Los inmigrantes de origen valdense comenzaron a llegar para quedarse a mediados del siglo XIX, tras obtener la libertad civil en 1848 por parte del gobierno italiano, que los había perseguido durante más de cinco siglos.

Planchon y Bertinat, dos muchachos que vivían en los valles del Piamonte, se habían embarcado en Marsella “sin rumbo fijo” y llegaron hasta Montevideo. “Tenían la necesidad de salir de Europa porque había superpoblación, miseria y pocas tierras para trabajar. Escribieron a sus familias sobre el modo en que vivían en Montevideo y exageraron un poco: decían que la única enfermedad era la muerte”, relata Oscar Gilles, vecino de Colonia Valdense e historiador del movimiento religioso.

Aquellos dos jóvenes son considerados los“adelantados” de la colonización valdense. Ellos establecieron contactos con Frederic Snow Pendleton, capellán de la Legación Británica en Montevideo, que los puso a su vez en contacto con quienes lideraban el proceso de colonización de la campaña uruguaya tras la finalización de la Guerra Grande (1839-1851). Entre 1856 y 1858 llegaron 200 valdenses –mujeres, hombres, niños y viejos– cuya principal actividad económica había sido la agricultura en las montañas. Más tarde llegarían unos cuantos más.

Los promitentes colonos valdenses obtuvieron tierras en el departamento de Florida, pero la oposición encabezada por la Iglesia Católica hizo que aquellas familias debieran trasladarse hacia Colonia, donde adquirieron parcelas que habían sido fraccionadas de la antigua y amplia estancia El Virrey, donde, posteriormente, también encontrarían espacio los colonos suizos.

A pocos kilómetros del Río de la Plata también hubo tensas polémicas doctrinarias entre los pastores valdenses y el sacerdote de Rosario, que fueron reflejadas en periódicos de la época, recuerda el pastor Hugo Malan. Además, los problemas entre los valdenses acerca del lugar donde debía funcionar el templo fueron muy intensos.

Religión más educación

En pocos años, los valdenses lograron que su colonia agrícola alcanzara la prosperidad económica. Mantuvieron la idea de vivir en comunidad por “una razón muy clara: la inmigración los obligaba a aglutinarse, y si una persona tenía herramientas que otro no tenía, las socializaban. Así se iniciaron Colonia Valdense y otras localidades que se formaron más tarde en el mismo departamento de Colonia, con un sentido muy solidario”, explica Malan.

En paralelo a esa laboriosidad, aquellos circunspectos hombres y mujeres también se concentraron en el desarrollo de la vida religiosa y del estudio, de modo que la construcción de templos y centros educativos se transformó en prioridad de esa comunidad. “Los valdenses se movieron con una impronta educativa desde sus orígenes. La subsistencia en las montañas durante tantos siglos puede ser comprendida a partir de la educación que ellos fueron generando, incluyendo la preparación de los líderes religiosos en las Escuelas de las Barbas, que permitieron mantener a las comunidades”, resalta el pastor. “Saber leer y escribir tenía una importancia sustancial en el desarrollo de la vida religiosa, ya que era el modo de interpretar las enseñanzas de la Biblia, que era un elemento central” en el culto valdense, subraya la profesora Juanita Bertinat.

De ese modo, en 1888 los valdenses instalaron el primer liceo rural en el interior uruguayo y contaban con seis escuelas primarias –las petites ècoles– distribuidas en sus áreas de influencia. En el siglo XX se conformaría la Escuela del Hogar y otras instituciones educativas de carácter comunitario. “El liceo siempre fue abierto para ambos sexos y allí no había enseñanza religiosa, sino que se aplicaba la currícula oficial, que por entonces dependía de la Universidad de la República”, resalta Gilles.

La asamblea de fieles siempre tuvo un rol fundamental en las decisiones de esta iglesia. No obstante, hubo claros liderazgos de algunos pastores. Daniel Armand Ugon fue uno de ellos. Llegó a Uruguay en 1877, con 26 años, y se transformó en un referente de la congregación durante medio siglo. También fue docente y promotor de la instalación del liceo, que hoy lleva su nombre.

Instituciones abiertas

Los valdenses trabajaron las tierras con habilidad, lograron resultados económicos positivos y “pagaron enseguida” las tierras que habían colonizado. En las primeras décadas del siglo XX crearon cooperativas, sociedades de fomento rural y hasta un “sistema de vivero social” que proporcionaba árboles frutales a las colonias que fueron creándose en ese departamento, recuerda Gilles.

Bertinat resalta que “los valdenses lograban avanzar en aquellas cosas que ellos creían necesario y que el Estado no había podido cubrir. La creación de las escuelas puede ser vista desde esa perspectiva, y es lo mismo que ha ocurrido con la creación de hogares de ancianos o para personas con discapacidad, que también tiene que ver con la cosmovisión religiosa”.

“Los valdenses se involucran en comisiones de organizaciones vinculadas a los cuidados de las personas, incluso en aquellas localidades que no fueron fundadas por ellos. Y cuando el Estado entra a cubrir esas necesidades, los valdenses se retiran y toman iniciativas en otras cosas tendientes a construir modelos de convivencia ciudadana”, añade Malan.

Aliados batllistas

Si bien aquellos colonos habían asumido no involucrarse de modo activo en la vida política de Uruguay, hubo puntos de encuentros entre Armand Ugon y los gobiernos militares de la segunda parte del siglo XIX, especialmente con el encabezado por Máximo Santos.

Ya en el siglo XX, en el proceso de modernización impulsado por el presidente José Batlle y Ordóñez, los vínculos entre valdenses y colorados fueron notorios. “Daniel Armand Ugon era batllista y los valdenses fueron muy activos en el proceso de colonización”. Colonia Valdense es una de las colonias, pero hubo otras que se fueron conformando –Cosmopolita, Miguelete, Ombúes de Lavalle– y Armand Ugon se transformó en un agente del gobierno, promoviendo la instalación de colonias agrícolas. Armand Ugon “era pastor”, por lo que “el vínculo no era muy explícito”, pero “toda la familia era colorada, y los valdenses, en general, eran colorados”, indica Gilles.

Hoy, a 160 años de su llegada a Uruguay, los valdenses se definen como “progresistas” y “defensores del derecho a disentir”. “Nosotros, por ejemplo, no podemos considerar que esté equivocada aquella gente que se ha ido de nuestra comunidad de fe, porque se trata de una libertad”. “La iglesia no puede imponer cosas de la doctrina. Por eso, las discusiones sobre el derecho a legalizar el aborto bajo ciertas condiciones han sido defendidas por nuestra iglesia, al igual que el matrimonio igualitario, más allá de lo que pensemos doctrinariamente. Es el derecho a la libertad; eso es lo que defiende nuestra iglesia”, remarca el pastor.

Bertinat reconoce que existe “una visualización de nuestra zona con ciertos factores que la singularizan. Quizás nosotros los tenemos incorporados, naturalizados, y nos cuesta describirlos. Yo no me identifico con la idea de que aquello que heredé debo mantenerlo. Creo que la resignificación de la historia nos permite conservar algunos elementos de la identidad, pero siempre reelaborando lo que heredamos, para evitar que se cristalice. Nuestro desafío es ver cómo se sigue pensando en la ciudad, debemos ver cómo cambia y eso no nos debe paralizar. Debemos seguir pensando en una perspectiva de desarrollo, porque eso es algo que nos debe seguir identificando”.

Números productivos

En Colonia Valdense tan sólo 1,7% de las personas están desempleadas, según el observatorio de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto. “Los números podrán ser viejos [2011], pero no ha cambiado esa situación. Algunas industrias de la zona cerraron durante los últimos años, pero los trabajadores lograron reinsertarse en granjas más pequeñas”, asegura la alcaldesa Analí Bentancur (Partido Nacional) a la diaria. “En la puerta del municipio no aparece gente pidiendo trabajo”, añade.

Los puestos laborales son originados en la actividad agrícola, en el cooperativismo y en la prestación de servicios. “El sistema de granjas, con cultivos frutícolas, se mantiene en pie, ha pasado de generación en generación. También existe agricultura intensiva y lechería en la región. La gente mantiene el arraigo al trabajo, ese potencial que trajeron los inmigrantes, con un movimiento cooperativo muy pujante”, valora.

El pastor Hugo Malan cree que las cooperativas han perdido fuerza en la zona. “Es evidente que el esquema del capitalismo termina rompiendo eso. Cuando la influencia de la vida de fe de la iglesia en las personas deja de ser predominante, la gente se siente en libertad de participar en modelos productivos diferentes. Acá hubo un avance fuerte del sistema capitalista, no sólo en Colonia Valdense sino en toda la sociedad”.

Otros números también llaman la atención: de las 4.535 personas censadas en 2011, 2.140 tenían más de 45 años. Durante los últimos diez años se ha registrado una renovación poblacional a partir de la llegada de personas provenientes de otros departamentos e incluso de extranjeros con alto poder adquisitivo, que “encontraron un lugar tranquilo, que está cerca de todo”, comenta Bentancur.

La alcaldesa también destaca el trabajo que realizan las organizaciones sociales locales.

En Colonia Valdense funcionan 30 instituciones no gubernamentales,cuenta Elisa García, responsable del mapeo del Fondo Región Colonia. “Nos comunicamos con todas, y diez accedieron a registrarse en nuestro trabajo. ¿Por qué nos contestaron tan pocas instituciones? Creo que los valdenses son un poco temerosos, y hasta que no te conocen no se abren para brindar información”, añadió.

Bentancur y García destacaron que esas organizaciones “tienen un peso muy importante” y “trabajan en educación, medioambiente, cultura, salud y cuidados, género, deporte y recreación”.

García es profesora de Literatura y ha trabajado en el liceo Daniel Armand Ugon. Desde ese rol, destaca el nivel de participación que tienen los alumnos. “El centro de estudiantes del liceo es una referencia, porque tiene un nivel de participación que no se ve en ningún otro lugar del departamento de Colonia. Esa participación está asociada a los campamentos que organiza la Iglesia Valdense, que crea la idea de comunidad en los chiquilines, que ayudará para que sigan participando en la etapa adulta”. “La gente ha adquirido muchos valores en las aulas”, opina la alcaldesa.