porque lo fueron.

¡Salud campeones!