Desde hace ya un par de décadas, Halloween se ha convertido en una celebración anual por estos lares. Discutida y rechazada por foránea al principio, a pura costumbre, bastante marketing pero, también, por la brisa refrescante que significa ver grupos de niños disfrazados animándosele a la calle para salir a tocarles timbre a los vecinos para pedir caramelos, se instaló en el calendario.

Foto del artículo 'A puro dulce o truco: algunos libros para entrar en ambiente de Halloween'

La temática monstruosa, entonces, es la tónica de este fin de mes, y les proponemos una serie de libros que van por esos caminos de maneras diversas –una lista que, por supuesto, no se propone ni está cerca de abarcar la amplia gama de opciones, sino una posible entrada al tema–. Brujas, monstruos, zombis y fantasmas sean, pues, convocados.

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Primero, las brujas

Quizá el primer personaje que viene a la memoria sea la bruja Winnie (o Berta, según la traducción), de Korky Paul y Valerie Thomas, una serie que comenzó en 1987 con La bruja Winnie, que vivía en una casa negra, donde todo era negro, incluido su gato Wilbur. Jugando con esta idea de la oscuridad y el color negro predominante, se destaca Oscuro, muy oscuro, de Ruth Brown –aunque es difícil de conseguir en librerías, se puede buscar en bibliotecas–, que presenta una atmósfera inquietante que se sostiene sobre todo en la potencia de la ilustración y en un texto conciso que mantiene el suspenso.

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Es ineludible mencionar Las brujas, de Roald Dahl, en el que un niño y su abuela deben enfrentar a las mismísimas integrantes de la Asociación de Brujas de Inglaterra que se alojan en el mismo hotel, donde celebran su convención anual. Siempre vale la pena leer a Dahl, así que sirvan estas brujas como excusa.

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También las hay en la literatura infantil y juvenil (LIJ) nacional. Susana Olaondo incluye algunas en su obra: Violeta, la bruja que viaja en pan flauta y no se puede mojar, y Clorofila, una colega colorida que surge de la síntesis de una que domina el color negro y otra que reina sobre las cosas blancas, que vivían discutiendo. Por otra parte, Federico Ivanier y Juan Manuel Díaz pergeñaron juntos La Olimpíada de las brujas, en el que proponen una compulsa mundial de brujas en sus especialidades y plantean un juego de alteridades en el que se pone en cuestión quiénes son los buenos y los malos, y en el que las ilustraciones, con un trabajo magistral de la luz y la sombra, adquieren protagonismo al permitir al lector sumergirse en ese universo.

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Ubicándose en la zona de interrogación respecto de qué es una bruja, Luciana de Luca y Francisco Cunha proponen en Nunca vi una bruja una historia deliciosa en la que, lejos de cancelar el asunto que anuncia, la negación que aparece en el título se convierte en el leit motiv que oficia de hilo conductor y va planteando a lo largo de la trama un contrapunto con lo que ocurre a lo largo de las páginas –o lo que quizá ocurra, o lo que los lectores podríamos interpretar que ocurre–, que encuentra en la ilustración el vehículo ideal.

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Monstruos y contramonstruos

Es ineludible hacer referencia –aunque no tiene relación con el universo halloween– a Donde viven los monstruos, de Maurice Sendak, un libro que si no lo leyeron tienen que hacerlo lo más pronto posible. Y los de Sendak llevan a los que presenta David McKee en Tres monstruos. Ya en el Río de la Plata, se puede seguir con Queridos monstruos, de Elsa Bornemann. Y, si la cosa va de clásicos, no puede faltar a la cita Rufus, el murciélago que adoraba los colores, una historia de sorpresa y fascinación ante el desconocido mundo del día, de la mano del alemán Tomi Ungerer.

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En la LIJ nacional, Ruperto, de la mano de Roy Berocay, trajo monstruos también en Ruperto de terror, de 1995, uno de los primeros libros protagonizados por el sapo del arroyo Solís Chico, en el que un ser oscuro y alado asusta a los bichos del lugar y Ruperto deberá descubrir qué es lo que ocurre y, a un tiempo, desvelar y echar por tierra los planes al Señor Siniestro.

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Más adelante, uno de los autores de LIJ uruguaya que recorrería el camino de la literatura volcada al miedo es Sebastián Pedrozo, quien en 2009 con Terror en el campamento inició una serie que continuaría con Terror en la ciudad y Terror en la escuela; en esta saga en torno al escritor Tony Vedder también se inscribe La piel del miedo. Todos ellos tienen niños como protagonistas y se enmarcan en los códigos del género.

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En un tono completamente diferente, en plan exorcizar a los monstruos, Nico Barcia lanzaba en 2015 Mis espantajulepes, una galería de personajes monstruosos y singulares que eran presentados mediante una suerte de ficha y un poema. Entre el humor y la ternura, los 16 monstruos que componen el libro componen un bestiario en el que el asombro vence al horror, y que invita a inventar nuevas criaturas.

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Todas las criaturas juntas aparecen en Una cena monstruosa, de Meritxell Martì y Xavier Salomó. El lobo, la bruja, el vampiro, el ogro, la momia, el demonio, el pirata, el fantasma y el monstruo de debajo de la cama son invitados por el chef de Espárrago Podrido, un restaurante al mismo tiempo tenebroso y elegante.

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En un punto en el que confluyen humor, ternura y asco, con unas ilustraciones y una gráfica más que adecuadas, tiene el broche de oro de un último ser monstruoso con el que los lectores se identificarán de inmediato. Y si Germán Machado arriesga un vaticinio de futuro clásico, no seré yo quien le lleve la contra.

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Y de postre, fantasmas

Para traer a esos seres leves y siniestros propongo dos ejemplos de reciente aparición en editoriales de por acá. Alma fantasma, de Choca, plantea la desazón de estas criaturas en un pueblo donde ya no causan miedo, y las resignifica al poner al miedo a funcionar como telón de fondo en el pasaje de la quietud a una gozosa fiesta fantasmagórica.

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Por su parte, ¿Y si jugamos a que había un fantasma?, de Silvia Soler y Luisa Sabatini, cuenta “la fantasmal vida de don Amorfo, desde que lo dejaron abandonado en una isla repleta de mulitas y carpinchos hasta hace un rato nomás. Se supone que hoy vive en un altillo de la ciudad, pero la verdad es que se esconde en cualquier parte”. Esto les permite a las autoras proponer un libro que es también un juego, en el que leer es también buscar.

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¡Buuuu!

Este sábado a las 11.00, en su espacio habitual de narración oral en francés y en español a cargo de Niré Collazo y Jacques Delabre, la Alianza Francesa (Bulevar Artigas 1271) invita a comenzar a celebrar Halloween con una selección de “cuentos de fantasmas y espantos”, tan esperados por los pequeños como por los grandes. La entrada es gratuita y se recomienda inscribirse en la web o el Instagram de la institución.

Castillo encantado

El Castillo del Parque Rodó (Julio Herrera y Reissig y Gonzalo Ramírez) va a estar abierto el lunes de 18.00 a 21.00 para un Halloween muy especial. A las 18.30, las autoras Silvia Soler y Luisa Sabatini presentarán su libro ¿Y si jugamos a que había un fantasma? con una propuesta lúdica. Luego, a las 19.30 y a las 20.00 se exhibirá “Espíritu burlón”, uno de los capítulos de la serie Ernesto el exterminador de los seres monstruosos (y otras porquerías), basada en la novela de Roy Berocay. La entrada es gratuita y para todo público.