No hay fritos ni carnes rojas y los vegetales se hacen valer en una carta en la que, sin embargo, no faltan proteínas (contando el pollo de campo y la pesca local, la bondiola y la mortadela con pistachos artesanales). Sirven brunch y se puede pedir todo el día. Tienen guiños veganos y comida sin gluten (pero aclaran que todo sale de la misma cocina). Las tentaciones dulces no son tímidas y hay una alacena con productos como granola, gin nacional, leche vegetal y pan dulce para llevar.

El diseño de Narciso Estudio hace de Flora un espacio en el que los azulejos, los frentes vidriados y las mesas de distinta forma y altura invitan a elegir la actitud. El nombre tiene que ver también con una cantidad de follaje que no es únicamente decorativo, sino un modo de ofrecer relax, y de paso sirve, en el caso del orégano y el apio, para sumar aromáticas o verdes propios a los platos.

Foto del artículo 'Flora, un oasis de comida equilibrada y deslices dulces entre Centro y Barrio Sur'

Foto: Rodrigo Viera Amaral

Como en casa

Los socios detrás de esta simpática cafetería son Florencia Ramírez, que venía de la industria química, de trabajar en la empresa familiar de productos de limpieza, y Maximiliano Araja, compañero de la licenciatura en administración y gerencia, quienes hicieron un análisis de mercado antes de tirarse al agua. En los bajos de un edificio entre Centro y Barrio Sur encontraron una superficie desocupada que transformaron en un negocio en el que las cocciones saludables (al hierro, al horno) y los postres golosos están permitidos. Para llevar a cabo la propuesta acudieron a las cocineras Martina Brazionis, que viene de trabajar en el parador La Huella, y Paola Clavería, y a la jefa de pastelería Sofía Rodríguez. Tiene una disposición de cocina a la vista y la carta es estacional, así que cambia seguido.

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Foto: Rodrigo Viera Amaral

“Era bastante jugado, porque era un local grande y no había mucha cosa en la vuelta en ese momento. Pero la estructura, pensada para un local gastronómico de 180 metros cuadrados, era bien lo que estábamos buscando”, recuerda Ramírez. “Salió que era propicio entrar y nos llevamos una sorpresa, porque la propuesta era novedosa para el barrio y para Uruguay; equilibrar la proteína, los vegetales y los carbohidratos, incorporar los fermentos; de cada viaje me traía una idea. Acá estamos muy acostumbrados a lo tradicional, pero la verdad es que tuvo recepción y nos está yendo muy bien. Este es un punto en donde hay de todo un poco, muchas empresas y gente de paso. Capaz que querés comer algo más tranqui, y no había eso”.

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Foto: Rodrigo Viera Amaral

Sirven desayuno y merienda todo el día. Tienen jugos prensados en frío y cafetería completa, vinos, destilados y licores nacionales. La ensalada de verano (remolacha, verdes, queso brie, pomelo, frutillas, palta, cebolla colorada, tahini y frutos secos) cuesta $ 410, igual que la tarta del día (vegetariana, con masa de harina integral con lino). La cookie tibia rellena de dulce de leche con helado de banana casero es un postre para dos o tres que tiene una demora de 11 minutos, eso dice el menú, ya que se hornea en el momento, y cuesta $ 470. También hay ratatouille ($ 450), entradas como fainá (con cebolla encurtida, palta, garbanzos, alioli y salsa romesco) a $ 290, papas holandesas al horno a $ 320, hongos rellenos a $ 290 y burrata veggie a $ 350. Esporádicamente organizan cenas.

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Foto: Rodrigo Viera Amaral

En diciembre cumplieron un año, es decir que no sólo sobrevivieron a una plaza inestable en el rubro, sino que calculan que para agosto, aproximadamente, estarán listos para inaugurar Flora Mostrador Fusión, junto con la tienda de ropa Minot, en Solano García 2487 esquina Ellauri. Mientras tanto, siguen creando sinergia extra con la variada clientela mediante un intercambio de libros muy simple: se lleva un ejemplar y se deja otro.

Flora, en Canelones y Convención, abre de lunes a domingo de 9.00 a 20.00.