Tras la excitación de las elecciones internas y la meseta que se vivió la semana pasada, en estos días la campaña electoral entró en una fase de reposo. Eso no quiere decir que no ocurran eventos relacionados con las próximas elecciones, pero por ahora tienen otro tipo de intensidad.

Por ejemplo, gran parte de la atención pos domingo 30 de junio se centró en la opción del Partido Nacional –núcleo de una coalición gobernante que convocó a muchos menos ciudadanos que habitualmente– por una candidata a la vicepresidencia recién afiliada y proveniente de una tradición política muy lejana del herrerismo. ¿Fue una genialidad de Álvaro Delgado y sus asesores haber elegido a Valeria Ripoll o todo lo contrario? La pregunta parece empezar a constestarse, pero todavía falta mucho para octubre.

Otra manera de percibir las revoluciones bajas pero constantes que mantiene la campaña en esta etapa puede ser atender a la forma en que el oficialismo está ayudando a la “reconversión” de los canales privados en proveedores de internet mediante el uso de infraestructura pública.

El apoyo de esas empresas, cuya buena voluntad resulta tan importante para colocar propaganda electoral en televisión, se tracciona también desde el proyecto ley de medios. Sin embargo, su aprobación vuelve a complicarse y los motivos de la postergación, más que en los capítulos aberrantes de su redacción, también se debe a la usual evaporación del poder de cada presidente cuando entra en los últimos meses de su gobierno.

Característica de este momento también fue la presentación de la ministra de Economía en el Parlamento, en la que trató de mostrar sus mejores números, pero no pudo ocultar el fracaso de sus propias metas respecto del descenso del déficit fiscal, y a pesar de la retórica de austeridad, es inocultable que el gobierno se vio tentado a acometer el clásico aumento del gasto en año electoral. En cuanto a las cifras de pobreza, las autoridades parecen haber arribado a la conclusión de que es un problema de planillas.

Igualmente propia de esta fase es la resistencia a la declinación, y el presidente, a su manera, anunció que también quiere incidir en la campaña, aunque tenga que jugar al límite del reglamento.

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