Si hay algo que nunca se discute es la concordancia ideológica entre forma y contenido en cualquier pieza de Mauricio Kartún. El niño argentino, que rescata la costumbre inverosímil del patriciado porteño de principios del XX de viajar con una vaca en la bodega del barco, le saca filo a esa escena delirante, explícitamente guaranga en la dramaturgia. Escrito en verso durante el conflicto del campo de 2008, subrayando gestos y displicencias de clase contrapuestos al lenguaje callejero, el retrato es político.

En Montevideo se conoció el montaje brillante, como el traje inmaculado del protagónico, con un entonces ascendente Mike Amigorena como el opulento malcriado que mandan a Europa para alejarlo de alguna macana, y Oski Guzmán como el peón de cría, junto a Aurora, la Holando rumiante. El triángulo que construye Kartún toma elementos del vínculo entre el payaso blanco y el Tony; es decir que ese trato obligadamente estrecho entre ricos y trabajadores es la parodia de una rutina de circo. Las relaciones de poder se reformulan durante los largos días de embarque, mientras que, debidamente acomodada en el trasatlántico, la clásica pampeana surte de leche fresca al inimputable niño bien. El abuso del animal es metáfora del país expoliado.

“Escribo siempre desde impulsos, y en el último tiempo mis impulsos son políticos. Mi cabeza está ocupada ahí, me cuesta pensar en otra cosa. Mucha angustia y mucho desconcierto. Me siento a escribir y la escritura es un lugar para ordenarme”, le confesaba Kartún, una década atrás, a Mercedes Halfon, en Página 12. “No creo en ese compromiso que hace poner por delante una idea a la creación misma. Me sucede al revés, el acto de creación me arrastra a mis ideas”.

El niño argentino, de Mauricio Kartún. Dirigen Virginia Marchetti y Álvaro Correa. En La Gringa (Galería de las Américas, 18 de Julio 1236 esquina Yi). Con Rodrigo Garmendia, Matías Vespa y Natalia Agosín. Localidades limitadas. Reservas al 29032744 y 098099010. $ 400.