Entre fines de 2022 y comienzos de 2023 las intendencias de Montevideo (IM) y Canelones (IC) organizaron eventos musicales gratuitos que apostaban a la diversidad en la conquista del gran público y que se continuarán, al menos, durante la primera parte de 2024.
El asunto empezó el fin de semana del 17 y 18 de diciembre de 2022, cuando se desarrolló Montevideo Late en la rambla de Punta Carretas, con las actuaciones de No Te Va Gustar y La Vela Puerca. Mientras tanto, entre enero y febrero (más un fin de semana de abril) hubo varias presentaciones en el marco de Canelones Suena Bien, con artistas como Jaime Roos, Buitres y Ruben Rada.
Ambas iniciativas confirmaron su regreso para la temporada siguiente, con Montevideo Late concentrándose un solo día (el 16 de diciembre) y Canelones Suena Bien “lanzando” su temporada el 29 de octubre en el parque Roosevelt y programando tres fechas más el 30 de enero, 1º y 3 de febrero.
No ha escapado a la oposición que en ambos casos se trata de iniciativas promovidas por las administraciones departamentales de Carolina Cosse y Yamandú Orsi, que se encuentran en una cerrada competencia por la candidatura presidencial del Frente Amplio. Sobre la organización y la coordinación de estos festivales se expresaron Federico Graña, director de la Asesoría de Desarrollo Municipal y Participación de la IM, y Gustavo Berriel, director de Producción Cultural de la IC.
Los orígenes
Graña explicó a la diaria que en los últimos años hubo una “revalorización del espacio público”, tanto de la administración como de la gente. “Hay una decena de espacios públicos recuperados de gran porte y con mucha infraestructura, y discutiendo mucho con Carolina vimos que eso era como un escenario, pero faltaba el contenido”.
Lo que comenzó como un cierre del año de programas como ABC Deporte empezó a crecer. “En la preparación se nos empezó a ir de las manos. Confirmaron bandas importantes y ahí escalamos a un festival y empezamos a discutir cuál sería su característica”. Sabían que tenía que ser gratuito y sabían lo que no tenía que ser: “No era un festival temático, no era el Montevideo Rock. Era un festival que llamaba a la convivencia, a la diversidad; la grilla tenía que ser lo más diversa posible, con distintos estilos, para celebrar la diversidad también arriba del escenario. Hablo de la diversidad cultural. Y en ese escenario fue el primer Late”.
Berriel también recuerda los comienzos de Canelones Suena Bien. “Canelones hace un montón de fiestas por año. Entre las de la Intendencia, los municipios y privadas en las que participa, son 400 fiestas al año. Nos parecía que faltaba un festival más de playa, de verano, aprovechando la costa de Canelones y toda la gente que va. Lo hablé con Yamandú y le dije que faltaba algo bien identitario, pero en la costa. Algo bien producido, bien armado, de nivel internacional”. También se refirió a la elección de los contenidos. “Intentamos que en primer lugar sean paritarios y en segundo lugar que siempre haya un artista de Canelones”.
La continuación
“Como cualquier acción, siempre la proyectamos a futuro, pero no sabíamos si iba a ser efectiva. Vos lo hacés; si es efectivo, podés profundizarlo y si no lo es, tenés que recalcular, rediseñar y plantear”, reflexionó Graña. “Siempre estuvo la posibilidad de reeditarlo, y creo que esta edición lo consolida”. La idea fue cimentar un “festival de la ciudad” centrado en la diversidad más que en los estilos musicales. “Esa es la diferencia con respecto a la administración anterior”, dice en referencia al gobierno departamental del también frenteamplista Daniel Martínez, “tratar de que todos los estilos convivan en un espacio”. Según Graña, hubo resistencia de parte de “gente que cree que los festivales son sólo festivales de rock”, pero apostaron por otra cosa. “La gran mayoría de la población es muchas músicas, por decirlo de alguna manera. En ese escenario, creo que lo que busca Late es eso”, afirmó.
“Cuando lanzamos aquella primera edición, yo dije que el festival llegaba para quedarse”, recordó Berriel. “Lo pensamos para que fuera una marca que quedara, y viene funcionando bien. A esta segunda edición le agregamos el festival de todo el día, aprovechando que el Roosevelt está divino y es de la Intendencia”, explicó. “Y en la costa optamos por tener un lugar específico: la Manzana Cero de Atlántida, para darle la importancia que se merece. Tenemos un lugar que está bueno, que tiene condiciones, donde 20.000 personas ven perfectamente y escuchan bien, con una rambla grande en la que vamos a hacer una feria de foodtrucks y emprendedores”.
Las fechas de Canelones Suena Bien se concentran en una semana para que el público pueda decidir a qué fecha ir, o quedarse todos esos días. “Centrar el Suena Bien en el parque Roosevelt y en la Manzana Cero de Atlántida es darle esa identidad que le queremos ir dando. La Fiesta de la Torta Frita sabés que es en la ciudad de Canelones, La Empanada y el Vino es en Progreso, La Uva y el Vino es en Las Piedras. Y el Suena Bien se hace en Atlántida o se hace en el Roosevelt”.
El otro
Consultado sobre Canelones Suena Bien, Graña dijo que su opinión es “la más positiva posible”. “Todo lo que mueva actividades culturales es una apuesta necesaria para la ciudadanía. En eso soy muy lorquiano; está bien que la gente coma, pero también que sepa. En ese escenario, que haya eventos de disfrute, sin duda. Son distintos los modelos. Nosotros vamos a una actividad sola y ellos se centran mucho en el verano. Son a veces de uno o dos artistas, pero tienen un bloque y uno tendría que leer el festival como todo ese bloque. Hemos hablado alguna vez de las acciones, pero no hubo una coordinación directa. Lo que sí hemos hecho es no pisarnos. Claramente, hay un trabajo de complementariedad”.
“Tienen sus diferencias y sus puntos en común”, dijo por su parte Berriel sobre Montevideo Late. “Se articula el tema de los artistas y el no pisarse las fechas. Se le busca la vuelta y se llega a un acuerdo. Por ejemplo, el nuestro fue en octubre, y ahora a fines de enero y principios de febrero. La idea es no pisarnos porque, más allá de que habría público para todo, usamos muchas cosas en los dos: proveedores, audio y luz, todo. Eso mueve mucha gente”. En la producción directa del espectáculo del Roosevelt, Berriel calcula que trabajaron unas 500 personas. “Eso es lo que a nosotros también nos encanta remarcar: todo lo que se mueve y todo lo que generan estos eventos masivos, más allá de la democratización de la cultura y demás. También el trabajo que genera es un montón”.