El Galpón cumple 70 años y decidió inaugurar su temporada con El padre, una movilizadora obra del dramaturgo y novelista Florian Zeller (París, 1979), que a los 22 años sacudió el panorama con su primera novela, Neiges artificielles (2002), y dos años después ya fue seleccionado para el Premio Goncourt con su tercer libro, La fascination du pire, a la vez que se imponía como uno de los nuevos dramaturgos contemporáneos.

A veces, una vida comienza a fragmentarse y son pocos los que logran comprenderlo. En 2012, Zeller escribió una farsa trágica sobre un tema complejo: un hombre viejo está enfermo y pierde la memoria, y a lo largo de la historia el público lo acompaña entre esa bruma de confusiones, lo escolta entre el adentro y el afuera de ese puzle imposible.

Esta es la primera vez que un texto de Zeller llega a la escena local (el único antecedente es de 2016, cuando la adaptación de Daniel Veronese se presentó por dos funciones en el teatro Solís), y lo hace a partir de la versión de los argentinos Fernando Masllorens y Federico González del Pino.

Héctor Guido cuenta que, cuando lo leyó, descubrió un tratamiento increíble de una temática muy compleja, ya que si bien aborda un problema social gravísimo, “la historia transcurre desde la perspectiva del que padece la enfermedad, cuando, en general, esa vivencia siempre se construye a partir del entorno”. Así, el autor trastoca el abordaje habitual con una narración en primera persona, y a medida que se manifiestan los trastornos, en el escenario se suceden distintas vivencias: mutan los objetos, las personas, los rostros familiares, y el protagoniza “empieza a creer que alguien se quiere quedar con su apartamento, y que por eso lo están confundiendo. Y el espectador se indigna, porque lo que ve es eso que sucede dentro de su cabeza. De esta manera, Zeller decidió poner un espejo inverso para ver el drama”, plantea el director, y agrega que eso lo transforma “en algo divertido –en el mejor sentido del término–, porque se generan situaciones absolutamente absurdas. Por eso, desde el comienzo el autor la definió como una farsa trágica”.

Admite que una de las mayores motivaciones para desarrollar este proyecto fue el vínculo de hermandad que mantiene con Julio Calcagno, al que lo une una amistad de hace más de 40 años, y el rol que el actor ha desempeñado en la historia de la escena independiente: sus interpretaciones y su manejo de tantos medios expresivos, dice, han marcado al teatro nacional. Y, como en distintos países del mundo El padre se versionó con actores que se encuentran al final de su carrera (como los argentinos Héctor Alterio o Pepe Soriano), esto también se convirtió en un homenaje a las grandes figuras. En ese sentido, Guido reconoce que lo tentó “el hecho de que esta obra no dejaba de ser una gran oportunidad y un gran homenaje a Calcagno por todo lo que nos ha dado”.

El padre, de Florian Zeller, dirigida por Héctor Guido. Con Julio Calcagno, Alicia Alfonso, Claudio Lachowicz, Elizabeth Vignoli, Marina Rodriguez y Pierino Zorzini. En El Galpón. Sábados, 21.30; domingos, 20.00.