Casi tres años pasaron desde que Gabriela Mirza y Santiago da Rosa entraron al estudio de grabación para sacar su disco debut Una bebeteca, en el que plasmaban el trabajo de varios años con bebés y lecturas, y cada canción tenía que ver con un libro que los autores interpretaron para ponerlo en clave de música. “Nunca habíamos grabado canciones propias y queríamos componer”, arranca Mirza para contar sobre De upas y trotecitos, que acaban de estrenar en plataformas de streaming y esperan poder publicar en forma física, aunque eso ya es una segunda etapa. Por ahora se consigue en Youtube, Youtube Music, Spotify, Soundcloud, Amazon Music y Deezer.

Grabaron en el estudio Bicho Eléctrico con Santiago Montoro en la mezcla y masterización, y contaron con el aporte del guitarrista argentino Pedro Rossi en la producción artística, a quien conocían por su trabajo artístico junto con Liliana Herrero. Se presentaron a los llamados para financiación de proyectos Ventanilla abierta del Instituto Nacional de la Música del Ministerio de Educación y Cultura y de este modo fue posible que Rossi cruzara el río y trabajara con ellos (pandemia mediante, el proceso fue un poco más complejo, pero finalmente pudo concretarse en un fin de semana intenso). Aunque, cuenta Da Rosa, imaginaban que el trabajo conjunto con el guitarrista dejaría muchas guitarras y arreglos con su sello, su intervención fue precisa y sutil: “Yo tenía la idea de que iba a tocar mucho, pero no fue así, salvo unos coros y alguna cosita más. Y en cuanto a los arreglos, le presentamos los nuestros y nos sorprendió porque hizo algunas pequeñas correcciones y nada más. Detalles que mejoraron sustancialmente lo que habíamos hecho, pero que al mismo tiempo mantenían casi intacto el original”.

El disco se compone de ocho canciones en las que la guitarra de Da Rosa arropa la voz de Mirza para contar historias pequeñas y cercanas, en las que se dibuja el entorno a la biblioteca El Sonido de los Libros, que la pareja sostiene en el balneario coloniense Los Pinos y que el año pasado se quedó sin local, por lo que esa búsqueda de uno nuevo donde instalarse los sigue manteniendo ocupados. Y viene a cuento el contexto porque, más allá de que es un proyecto que se sostiene por sí mismo, el trabajo se enraíza en la comunidad y en el día a día de la biblioteca, y en la vida a su alrededor.

La espera de un nacimiento, un bebé que se larga a caminar, otro que dirige las acciones con su dedo índice, caballitos que llevan niños al paso, al trote y al galope, un bebé que insiste en estar a upa, dejan escenas cotidianas en las que la música y el juego se hacen uno, en un recorrido por la cotidianidad de la crianza en clave gozosa, que se resume a la perfección en el título: de upas y trotecitos. “No sólo hay canciones de cuna. Se suele asociar a los bebés con las canciones de cuna, pero no es que siempre el bebé duerma o tenga que hacerlo, por eso también son canciones vinculadas con el juego y con otras vivencias”, advierte Da Rosa.

“Son historias cercanas, del entorno, pequeñas anécdotas que por supuesto modificamos, no fueron exactamente como están contadas allí”, cuenta Mirza. “La canción de Chula”, por ejemplo, recoge el juego ancestral de hacer cabalgar al bebé en la falda, recreada maravillosamente “ahora acá por el sur, campos y cielo azul”, y se dan cita los niños y bebés que frecuentan la biblioteca. “En el extremo opuesto de productos dirigidos que buscan que el bebé se entretenga solo, la idea es generar vínculo. El bebé no está solo, está con quien lo cuida, con sus padres, su familia. La idea del juego del caballito, entonces, es justamente que necesita de esa compañía para funcionar”, dice Mirza. Tan es así, cuenta Da Rosa, que al presentarlo en un CAIF, con restricciones pandémicas que impedían la presencia de los padres, “no alcanzaban las rodillas de las educadoras para aupar a los bebés: se volvieron locas acomodando de a tres bebés por pierna”.

La clave está en la sencillez tanto de las historias que son cercanas como de un entorno que acoge y del sonido que no invade y acompaña, en el que guitarra y voz se ensamblan con naturalidad y parecen provenir del mismo exacto lugar. Así, el timbó, la cruz del sur, el cardenal, bichos de luz, el agua del río, un guitarrero, las hormigas, el pasto y unos trompos de eucaliptos componen un universo que da la bienvenida al bebé que se espera en “Por el principio”, un mundo que se abre en amplitud a Kiyú, el Olimar, el Chuy, y que se define básicamente en el encuentro.

Fue una necesidad, porque la tristeza del adiós es también parte de esta historia, incluir la canción para Luisa, “Ronda para vos”. “Costó mucho escribirla, en un tiempo que no fue tan largo, pero sí lento. Fue un proceso, primero, poder hablar sin llorar, buscar un equilibrio, y sobre todo encontrar el lugar en el que tenía que ir en el disco”, cuenta Mirza. Esa despedida y homenaje encaja orgánicamente en el conjunto del disco, “una carta llora en la voz del viento: que no sea cierto”, y es la canción más difícil de cantar, que sin regodearse en el dolor condensa poesía y amor.

Importa seguir el orden de las canciones porque cada historia tiene su lugar en la escucha, hay un principio y un final en ese tejido vital que podría ser otro, pero es ese. Desde la necesidad, proyectada al futuro, de presentar al recién nacido “la llovizna y el viento” que “llevan y traen las flores que mañana traerás corriendo” hasta el guiño de “Urgente”, que pone el cierre en pleno paseo pueblerino, y pasando por los pinos que “prestan su sombra” a los pies de un pequeño que se lanza a caminar solo o un niño que insiste en estar en brazos “como un prendedor”.

Mirza y Da Rosa cuentan que se quedaron con ganas de seguir de largo en el camino de este disco. Y ya están pensando en otro, que en verdad es retomar un viejo proyecto con el que regresarían a esa comunión entre libros y música, dándole voz y guitarra a poemas de Mercedes Calvo. Será cuestión de esperar. Y para eso, nada mejor que escuchar estas canciones de a sorbitos y dejarse llevar.

De upas y trotecitos, de Gabriela Mirza y Santiago da Rosa. Se consigue en Youtube, Spotify, Soundcloud.