Emiliano Firpo considera que un año y medio después del éxito de la panadería Saint Germain, que espabiló la gula pocitense en plena pandemia, la apertura de un café parisino en Carrasco era un paso natural. “Hacer muchas cosas al mismo tiempo no es eficiente; tratamos de enfocarnos un poco y avanzar hacia eso. El formato que tenemos en Gestido y Massini es una panadería con algunas mesas, pero no es un café. Este café va en sintonía y amplifica la propuesta de boulangerie y pâttiserie, una de las bases de la gastronomía francesa; el café parisino es una postal de Francia”.

Para replicar ese souvenir en Uruguay, junto a su socio, el francés Alexandre Ruscon, se empeñaron en darle una estética muy definida al nuevo emprendimiento, con 15 metros cuadrados de flores que tapizan el techo y dialogan con el verdor del barrio. Darse ese gusto, que habían visto en una pastelería de Miami, implicó traer las rosas artificiales del exterior. “Si te doy el mejor croissant del mundo pero te lo pongo en una mesa sucia con una luz fea, no es congruente”, justifica.

En cuanto al servicio, definieron dos listas con todo lo que debería tener un café parisino y todo lo que no debería figurar. Las piezas de repostería, como joyas de vitrina, se pueden retirar en mostrador o sentarse a disfrutarlas. Pero el menú salado, aun siendo sencillo, excede las quiches y tartines que ofrecía el Saint Germain original. Hay ensaladas (entre ellas una árabe, la taboulé), croque Monsieur y Madame (los clásicos sándwiches franceses en pan de molde con bechamel), tablas de degustación maridadas con vinos (también recomiendan probar champán con macarrons), un abanico de cafés y tés, obviamente, y de cócteles. “Tenemos una terraza muy linda, es como si desayunaras o almorzaras en tu jardín, y me imagino ahí tomando un Mimosa”, dice Firpo, que se divierte comentando con la encargada cómo a los hombres les cuesta pedir ese trago compuesto de champán y jugo de naranja. “¡Supérenlo!”, juega.

Ubicado en Rivera 6690 esquina Costa Rica, el Café Saint Germain abre de martes a domingo de 8.30 a 20.30. Un desayuno parisino para dos (panes seleccionados, dos piezas de viennoiserie, mermeladas Jean Francois, manteca, nutella o miel, café o té y jugo de naranja natural) cuesta $ 890.

“La identidad para nosotros es fundamental, porque se trata de que la experiencia sea auténtica”, afirma Firpo, más allá de la limitación de estar en otro país y de quizás no tener acceso a ciertos productos. “Se trata de minimizarla. Por ejemplo, armamos un plato de quesos, y si querés tener un reblochon de los Alpes, no hay. Tenés que buscar algo que esté muy bueno y que se asemeje, o buscar una alternativa, como un parmeggiano reggiano. No es que si no es francés, no va. ¿En Francia se comería un parmesano italiano? ¿Por qué no? Entonces, tampoco ser más papista que el papa ni llegar al fanatismo; armar algo que sea coherente pero tampoco enloqueciéndonos, porque no vamos a importar cada cosa”, matiza.

Lo que sí trajeron es un licor de flores de sauco que descubrieron de casualidad, porque se llama Saint Germain, y parece que va muy bien con gin. Tienen algunas botellas, aunque esperan encontrar más disponibilidad en plaza para incorporarlo definitivamente a la carta.