- En un Montevideo mucho más agreste que el de hoy aparecen damas de vestido largo y sombrero. A su lado circulan autos envueltos en serpentinas. En el Desfile de Carnaval por la rambla Presidente Wilson, bailarines de blanco se recortan frente a la muchedumbre como figuras de papel. Detrás de carros tirados por caballos se divisan edificios imponentes que uno busca identificar en un paisaje que intuye familiar.
Carnaval en Montevideo, que primero fue un libro y ahora llega como una muestra a la Fotogalería Parque Rodó, acerca una cuidada selección del archivo histórico del Centro de Fotografía de Montevideo (CdF). Su recorrido abarca desde los orígenes de la Intendencia de Montevideo vinculada al carnaval, en los años 20, y contempla las distintas formas en que se celebró a lo largo del tiempo.
- Frente al Hotel del Prado, varios niños posan orgullosos con sus disfraces de magos, soldados, brujas, payasos o conquistadores. Las fotografías sociales llevan a detenerse en los detalles. Se nota el ambiente de fiesta: entre vestidos vaporosos, bastones y sombreros aparecen orejas de animales y bigotes falsos.
Más allá de su valor como archivo, la exposición se integra con fotografías con muy buenas composiciones, texturas trabajadas, puntos de fuga y encuadres osados. El historiador Mauricio Bruno, coordinador de Investigación, Fotografía y Ediciones del CdF, explicó que a la hora de elegir las imágenes se buscó que fueran representativas de los temas que trataron los fotógrafos, que tuvieran un valor histórico pero también fueran de calidad.
Tanto en la selección de las fotos como en la investigación participó Milita Alfaro, experta en la historia del carnaval en Uruguay. En el texto que acompaña la muestra destaca la importancia que la celebración ha tenido desde los tiempos de la colonia: “A lo largo de tan extensa trayectoria, la fiesta ha demostrado su ductilidad para adaptarse al cambio social, tendiendo puentes entre pasado y presente y constituyéndose en ámbito clave para los procesos de construcción de nuestras identidades colectivas”.
En las imágenes –que no llevan créditos, porque los fotógrafos no acostumbraban a firmarlas– uno intenta encontrar la ciudad que conoce guiándose por los nombres de calles y edificios. Vemos una 18 de Julio majestuosa con su despliegue de luminarias que forman dibujos exquisitos por sobre el fondo negro. También hay instantes que parecen salir de una fantasía, como la foto de 1963 que muestra a las reinas de carnaval asfixiadas por sus vestidos blancos y con coronas brillantes en un podio en la plaza Independencia.
Las fotos permiten dimensionar la construcción de una Montevideo en la cual se juntan una tradición popular como el carnaval con una intervención estatal que intenta darle un carácter oficial a la fiesta. Para Bruno, “las fotografías muestran ese punto de encuentro entre el Estado y la sociedad”, en el que las iniciativas oficiales proponen un carnaval similar al francés, con la idea de europeizar a Uruguay para generar un atractivo turístico.
Montevideo en gelatina y plata
Al recorrer las fotos nos encontramos con variedad de festejos: tanto celebraciones callejeras como bailes de máscaras aristocráticos en recintos elegantes. “Las fiestas del Parque Hotel permiten acceder al disfrute del carnaval de las clases altas”, dice Bruno. Esos bailes de disfraces o fiestas de las serpentinas se cruzan con fotos de las comparsas y las murgas, que ya la sociedad había incorporado independientemente de lo público.
Allí vemos las decenas de formas que toman los tablados, construidos por los propios vecinos –donde hay castillos, bicicletas, máscaras, incluso una reproducción de la torre Eiffel– y los diseños de los carros alegóricos, que van desde piratas montados sobre un barco hasta una contorsionista que se dobla en una curva imposible. “Si uno ve el Desfile de Llamadas o los tablados de barrio puede acceder a otras formas de encontrarse con el carnaval, más vinculadas a la clase media o las clases populares”, explica Bruno.
De este modo, si bien las celebraciones daban la posibilidad de disfrazarse y ser otro por un rato, había una jerarquía social que se mantenía. También sucedía con los roles de género: encontramos fiestas en las que disfrutaban hombres y mujeres, pero los tablados eran territorio masculino. Por esta razón sorprende la imagen que muestra a la murga femenina Rumbo al Infierno, que avanza por el asfalto de 18 de Julio en 1962. “A veces uno tiene ciertas ideas asociadas a las cosas, y no te digo que la fotografía te las corrobore o te las descarte del todo, pero te ayuda a encontrar otras perspectivas”, sostiene Bruno.
Costumbres, modos de vestir y de relacionarse se desprenden al ver la muestra, donde emerge una Montevideo que conocemos y a la vez nos es ajena. Asombra la explosión de anuncios callejeros y una publicidad que casi se vuelve ubicua. “Gana mucho terreno en ese momento. Estamos hablando de la Montevideo de los 20 o 30”, detalla Bruno. Así presenciamos otra forma en que la fotografía desmiente preconceptos. “A veces uno piensa que la explosión de la publicidad es algo muy actual, pero los archivos permiten ver que en ese momento hay una gran demanda del consumidor”.
El período en que el archivo cuenta con más fotos, los años del 20 al 40, coincide con un cambio en el perfil urbanístico y arquitectónico de la capital, lo que se traduce en las construcciones que vemos en las imágenes. “Hay todo un imaginario montevideano en ese momento que busca acercar a la ciudad a los centros desarrollados de Europa y Estados Unidos”, dice Bruno. Sobre todo, se intentaba construir edificios altos, que otorgaran nuevas perspectivas desde donde ver la ciudad.
También asoman las tradiciones barriales en las formas de celebrar, en épocas en que el tranvía y el automóvil recién comenzaban a unir puntos para generar una identidad más montevideana. En esa construcción el carnaval será fundamental, está claro que el modo de festejar puede decir mucho sobre el tipo de sociedad en la que vivimos.
Carnaval en Montevideo puede visitarse sin costo en la Fotogalería a cielo abierto de Parque Rodó hasta el 18 de abril. También es posible hacer un recorrido 3D en la web del CdF.