El lunes fuimos testigos de un acto discursivo excepcional, de esos que merecerán análisis técnicos exhaustivos de disciplinas como la ciencia política y la lingüística.

Contextualicemos: desde hace por lo menos dos meses, el economista Gabriel Oddone venía sonando para ministro de Economía en un supuesto gobierno encabezado por el frenteamplista Yamandú Orsi.

A pesar de ese apoyo, su nombre fue cuestionado dentro del Frente, tanto por lo que connota –ligazón al mundo empresarial– como por lo que denota –por ejemplo, se pronunció a favor de desacoplar los salarios del aumento del costo de vida–.

El oficialismo, en cambio, parecía no tener argumentos convincentes para criticar a un hombre cuyos antecedentes de moderación lo aproximan a las corrientes más centristas del gobierno. La semana pasada, sin embargo, diversos actores comenzaron a vincular la recuperación del dólar frente al peso con un posible triunfo del Sí en el plebiscito de la seguridad social: la depreciación de la moneda nacional sería consecuencia de la “huída” de capitales, asustados de que Uruguay pierda su estabilidad financiera en caso de tener que afrontar mayores gastos sociales. Ocurre que, en términos electorales, los partidos oficialistas buscan incorporar el plebiscito a los debates de la campaña, dado que el frenteamplismo se encuentra dividido respecto del tema.

En ese panorama, el comando de Orsi decidió formalizar la postulación de Oddone como futuro ministro de Economía. Y, en ese acto de confirmación, Oddone aseguró que un triunfo del Sí “no es el fin del mundo”. Al hacerlo, se posicionó en un lugar central y único, no sólo dentro de su fuerza, sino en todo el elenco político.

Durante el tramo más interesante de su discurso, Oddone opinó que la imagen de Uruguay ante los mercados es producto de un acuerdo tácito (“el sistema democrático”), que “seguirá existiendo cualquiera sea el resultado del plebiscito”. “Lo más importante es que el plebiscito no es el fin del mundo. Es complejo, pero se va a poder manejar, como lo hemos hecho en el pasado. Lo mejor que podemos hacer ahora, como sistema político, es transmitir que estamos en condiciones de manejar cualquier escenario que emerja”, agregó.

Algunos de los efectos de este pasaje son notables. En orden de importancia creciente, Oddone a) tendió una mano a los sectores del Frente que apoyan el Sí, que en general eran los más resistentes a su candidatura como ministro; b) desactivó el plebiscito como tema capaz de perjudicar a su partido; c) se posicionó como futuro ministro de Economía, al visualizar un resultado adverso en la consulta popular como un tema que él mismo tendrá que afrontar; y d) situó al gobierno del lado de la irresponsabilidad y se colocó a sí mismo en el de la sensatez.

“No es el fin del mundo” es un gran ejemplo de enunciado performativo, es decir, de esas frases que tienen efectos inmediatos, como “los declaro marido y mujer”. En este caso, al presentarse como garante de la estabilidad y el progreso más allá de cualquier circunstancia, Oddone se convirtió en el garante de la estabilidad y el progreso.

El timing con que intervino y la forma en que transformó sus vulnerabilidades en fortalezas indica que estamos ante un actor político que cobrará peso creciente en los próximos años.

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