Hablemos de ironías: en la feria tecnológica más importante de Estados Unidos hubo un apagón que retrasó todo durante horas. Pero lejos de las frustraciones, la feria de electrónica para consumidores (CES, por su sigla en inglés) siguió demostrando que es el lugar donde las grandes empresas muestran su tecnología más puntera.

Lo hubo de todo en la CES y resumir cuesta. No obstante, hay conceptos que parece que le interesan más a la industria que al resto: los televisores, la inteligencia artificial y los robots. Más aun, algunos de estos componentes se mezclaron en algunas de las propuestas más extravagantes de toda la feria.

La televisión como soporte está lejos de ser una cuestión del pasado: este artefacto que cada vez es más plano y polifuncional hizo que grandes empresas, como Sony, LG y Samsung, se pelearan por robarle hasta el último centímetro a la competencia. Los coreanos de Samsung presentaron The Wall, un televisor con tecnología MicroLED que lo convierte en el primero en ser modular, es decir, en cambiar de tamaño. El presentado en la CES tenía unas ridículas 146 pulgadas.

Por otro lado, LG presentó su -aún sin nombre- televisor OLED enrollable de 65 pulgadas, lo que permite ahorrar el espacio que semejante artefacto podría ocupar en un hogar. La susceptibilidad crece si pensamos en que la durabilidad del OLED se puede ver seriamente perjudicada por este sistema que presiona los distintos LED entre sí. El menos jugado en este concurso alocado de televisores fue uno de los más establecidos en el mercado: Sony se dedicó básicamente a mostrar actualizaciones de sus gamas de aparatos, porque lo más arriesgado que presentaron los japoneses fue por una rama distinta.

Otras tendencias que aporta la televisión en la CES es la resolución 8K, que llegará obligada a los juegos olímpicos de Tokio 2020. Parte integral de las teles más punteras, el 8K parece partir en offside si se tiene en cuenta que su predecesor, el 4K, recién está dando sus primeros pasos en el mercado de consumo.

Domótica La inteligencia artificial también tuvo su lugar, tanto en la teles como en los hogares y en los robots. LG mostró que, a partir de su sistema thinQ, se puede programar todas las funciones de los electrodomésticos de una casa -vista como un ecosistema interconectado- con sólo usar un smartphone, lo que sería similar a sistemas como Google Assistance, Alexa y Bigsby.

Estar pendiente del celular para darle vida a la casa parece igual una tarea un poco cansina, por lo que LG presento a CLOi, el primer asistente en formato físico que permite realizar las funciones básicas del hogar mediante comando de voz. En términos claros, es un robot estático que puede indicar qué hay dentro de la heladera, modificar la intensidad de las luces, recordar tu agenda del día, etcétera.

Más alejado de la asistencia, y probablemente lo más jugado de la feria, Sony presentó una nueva versión de su perro robot llamado Aibo. Una mascota mecánica que tiene integrados sensores, micrófonos y cámaras que se conectan a un celular, en conjunto con una inteligencia artificial que le permite simular ciertas expresiones, ladrar, hacer un reconocimiento facial de sus “dueños” e interpretar con qué persona juega más, quién lo acaricia y, según prometen para más adelante, juntar objetos del piso.

De utilidad ni hablemos, que el perrito vale 2.000 dólares y su batería dura dos horas nomás, pero ya permite renovar algunos debates sobre los límites del cariño hacia una máquina. Las tecnologías de vanguardia tienen ese algo que emociona, aunque es difícil que alguien tenga una habitación donde colocar un televisor de 146 pulgadas, o que tenga una resolución 8K cuando nada se transmite en esa calidad actualmente. A fin de cuentas, de consumo cotidiano tienen muy poco. El cometido de mostrar esta tecnología que se presenta sin nombre ni fecha de salida es más bien dejarnos asomar a pispear por la ventana del futuro.