Leo Lagos, no es novedad, es un compañero de esta redacción que se encarga de la edición de la sección Ciencia, donde recoge y ofrece a los lectores investigaciones en curso y un abordaje integral del universo de la investigación y el conocimiento científico. También ha publicado, junto con su hermano Roberto (Tito), bajo el nombre Hermanos Lagos, dos libros para niños protagonizados por dinosaurios y gliptodontes, en los que aúnan el interés por contar historias con otra de sus pasiones, la música: Tik, el dinosaurio que cantaba rock, en 2018, y Monforte el gliptodonte, en 2021. Por su parte, Eduardo Sganga suele ilustrar para la revista Gigantes y tiene una trayectoria en el ámbito de la literatura infantil y juvenil, que incluye Estrafalarius. Postales de una vida, de Virginia Mórtola (2021), Curiosidades del Uruguay, de Carlos Pacheco (2022), y Fermín el genio, de Karina Macadar (2023).
En Dinosaurios y otra fauna fósil del Uruguay, Lagos da un paso en poner a dialogar ambas facetas en un libro que publica el sello Altea junto a Paleodetectives y que no tiene nada que envidiarles a otros de temática similar provenientes de países con mayor tradición en esta categoría de libros para la infancia, que se conoce como “libros de información”. Desde el color del papel que refiere a las antiguas enciclopedias hasta una edición de gran cuidado en cada detalle, con una ilustración que se inscribe en la corriente naturalista, todo el libro es una oportunidad de conocer el universo de la fauna que habitó hace muchísimo tiempo nuestro territorio.
Si bien el de los libros para niños basados en contenidos científicos es un terreno poco explorado en Uruguay, ya habían abierto camino experiencias como la de la editorial +Cerca, dirigida por la escritora Silvia Soler, que publicó junto a la editorial Banda Oriental Tierra de dinosaurios. Temibles animales que vivieron en Uruguay, un trabajo conjunto de Matías Soto, Soler, Pantana –el ilustrador Sebastián Santana– y Renzo Vayra (2016), El viaje que cambió la ciencia. Las aventuras de Darwin en el Río de la Plata, de Anita Aisenberg, Soler, Marcelo Casacuberta, Pantana y Vayra (2018), entre varios otros títulos.
Una de las virtudes de este libro es que linkea con otras fuentes o publicaciones. Esto lo hace por dos vías: por un lado, mediante los códigos QR que aparecen en la página legal, que conducen a los videos de las dos temporadas de la serie Paleodetectives en Youtube; y con la revista Gigantes, en cuya colección se puede consultar la sección de Paleodetectives. Por otro lado, al final de la publicación, Lagos presenta a los 19 paleontólogos que han trabajado en las investigaciones relacionadas con la fauna descripta, así como breves reseñas de los mencionados trabajos científicos. De esta manera ubica la información en un contexto actual y dinámico, la saca del terreno acabado y estático de la página impresa para acercarla a la experiencia de los lectores.
No hay mucho de científico en la afirmación de que a los niños les fascinan los dinosaurios, pero la observación permite decirlo sin muchas dudas y no es difícil entender por qué. Unos animales tan grandes que no es fácil imaginarlos, extintos, que vivieron en la Tierra en un tiempo tan lejano que tampoco es fácil precisarlo. Si bien el libro de Lagos y Sganga no se restringe a estos gigantes prehistóricos, su mención en el título los convierte en un innegable llamador.
Pero el contenido de estas páginas excede ese universo y abarca también, en sus correspondientes capítulos, aves, reptiles, insectos, peces y mamíferos, y explica qué son los fósiles. Lo que tienen en común es que caminaron por estas latitudes hace muchísimo, y Lagos los presenta en textos amenos que permiten el acercamiento al tema sin que resulte árido, demasiado técnico o inabordable, pero, al mismo tiempo, rico en información que, justamente, se basa en lo que ha ido recolectando en su trabajo en el periodismo científico. Las ilustraciones, que incluyen mapas y dibujos a escala que permiten comparar tamaños con una figura humana, permiten apreciar el aspecto de cada especie e imaginarla en contexto y en acción.
Es una oportunidad de asomarse a un área de conocimiento fascinante desde una perspectiva de cercanía. “¿En serio este dinosaurio vivía en Tacuarembó?”, me preguntó alguien con asombro a la primera hojeada del libro. Y hay mucho de valioso en esa bajada a tierra de poner atención en unos fósiles que se encontraron acá nomás, y, por supuesto, los que seguramente estarán a la espera de ser descubiertos y estudiados.
Dinosaurios y otra fauna fósil del Uruguay de Leo Lagos y Edu Sganga. 70 páginas. Altea/Paleodetectives, 2024. $ 890.