El pase fue en noviembre. Lucía Soria era jugar sobre seguro. La cocinera argentina, radicada en Uruguay, había hecho lo posible, en su momento, por integrar el jurado de MasterChef y dice que lo disfrutó desde el primer día de la primera edición, hace cinco años. Pero si se fogueó en Canal 10, tanto en aquella competencia como en el espacio de La tarde en casa, la propuesta de Teledoce la tentaba con participar en la producción, además de conducir.

“Me gusta aprender”, sigue Soria. “En ese aspecto estoy súper contenta con el proyecto. Además me parece que estos formatos generados en Uruguay suman un montón, sea como contenido de diversión o como aprendizaje. Entonces, poder también formar parte de la idea, de los desafíos, de la producción, es algo que me motiva”.

Es la primera vez que el canal se lanza a producir un reality gastronómico. Noventa personas trabajan para que en abril salga al aire Fuego sagrado, la primera versión en español de Grillmaster. El formato distribuido por Sony Pictures Television se hizo en Italia, Bélgica, Suecia, Islandia, Finlandia, Dinamarca y Países Bajos, indicó la gerenta de producción del canal, Ana Laura González Tello. Ahora toca el debut latinoamericano. Una inversión de estas dimensiones se emitirá en horario central, después de Telemundo, aunque falta definir el día.

Esta semana se publicó el formulario de inscripción y tras una serie de castings la meta es llegar a 18 concursantes de todo el país, 18 asadores amateurs, para empezar a filmar en La Baguala, una chacra para eventos ubicada en la desembocadura del río Santa Lucía, que ofrece varias locaciones, ya que cuenta con suites, spa, restaurante, centro ecuestre y salida a la playa en la zona de La Colorada.

Junto a Soria completarán el jurado sus colegas Federico Desseno, del restaurante Marismo, y Aldo Cauteruccio, chef de la selección uruguaya de fútbol. En los créditos del programa van a figurar Gustavo Landívar como productor general y Federico Capra en dirección de arte.

Contra la estrechez carnívora

“Me parece que va mucho con nuestra idiosincrasia”, observa Soria. “Pocos países tienen ese contacto tan directo como nosotros, en el Río de la Plata, con el fuego, con hacer cosas y con esa unión que es más de sentir, de reunirnos, del asado. También es un desafío traer el formato acá, asociarlo a nuestras costumbres, a que todo el mundo tiene alguien conocido que es un buen asador. Cualquiera puede poner una tira a la parrilla y que le salga relativamente bien. Esa es la base, pero queremos algo más creativo, innovador, que vaya un paso más, con vegetales, con pescado. Personalmente estoy buscando participantes que puedan salirse de la zona de confort, con diferentes técnicas”.

Soria habla de intercambio y de crecimiento, lo que vio que pasa cuando el participante está dispuesto a aprender, y, al mismo tiempo, de darle ideas al espectador. Las pruebas grupales al aire libre intentarán sacar a los asadores del lugar común de la proteína. Si bien no fue convocado formalmente, no se descarta que un chef como Francis Mallmann, cercano a Soria y un claro representante de la cocina de fuegos, pueda estar entre los eventuales invitados.

“El formato permite variables; no es como MasterChef, que tiene una estructura base, la biblia, de la que no se puede salir mucho. Tenemos la suerte de que Sony está dispuesto a que podamos reformularlo para que rinda acá. En mi percepción de la realidad, eso de que el asado lo hace el hombre ha desaparecido. Me encantaría quebrar con eso y que se anoten un montón de mujeres que tengan ganas de cocinar rico y de meterle a la parrilla, que es un lugar como tantos del que hemos sido desplazadas. Más allá de la voluntad, no se necesita mucha fuerza sino más bien ingenio”. En el fuego hay observación, paciencia y pesan factores como las condiciones climáticas, dice Soria, “depende de cómo te organices”. Pero las complicaciones le suceden hasta al más experimentado. “Me acuerdo de una vez que estábamos haciendo un cumpleaños para 70 personas, en Garzón –yo todavía trabajaba con Francis–, teníamos muchísimos fuegos, había un viento extremo que bajaba de la sierra y en el medio del evento se largó a llover torrencialmente. Viste cuando decís ‘no quiero estar acá’, pero estás y lo tenés que encarar”.

Justamente los realities apelan a esa energía de reserva, a poner al concursante en situaciones límite a ver cómo resuelve. “Creo que eso es lo lindo, ver cómo uno es capaz de cosas que nunca imaginó. Y de seguir aprendiendo de adulto, exponerte y que te juzguen, no como persona, sino si eso lo hiciste bien o no. Tiene un valor interesante para todos”, apunta quien lleva adelante el restaurante Jacinto y la pizzería Rosa, mientras sigue con la columna de radio “De pinche a cocinero” (en Fácil desviarse, Delsol) y prepara su segundo libro con conceptos y recetas “para que podamos entender que no vamos a cocinar como nuestras abuelas pero comamos rico, ordenado y que no sea un dolor de cabeza”.

Los jurados

Aldo Cauteruccio no es nuevo en los medios. Aparte de cocinar para la selección desde hace 17 años, supo conducir programas en los que cocinaba y recibía invitados en Canal 4 (Picala) y en Vera+ (Ensalada rusa, una previa del Mundial, y Sabores y encuentros). Este nuevo proyecto, que implica coordinar la agenda en base a los partidos y las cuarentenas, le gusta especialmente: “Me parece alucinante que un montón de gente que se luce en su casa pueda mostrar lo que hace y divertirse”.

Si se le pregunta por su vínculo con el fuego contesta que está “desde muy chico” y agrega: “Gracias al fútbol he quemado carne en todos los países donde estuve, viendo cómo adecuar lo que ahí existe para llevarlo a lo que más se parece a lo nuestro. Lo que buscamos es un momento íntimo que identificamos con estar en casa, y eso te lo da el fuego”. En el Mundial de Sudáfrica solucionaron con “dos mediotanques y una reja”. Pero otra vez, durante un torneo en Bahía, una escena soñada de parrilla frente al mar casi se aguó por una tormenta repentina; el equipo no le hizo el aguante, pero Cauteruccio terminó la tarea de puro terco y después se fue enojado a dormir.

Por otra parte, tuvo un restaurante, La Cuadra, donde cocinaba en un horno a leña, y con la pandemia, hace pocos meses, terminó desarrollando un emprendimiento de venta de fogones (desde hornos pizzeros a parrillas, timbales con fuego central, ahumadores o barbacoas, sillones y camastros) que se llama Fuegos de la Costa; acaba de abrir un showroom en la rambla de Solymar. “Esto no tiene límites: es muy práctico, con ruedas, desarmable y muy social, para pasarla bien”, comenta. “Después, en el Complejo Celeste, las cosas más lindas de la convivencia, más allá de lo deportivo, se dan bajo los árboles, en la parrilla”.

Federico Desseno aceptó integrarse a Fuego sagrado, donde se estrenará en cámaras, bajo la condición de que no tuviera que hacer un personaje. La exposición le cuesta, admite este porteño que vive en Uruguay desde hace 26 años, y la pretemporada fue intensa para alguien que además de cocinar hace todos los arreglos, pinturas y mejoras de sus establecimientos. A Lucía Soria la conoce desde el primer año que abrió Marismo, en José Ignacio, una noche en que la cocinera, que entonces trabajaba en Los Negros, de Mallmann, cayó a tomar algo después del servicio. “Estaba parada frente al horno de leña, que era lo único que había, y preguntó dónde estaba la cocina. Todavía la sigo cargando por eso”, cuenta. Aunque nunca trabajaron juntos, tienen una relación de confianza, compartieron alguna feria gastronómica o fueron a cocinar, cruzados, una a Cantina del Vigía, también propiedad de Desseno, el otro a Jacinto.

En cuanto al fuego, Desseno evoca a su padre asando piezas enteras a la parrilla (“en el club que me vio crecer, Gimnasia y Esgrima, de Villa del Parque, un barrio con mucha historia deportiva desde el punto de vista del fútbol y del básquetbol”), pero a la vez piensa en la estufa a leña que usa para calefaccionar su casa o el horno de barro que enciende para comenzar la jornada en su restaurante: “El fuego es de gran importancia, más allá de que esté como un fondo en la pantalla de mi vida; no es que vivo pendiente, pero está prácticamente todos los días. Todo lo que es energía empieza desde una llama para mí”.

Frente a las cartas de los restaurantes que destacan el proceso de ahumado y quemado de diversos platos, Desseno recalca que “la llama es una técnica ancestral” y pone un ejemplo: “La famosa crême brulée, el postre francés, es una crema quemada y existe desde mucho antes que las frutas o las verduras quemadas de ahora. Hay un punto en el quemado, hay un balance con el que uno puede jugar cuando aprende a trabajar con las llamas. Una punta de bife con una crosta o alguna verdura que resiste más quemada que otra, como un boniato, es una cosa que se logra hacer a través de la práctica, con los años. Hubo cocineros que se hicieron referentes y con las redes sociales han despertado interés, y así cada vez más gente ha empezado a cocinar con hornos de leña y se ha atrevido. Mis dos restaurantes son con fuegos y puedo decir que es una gran satisfacción y un gran sacrificio. Uno tiene que encontrarle el sabor, porque no es lo mismo llegar y tener la leña mojada que prender el gas. Me gustaría que con este programa nos vaya bien desde lo social, que comunique y entretenga, que pase lo mismo que en mis restaurantes: que la gente se vaya contenta”.

Para anotarse: https://www.teledoce.com/programas/fuego-sagrado/convocatoria-abierta-para-fuego-sagrado/