En todos los ámbitos de nuestra sociedad hemos tomado conciencia sobre cómo nos expresamos. Por fortuna, esto ha hecho que revisemos la forma en que hablamos y escribimos, de manera de que, por ejemplo, la exclusión o la discriminación no esté presente en expresiones que utilizamos, en la gran mayoría de las veces, costumbre histórica.

En la vida cotidiana no es novedosa la polémica recurrente acerca del uso del lenguaje inclusivo tan criticado por la Real Academia Española (RAE) y defendido por colectivos sociales. Uno de los principales puntos de discusión es sobre el uso del masculino genérico; según la RAE, “los sustantivos masculinos no sólo se emplean para referirse a los individuos de ese sexo, sino también, en los contextos apropiados, para designar la clase que corresponde a todos los individuos de la especie sin distinción de sexos”. Evidentemente, a pesar de involucrar a la economía lingüística, el problema principal es que excluye, o al menos minimiza, de forma tácita al sexo femenino.

Discusiones por el estilo se han dado en ámbitos como el de la tecnología. Conceptos como el de “maestro” (master) y “esclavo” (slave) son ampliamente utilizados en la ingeniería en computación, ingeniería eléctrica o grabación de audio. Evidentemente tienen una carga de dominación racial muy fuerte, y las grandes empresas, potenciadas por el movimiento Black Lives Matter, han tomado cartas en el asunto.

Una de las primeras compañías en reconsiderar la terminología ha sido GitHub, la plataforma más grande del mundo en alojamiento de proyectos de desarrollo de software. Su director ejecutivo, Nat Friedman, ha declarado que la firma está trabajando en cambiar el término master (lugar donde los proyectos generalmente ubican las versiones estables de su código) por otro. Reaccionaba al comentario que una desarrolladora del navegador Google Chrome realizara en Twitter al respecto. Entre las justificaciones, manifestó que “si ayuda a al menos una sola persona afrodescendiente a sentirse menos aislada en la comunidad tecnológica, entonces no parece un sinsentido para mí”.

Hablando de la red social del pajarito, también reaccionó a principios de este mes desde su cuenta de ingeniería. Una de las primeras acciones que tomará es cambiar una lista de palabras que utiliza a lo largo y ancho del grupo de configuraciones, como whitelist (“lista blanca”) por “lista de aprobados” y blacklist (“lista negra”) por “lista de denegados”, entre otras. Estos cambios también se estarán realizando en el código, documentación interna, etcétera. Incluso estarán desarrollando una extensión para navegadores para que los miembros del equipo puedan identificar estas palabras rápidamente y sugerir alternativas inclusivas.

Puede sonar a una movida algo demagógica y hasta publicitaria de estos gigantes tecnológicos, pero no deja de ser una importante oportunidad para notar que nuestras acciones cotidianas pueden tener una influencia en los otros. Un simple cambio en cómo hablamos o escribimos puede aportar ese pequeño grano de arena para que podamos tener una convivencia saludable.