Ligar mal es, por ejemplo, dedicarse al turismo y que decreten una pandemia. Nadie se mueva. Pero lo que es tener puntería para el contratiempo es integrar además el sistema teatral. Telón.

Hace más de tres décadas que los espectáculos forman parte de la vida de Miguel Römer, aunque cuenta que siempre se apoyó en otras actividades, como los viajes, para consolidar un presupuesto. Cuando vio que el Esperando a Godot que pensaba montar en el Sodre podía esperar sentado, tomó (seamos completamente literales) la sartén por el mango. “Quedó todo muerto, así que decidí que por unos meses iba a probar con las tortillas”, apunta.

La primera semana cargó la chismosa con cinco kilos de papas, le pidió a su hija que le diera un curso rápido de Instagram, y se mandó. Dice que frente a los informativos que mostraban metrópolis desiertas, se acordó de Ciudad Gótica e imaginó a un superhéroe, un salvador cuyo único poder fueran sus delicias babé (es decir, jugosas).

“Era algo absurdo, pero me pareció que estábamos viviendo un tiempo absurdo y que algo así podía funcionar. Tenía certeza de que si la probaban, iba a andar”. Confiaba en el plato, pero necesitaba distinguirse en la marea de emprendedores igual que una vedette en una marquesina. E inventó a Tortiman, el cocinero enmascarado: le buscó una imagen con un diseñador y escribió la historia del personaje, que se entrega en la caja junto con el primer pedido. Por eso no le cuesta encontrar puntos de contacto entre la producción teatral y la escalada de bolsas de papas que fue transmutando.

Foto del artículo 'Tortiman cocina “la mejor tortilla de Uruguay” y la lleva a domicilio'

Foto: Difusión

Se remontó a las revistas Fierro y MAD para crear un superhéroe pobre, “un individuo que en definitiva tiene dos personalidades: una brillante y exitosa y otra que es la de un tipo que está mal de la cabeza y la única forma de apaciguar sus fantasmas es haciendo tortillas en la madrugada. Después tiene un ayudante, el señor Miguel, un cincuentón que se quedó sin trabajo y recorre la ciudad llevando sus tortillas”.

Römer agrega que a nadie le importa la vida de ese personaje secundario. El teatro lo acompaña desde producciones como Te casarás en América, la primera puesta teatral de Mariana Percovich, coescrita con ella, o los comienzos de Roberto Suárez y César Troncoso, hasta títulos de temporadas recientes como Tom Pain, con Rogelio Gracia dirigido por Lucio Hernández. Pero es otro terreno.

Así que para salir al ruedo con su comida procuró que lo siguieran algunos referentes gastronómicos y de los medios: la cocinera Ximena Torres, el antropólogo Gustavo Laborde, el conductor Diego González, la crítica y sommelière Marcela Baruch, entre unos cuantos paladares menos notorios. “Ahora se les llama influencers, pero en el mundo del marketing siempre se les llamó prescriptores. Quise hacer una estrategia como hacen los laboratorios con los visitadores médicos”, relata. Los convidó uno a uno y como una batiseñal, el runrún de las tortillas llenó de pedidos a Tortiman. La segunda semana volvió de la feria con 15 kilos de papas y al mes estaba yendo al mercado con bolsas de 25 kilos.

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Si bien Römer tiene ascendencia polaca, en su casa, como en la de cualquier uruguayo, se preparaba la tortilla al modo local, cortando las papas en cubos, recalca. Cuando le tocó vivir algunos años en Barcelona pudo comparar versiones hasta cansarse, aparte de observar en detalle cómo procedía una abuela política gallega, para más denominación de origen, nacida en Lugo. La audacia y la paciencia del superhéroe en ciernes trataron de “atrapar esos sabores que acá no se encontraban”. Tortiman hace únicamente tortillas de papas: la principal lleva cebolla y ajos confitados; tiene además una con cantimpalo y morrón, otra de papas y boniatos, otra con morcilla salada, una más con jamón crudo y la semana pasada sacó una con puerro, panceta y vino blanco.

“No contaba con la voracidad con la que crecen las cosas en Instagram”, reconoce este cocinero, que hace años supo tener una panadería en el Centro. La cartera de clientes ronda entre 700 y 1.000 familias y ya superó el centenar de kilos semanales. “Trabajo solo en una cocina compartida con otros emprendedores, con una empresa unipersonal, y vivo de esto, que me encanta”, asegura. Hora de nombrar la kryptonita de Tortiman: de tanto pelar y cortar, de tanto sartenear y repartir, esas manos mostraron su agotamiento. Munido hace pocos meses de freidoras de baja temperatura, pelapapas y cortadora automáticos aparte de una envasadora, ahora disfruta sin penar como un condenado.

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Lo que sigue, a su tiempo, es encontrar la manera de sacar los mismos productos en otros formatos y quizás sumar ayuda y fuentes de empleo. “Llevo meses haciendo experimentos para poder hacer una línea de congelados, sin que los cristales rompan la estructura de la papa, y con ayuda de un químico amigo lo logré. También hay pequeñas cadenas que me han pedido tortillas cerradas al vacío. Y pienso en agregar algún gusto más, quizás haga un pan artesanal para acompañar, pero seguir siendo Tortiman, el superhéroe de las tortillas”.

Tortiman. En Instagram @TORTI.MAN o Whatsapp 094 470 065, de martes a sábado (hay que hacer el pedido con un día de anticipación). Entrega a domicilio. Hay dos tamaños de tortillas: las chicas van de $ 430 a $ 610 y las grandes cuestan entre $ 800 y $ 1.200. El punto en general es babé, pero se puede personalizar.