Las cosas maravillosas, un unipersonal agridulce que ponía en práctica un formato levemente interactivo, involucrando a la platea en el espectáculo sin cohibirla al leer en voz alta una lista de razones por las que vale la pena vivir, es la referencia inmediata sobre el dramaturgo inglés Duncan Macmillan. El fundador del colectivo Los Apáticos figura otra vez en la cartelera local con una obra de estructura bien distinta, aunque con un tema en común: la salud mental.
“Él dice que tomó conciencia de que en la cultura popular, el cine, en general, la figura del adicto se trata como una víctima marginal o como personaje de lecciones morales o se lo rodea de glamour, como pasa con los cantantes de rock, pero que pocas veces se habla de la realidad de la adicción, de lo que implica para la gente que los rodea y para ellos”, apunta Margarita Musto, directora de Personas, lugares & cosas, que estrena este sábado en El Galpón.
La autenticidad en las escenas, según Musto, se logra desde la comprensión, “porque el centro de lo que está cuestionando es la recuperación, que es, como decían los Beatles, a long and winding road, un camino sinuoso y largo”. No es falta de voluntad, recalca. “Si fuera eso... Lo que te ofrecen las drogas es enorme, gigantesco, poderoso, en un mundo que Zygmunt Bauman genialmente definió como líquido, que te coloca en un estado de inestabilidad permanente, que te lleva a esa ansiedad que, por supuesto, para descansar, te manda a tomar pastillas”, plantea sobre el móvil y el contexto de la pieza.
“Tiene muchos elementos tecnológicos, videos, sonidos, y a mí en general me gusta más el teatro concentrado en la figura y la información que dan los humanos”, contrasta. Son condiciones que conllevan la obra, que tiene que hacer dialogar con su convicción de que “cada cosa que ponés en el escenario, cada cosa que pasa, te va haciendo avanzar el cuento”.
Hay dos puntos de vista en la historia: el presente de la protagonista, una actriz llamada Emma, que entró en crisis en plena función y fue internada en rehabilitación, y a su vez los momentos en que estaba con la percepción alterada. Los rubros técnicos cumplen la misión de hacer visible lo que sucede en las paredes o con los sonidos bajo los efectos de las sustancias.
Entre expedientes y diagnósticos
Para Musto, lo más rico del proceso fue explorar la realidad de quienes están en contacto con los temas que plantea la obra, desde el lugar que sea: “Milton Romani, psicólogo y exsecretario de la Junta Nacional de Drogas, cumplió un rol esencial acercándonos materiales, hablando sobre comportamientos psicológicos y tratamientos. También ofició de nexo con Marcelo Aprile, terapeuta que nos acercó a su clínica de rehabilitación. Pudimos apreciar, entender y valorar la acción que cumple el trabajo grupal en la recuperación. Crear un espacio seguro, de escucha, donde se oye sobre ‘honestidad’, ‘no juzgar’, ‘enfrentar la verdad’, ‘apoyo emocional’. Cuando salís te das cuenta de que esos conceptos quedan resonando como carencias en nuestra forma de vida”, dice agradecida.
El elenco (Camila Durán, Sebastián Serantes, Levón, Lucía Rossini, Guadalupe Pimienta, Marcos Flack, Giuliano Rabino, Marcos Acuña, Anael Bazterrica, Silvia García y Lucil Cáceres Roca) cuenta con el respaldo “brutal” de Levón, un colega y amigo muy cercano a Musto, que estuvo desde el primer espectáculo que dirigió, Blackbird, en 2011. “Levón, Levón, Levón”, responde Musto sobre el artista, que el domingo se atrevió a una función sin ensayo de Casting Lear, en el marco del Festival Internacional de Artes Escénicas, y se ganó una larga ovación de pie. “Él es genial. Es uno de los actores más singulares que tenemos. Tiene una energía muy especial y acá hace un trabajo fantástico”.
Hace dos temporadas codirigieron Ante la jubilación, de Thomas Bernhard, que Levón también interpretó. “Lo que buscamos es completamente diferente pero tenemos un entendimiento profundo”, asegura Musto, y eso trasunta la escena. “La creación artística es como la huella digital: cada una es diferente. Él tiene una visión más de juego en el teatro; yo tengo una cosa obsesivamente profunda para ver qué muestro. Son distintas formas para llegar”.
Margarita Musto.
Foto: Difusión
Actriz, traductora y directora, Musto suele eligir asuntos comprometidos. En un derrotero que la llevó a participar en hitos del teatro contemporáneo, como Rompiendo códigos, y en producciones audiovisuales que significaron un mojón, como Los Tres y Pepita la pistolera, cultiva una inclinación hacia el teatro “basado en hechos reales” desde que se reveló como dramaturga con En honor al mérito, hace 25 años, donde reconstruía el asesinato de Héctor Gutiérrez Ruiz y Zelmar Michelini. “Me gusta el teatro documental, sobre todo cuando mostramos cosas que no se pueden creer, que están pasando y que no son ficción”, señala.
“Tuve alguna consecuencia velada, con mi entorno, por no cuidarme, porque siempre hay cierto peligro. No es que quiera inmolarme ni que me sienta una militante, como tanta gente que convivió con nosotros, que se la jugó de determinada manera. Me atrae saber y esa zona más oscura en la que me gusta mirar, es porque tenemos un malestar enorme como sociedad. Muchas veces veo más cerca a la novela que a las obras de teatro de interpretar los momentos más contemporáneos. Me pasa con un director que me encanta, polaco, Krystian Lupa, que ha hecho adaptaciones de mil novelas. Hay veces que encaran más los problemas emergentes. El teatro es más lento para eso. Entonces, me apasiona la investigación también”, dice.
En su cosecha reciente está Las actas, que en 2022 escribió y escenificó en el Circular, con la Comedia Nacional, tomando las declaraciones que el coronel retirado Gilberto Vázquez diera en 2006 ante el Tribunal de Honor después de haber sido detenido luego de su fuga del Hospital Militar.
El año pasado, nuevamente con el elenco oficial y en coproducción con FUTI, pero entonces en el teatro Victoria, Musto presentó una serie teatral que trasladaba lo que sucedía en un juzgado de familia. “Cuando hice Audiencias no podía creer el egoísmo de los padres con los niños, esa cosa de un amor propio exacerbado y lastimado, y que eso te lleva a pasar por arriba la fragilidad de los sentimientos y de los afectos de un niño, me resulta casi monstruoso. Creo que todos lo hemos vivido de alguna manera en forma cercana, de gente que se olvida de los demás”.
Creó Audiencias motivada por la lectura de la novela La ley del menor, de Ian McEwan. Pasaron años, Musto se reunió con Virginia Martínez, Inés Bortagaray, Ana Guevara y Agustín Banchero. Aunque la iniciativa fue ganando concursos, no se concretó como tal, pero se dio a conocer como serie teatral, una idea en capítulos estimulada por Gabriel Calderón.
Aunque un sector del público se concentra en el tema central de una historia, a Musto la convoca el tratamiento del asunto. También por eso aceptó actuar en piezas como Hijas e hijos, de Lucy Kirkwood (teatro Victoria, 2023-2024), donde los dilemas ambientalistas ingresaban al ámbito doméstico. Asegura que cuando ve una obra pero “los personajes no tejieron su destino”, es porque los pusieron “al servicio de ese cuento” que se pretende contar. “Pero cuando ves obras de autores como Shakespeare, como Chéjov, o ves Casa de muñecas, sos testigo de cómo esos personajes, por sus caracteres, por sus motivaciones, por sus necesidades, van tejiendo lo que pasa en la obra, metiéndose en una trama que termina a veces caminando hacia la desgracia”.
La exdirectora de la Comedia Nacional, una institución que considera “una joya” y de la que se declara fanática, agrega sobre sus pesquisas en la representación: “Voy a decir casi un lugar común, pero realmente busco en el teatro cómo hacer visible lo invisible que nos mueve. Y eso tiene una dificultad en la actuación, porque no puede ser obvio. Hay un juego donde vos, desde la ambigüedad de lo que está haciendo el personaje, te vas dando cuenta de que lo que se está diciendo no es lo que está pasando. Y nos obliga como espectadores a observar más, a colocarnos dentro del alma de la gente, dentro de ese interior que no enfrentamos”.
Personas, lugares & cosas. En la sala César Campodónico de El Galpón, los sábados a las 21.00 y los domingos a las 19.30. Entradas $ 600. 2x1 para la diaria.