Como las personas, los gobiernos han mostrado reacciones distintas ante la expansión del coronavirus causante de la enfermedad Covid-19. Si bien es demasiado pronto para conocer qué medidas dieron más resultado, algunos países ya tuvieron que reconsiderar su estrategia y modificarla.

Es el caso de Reino Unido. El gobierno de Boris Johnson no cerró las escuelas hasta ayer, y lo hizo con una excepción: aquellos niños cuyo padre o madre tenga una ocupación que resulte clave en la situación de crisis sanitaria actual seguirán yendo a clases para facilitar que sus padres sigan trabajando, informó The Guardian. Tampoco los espectáculos masivos fueron cancelados de inmediato. Por el contrario, el gobierno argumentó a favor de mantenerlos.

El Ejecutivo de Johnson, al igual que el gobierno de Holanda, se apoyó en una teoría según la cual se puede generar una supuesta “inmunidad de grupo”, algo que no está respaldado hasta el momento con ninguna prueba. Consideró que la propagación de coronavirus es inevitable y que será cada vez más reducida a medida que la población se contagie y genere anticuerpos. Con esa lógica, en los centros de estudio y los conciertos en marcha el virus se expandiría en los jóvenes, en su mayoría más resistentes al virus, y se generaría esa inmunidad.

Al respecto, la coordinadora de emergencias de la oficina para Europa de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Dorit Nitzan, dijo que todavía no se conoce al coronavirus lo suficiente como para saber si se genera inmunidad o si muta, como el virus de la gripe, y, por lo tanto, es posible volver a enfermarse sucesivas veces, informó la agencia de noticias Efe.

En la última semana, el gobierno británico debió cambiar de estrategia. Así lo reclamaron más de 300 científicos en una carta pública difundida el domingo. “Con un crecimiento sin restricciones, este brote afectará a millones de personas en las próximas semanas”, y podría llevar a un colapso del sistema de salud que causaría muertes evitables, ya sea de personas con coronavirus o con otras enfermedades.

Poco después, el martes, se conoció un informe del Imperial College de Londres –que asesora al gobierno–, según el cual era necesario cambiar la estrategia para evitar que el sistema público de salud colapsara y murieran 250.000 personas. De acuerdo con esta investigación,los centros de tratamiento intensivo podrían quedar desbordados al punto de que se necesitara una capacidad ocho veces mayor que la existente.

Por lo tanto, agregaba el informe, no quedaba otro camino que impulsar una política de aislamiento social para suprimir el contagio, como se hizo –más tarde o más temprano– en la mayoría de los países a los que llegó el virus. En el documento, los científicos recomendaron aislar los casos sospechosos, poner en cuarentena a quienes viven con ellos, y también poner a resguardo a ancianos y personas con factores de riesgo. Esas acciones, que buscan enlentecer el contagio, podrían reducir las muertes a la mitad y la necesidad de atención sanitaria a un tercio, estimaron. Desde entonces, Johnson ha llamado a tomar precauciones, y su gobierno reitera que no descarta ninguna medida.

El objetivo es limitar las muertes a “20.000 o menos”, dijo un asesor del gobierno, Patrick Wallance, y agregó que cada año mueren en Reino Unido unas 8.000 personas por causas vinculadas con la gripe común y sus complicaciones.

Mientras tanto, se suspendieron las negociaciones con la Unión Europea (UE) acerca del brexit (que está en un período de transición hasta el 31 de diciembre) por el riesgo que implica que los equipos de las dos partes se reúnan a dialogar de manera periódica sobre la futura relación entre ambas. Además, la crisis sanitaria capta toda la atención y los recursos en el continente, y el propio jefe negociador por la UE, Michel Barnier, dio positivo al test de coronavirus.

También se pospusieron las elecciones locales del 7 de mayo en Inglaterra, y el gobierno escocés decidió postergar los planes de votar este año en un nuevo referéndum sobre la independencia de Reino Unido.

A la manera rusa

En cuanto a elecciones y medidas para frenar la expansión del contagio, el caso británico es el opuesto al ruso. En Rusia sigue en pie la convocatoria a un plebiscito para el 22 de abril, en el que se pone a consideración la reforma de la Constitución impulsada por el gobierno, que limita los mandatos de un presidente a dos, excepto para el actual gobernante, Vladimir Putin.

En cambio, las medidas para frenar al coronavirus en ese país fueron contundentes y las primeras se aplicaron ya en enero. Rusia cerró su frontera con China a fines de ese mes, y Moscú dispuso cuarentena para quienes llegaran desde los países afectados, una lista que fue creciendo. Esta semana el gobierno de Putin amplió la cuarentena a todas las personas que ingresen a Rusia. También se fueron cerrando las fronteras con otros países. En Moscú se limitó en forma progresiva la concentración de personas, se cerraron museos y teatros, se suspendieron las clases y se impulsó el trabajo a distancia.

A pesar de que Rusia tiene 146 millones de habitantes, los casos de coronavirus reportados son sólo 199, en su mayoría importados, y la primera muerte ocurrió esta semana. Todo eso, teniendo frontera con China.

Roma y Pekín

Desde el 31 de diciembre, en China, donde surgió la enfermedad Covid-19, se reportaron cerca de 81.000 casos positivos de coronavirus, 3.250 muertes y 70.500 personas dadas de alta. Allí, al igual que en Rusia, todo aquel que llegue del exterior, sin importar si es o no extranjero, debe cumplir con medidas obligatorias de cuarentena.

El jueves fue el primer día que no se registró ningún nuevo contagio en China, aunque sí hubo 34 nuevos casos importados. Ese mismo día Italia superó a ese país en muertes por Covid-19 al sumar 3.405. En cambio, el número de contagios es menor, unos 33.200, y fueron dadas de alta 4.440 personas. El gobierno de Italia explica el alto número de muertes por contar con una población envejecida (22% tiene más de 65 años) y señala que muchas de las personas que murieron tenían más de 80 años y enfermedades que las volvían vulnerables. Sin embargo, no hay una respuesta terminante que explique por qué se ha extendido tanto el coronavirus en Italia, España y Francia.

Según informó Efe, una delegación de expertos chinos que asesora al gobierno de Italia le recomendó tomar más medidas para que la gente no salga de sus casas y así frenar el contagio. También el encargado para Europa de la OMS, Hans Kluge, llamó a Italia y al resto de los países europeos a aumentar los esfuerzos en la aplicación de medidas que detengan la expansión del coronavirus.

El director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, había insistido en que la “columna vertebral para detener la propagación” es aplicar pruebas para detectar el virus en toda aquella persona que presente síntomas de haberse contagiado. Señaló que si se aplican sólo a los pacientes graves, como se hace en muchos países, otras personas que no están en esa situación pueden seguir contagiando el virus, además de que esto impide contar con datos más sólidos sobre la enfermedad.

La OMS también recomienda trabajar en el diagnóstico, la búsqueda de casos no detectados, aplicar cuarentenas y reforzar la capacidad de atención en los hospitales. Sin embargo, el propio Kluge reconoce que existen “ciertas situaciones de escasez”, en particular para la aplicación de pruebas para detectar el coronavirus.

Corea del Sur bajo análisis

La aplicación de test ha sido una de las herramientas que aplicó Corea del Sur. En promedio, hizo más de 5.300 análisis por cada millón de habitantes. Sin embargo, esos promedios esconden una peculiaridad del contagio en el país: la mayoría de los casos de coronavirus y la mayoría de los test se concentraron en los miembros de una secta cristiana, Shincheonji, concentrada en una ciudad, Daegu, y por lo tanto fue más fácil que en otros lugares rastrear el brote. De los 7.200 contagios, 87% se concentran allí y en la provincia en la que se encuentra Daegu, Gyeongsang del Norte.

Si bien la aplicación de pruebas de detección del virus es considerada fundamental por la OMS, en el caso de Corea del Sur se han destacado también otras acciones recomendadas. Una es el trabajo que se hace para administrar de forma adecuada los test disponibles y determinar en qué casos aplicarlos. Otra es la posibilidad que tuvo ese país, al igual que China, de ampliar la capacidad hospitalaria con nuevas instalaciones.

También se recurrió en Corea del Sur a las campañas de concientización sobre las medidas para prevenir el contagio –como el lavado de manos–, y sobre todo se ha cumplido con las cuarentenas. Deben cumplirlas quienes estuvieron en riesgo de contagio, aunque no tengan síntomas, y quienes sí los tengan, aunque sean leves e incluso aunque no tengan todavía un test positivo. Además, se suspendieron las clases, las competencias deportivas, los espectáculos y otras actividades que reunieran muchas personas.

En febrero, Corea del Sur aparecía, después de China, en el segundo lugar en contagios diarios, y llegó a sumar 909 casos nuevos en un solo día. Esta semana, ese número bajó a 74. Estrategias similares parecen haber funcionado también en Taiwán, donde los casos de contagio se cuentan por decenas y no por miles.

Corea del Sur no cerró sus fronteras, sólo se impidió que llegaran personas de la provincia china de Hubei, donde comenzó el brote. Pero sí estableció que quienes llegan al país desde una zona en la que está presente la enfermedad Covid-19 deben utilizar una aplicación y reportar cada día la presencia o ausencia de determinados síntomas.

También se recurrió a alertas mediante celulares para avisar de un caso de coronavirus cercano a los habitantes de determinada zona, y se puso en marcha otra aplicación, en este caso de uso voluntario, en la que las autoridades detectan si una persona que tiene el virus abandona las medidas de cuarentena.

Según informó la agencia de noticias Efe, el presidente de la Sociedad de Epidemiología de ese país, Kim Dong-hyun, insistió en que todavía es demasiado pronto para concluir que el camino surcoreano es el correcto para abordar esta crisis.

El caso cubano

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Taxista pasea a turistas en La Habana. Foto: Yamil Laje, AFP.

Cuba no cerró sus fronteras. Recibe vuelos que llegan desde China, Italia y cualquier otro país afectado por el coronavirus. El sector turístico es clave para la economía cubana, y no hay cuarentena para quienes viajan a la isla, excepto para aquellas personas que presenten síntomas. Sí fueron dispuestas medidas de seguimiento y control sobre el estado de esas personas, y también fueron suspendidos espectáculos masivos y competencias deportivas.

Mientras muchos países impiden la entrada a quienes llegan en cruceros, esta semana el gobierno cubano desplegó un operativo para que los pasajeros del crucero británico MS Braemar desembarcaran en el puerto de Mariel. Entre los casi 700 pasajeros había cinco casos de coronavirus. En Cuba, los contagios reportados apenas duplican esa cifra: nueve enfermos y un fallecido.

Los pasajeros del MS Braemar fueron trasladados al aeropuerto de La Habana y de allí serían enviados en vuelos dispuestos por Reino Unido hasta ese país, mientras parte de la tripulación llevaría el barco de nuevo a aguas británicas. Había turistas italianos, colombianos, australianos y canadienses, entre otras nacionalidades. Antes de desembarcar, algunos desplegaron un cartel que decía “Te quiero, Cuba”, en sintonía con el agradecimiento que le transmitió al gobierno la embajada británica por permitir el desembarco y evitar que la enfermedad se siguiera expandiendo a bordo.

La política cubana frente al coronavirus también favoreció a Nicaragua, que esta semana recibió una delegación de médicos de la isla. Viajaron para preparar a las autoridades de ese país, donde todavía no se detectaron casos, para enfrentar la pandemia.

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