Ema y las abejas es el primer libro en el que las autoras trabajan en colaboración, pero la conexión entre texto e ilustración deja adivinar una gran sintonía de lenguajes entre ambas. Podría decirse que todo está en la tapa: tanto en el título que no deja dudas sobre lo que podremos encontrar a lo largo de las páginas, como en la ilustración de portada, que da relevancia a los ojos de la protagonista, que rebozan curiosidad, y al revoloteo de unas cuantas abejas alrededor de su cabeza, atraídas quizá por el pelo del color del polen, o sugiriendo nuevas preguntas.

Publicado en Estados Unidos por la editorial Syncretic Press, que construye un catálogo de literatura infantil en español para aquel extremo del continente, Ema y las abejas es un libro que cruza los géneros; centrado en las abejas y en el enjambre de preguntas que provocan en Ema, tiene dos partes bien diferenciadas: un cuento y un sección de información sobre estos insectos, que se integra a la ficción bajo la forma de una investigación desarrollada por la protagonista. Si bien en el cuento aparece información sobre las abejas, esto no desvirtúa su carácter literario, y es un acierto haber volcado a la segunda parte de investigación un montón de datos de diversa índole que se organizan en torno a preguntas y bloques temáticos.

Un hecho inusual irrumpe una tarde en la cotidianidad de Ema, en ese espacio de silencio, de libertad y de nada que ofrece la hora de la siesta mientras los adultos –en este caso la abuela– duermen: el vecino apicultor trabaja con las colmenas. Pero nada de esto se cuenta de esta manera lineal y tosca, sino que llegamos hasta allí de la mano de Ema y a través de su mirada. Mórtola (La ventana de papel, Cuentos de disparate y terror, ¡Sim sala bim! Tres palabras mágicas, Estrafalarius, postales de una vida, Jardín ambulante parece viajar a su propia infancia en los personajes niñas que habitan sus libros, a juzgar por la facilidad con que se mete en el modo infantil, en el acercamiento poético, en el asombro y el arrojo con que sus personajes se manejan. Ema desborda curiosidad y libertad en su manera de preguntar, y el cuento, que va en un vaivén entre el diálogo entre la niña y el apicultor, y las reflexiones y la imaginación de ella, también se abre en preguntas y posibilidades que sólo se sugieren y quedan picando en ese “pero no” con el que la narradora va y viene, y regala posibilidades.

Astronautas, jíbaros, osos y extraterrestres, y mucho más, son posibles en esta historia de tres personajes; la abuela, aunque sólo aparece en la mención recurrente y amorosa que la niña hace de ella, es un personaje activo en la medida en que ese vínculo privilegiado de la abuelez aparece como sustento de la curiosidad de Ema. El trabajo de Franco (Caraclasa, de Magdalena Helguera; Historia de un beso, de Sebastián Pedrozo; El señor de las baldosas, con Laura Chalar; Mario Benedetti para todos; Pájaros, con Natacha Ortega es certero no sólo en la sensibilidad con que interpreta la mirada de la protagonista, sino en contar mediante la ilustración ese constante vaivén de la imaginación a la realidad vista por el tamiz de los ojos de Ema, en enfocar y desenfocar, en los encuadres a veces sorprendente, y en una atenta lectura entre líneas del texto, alejándose de la linealidad porque parece ubicada en el centro de este.

En la segunda parte, “Investigación sobre las abejas”, que se presenta con la firma “por Ema”, se mantiene el tono aunque es claro el cambio de registro. Estructurada por temas, aborda por qué las abejas están en peligro, cuál es su papel en la polinización y, por ende, en la vida en la Tierra, los productos que se puede extraer de la miel, una receta, usos lingüísticos relacionados con estos bichitos.

En resumen, Ema y las abejas es un buen acercamiento a estos insectos fascinantes desde una mirada doble –envuelta en palabras en un cuento y provista de muchos datos en una breve investigación– que, de una y otra forma, abre posibilidades de imaginar, de seguir preguntando y seguir averiguando.

Posibles links

» Mucho más que miel. Abejas del Uruguay, de Belén Branchiccela, Estela Santos, Sheena Salvarrey, Karina Antúnez, Natalia Arbulo, Elis Montagne y María Leguizamón. De lectura fundamental para quienes queden enganchados con el tema de las abejas, este libro –y eso explica el carácter coral de la autoría– surgió de la inquietud de un grupo de científicas que se embarcaron en escribir sobre su objeto de conocimiento dirigiéndose a niñas y niñas. Como relata Leo Lagos en la reseña en la sección Ciencia, tomaron esta decisión, “por un lado porque considerar que para lograr ‘los cambios medulares’ necesarios en la sociedad, como en este caso, el de respetar el papel de los polinizadores, es central ‘poner las energías en los niños’. Y por otro, porque [...] ‘a la hora de pensar en la divulgación de ciencia, el trabajo con chiquilines es lo más gratificante’”. Este libro no se adquiere en librerías, sino que se consigue escribiendo a [email protected], donde se puede solicitar tanto una versión en PDF gratuita como una versión impresa que en el caso de maestras y educadores se envía también de forma gratuita. En el caso de que querer adquirir el libro, se pide una colaboración que permitirá imprimir más, que serán obsequiados a escuelas públicas.

» A viajar, semillas, de Lorena Ruiz. Este libro de la editorial argentina Periplo no habla de abejas pero sí de la manera en que se reproduce la vida vegetal, con unas ilustraciones potentes y hermosas, que juegan con la doble página y una paleta de colores que nos instala en el bosque o la pradera; y unos textos en los que la información sobre las diversas maneras en que viajan las semillas es poesía y conforma un texto en el que viajamos, como las semillas, de un árbol a otro. Al reseñarlo, hace unos meses, decía: “Hay en las páginas de ¡A viajar, semillas! la fascinación por la maravilla de la vida en algo tan pequeño que lleva en sí la magnificencia de árboles enormes y fuertes, y de esa tenacidad que hace que una y otra vez el ciclo se repita para mantener las especies. Hay un mundo representado, con una geografía y un sentido de la colaboración entre unas especies y otras, entre unas fuerzas y otras, y un ritmo que, desde una suerte de estribillo –“dentro de un tiempo, van a brotar”– acompaña el crecimiento y la transformación para que cada semilla devenga árbol. Hay, también, información específica sobre cada árbol y su particular manera de esparcir su simiente, pero esta, siendo central, consigue ser vehículo de literatura y no lo contrario”.

Ema y las abejas, de Virginia Mórtola y Lucía Franco. Syncretic Press, 2022. 50 páginas. $ 890. Está disponible también en inglés y se va a presentar el 15 de abril en el Jardín Botánico.