En 2016 el Royal Court Theatre de Inglaterra en Latinoamérica llevó a cabo una serie de talleres para dramaturgos emergentes. Lo que Sebastián Calderón tomó como punto de partida para su investigación fue el envejecimiento poblacional en Uruguay y sus implicancias. Este año el equipo de Gerónimo investigó durante meses, tratando de esgrimir una posible solución a esta situación.
Desde su ingreso a la Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático en 2011, Calderón aborda el teatro desde distintos roles: a veces escribe, otras dirige, actúa e investiga. Hace tiempo que siente la necesidad de ligar su accionar teatral a esta zona del mapa. Piensa que muchos proyectos surgen de las preguntas más que de las respuestas y cree en la importancia de “buscarse problemas artísticos para jugar a descubrir sus soluciones” y en que “el camino hacia el camino ya es el camino”, como dice la escritora peruana Gabriela Weiner, presente el viernes en Montevideo para la Noche de las Librerías.
El texto de Calderón plantea un futuro cercano en el que la proporción de escuelas y de residenciales para ancianos asusta. Con un sistema de seguridad social basado en una realidad que ya no existe, jubilaciones pensadas mayormente para apenas sobrevivir, una población joven que cambió los hijos por mascotas y vende rifas para hacer el viaje del fin de la carrera que quizás no termine jamás, todo indica que algunos nos moriremos trabajando mientras otra parte de la población no halla necesario proyectarse en la vida. Los empleos duran lo que las ganas y se rota de carrera con el mismo criterio. Casarse y reproducirse ya no es un mandato, pero la consecuente libertad y un presupuesto que entonces para muchos no acucia tanto no siempre se toma como la oportunidad de desarrollar la vocación que generaciones anteriores no pudieron por ocuparse de la familia.
Mientras, gran parte de los jóvenes no llega a fin de mes y otros que sí, viajan anualmente en avión y cambian de auto cada tres años, pero la mayoría de unos y otros, decide no tener hijos. Todos sienten en algún momento la necesidad de pedir ayuda, pero en el mundo de Gerónimo, muy cercano a nuestro presente, ya no recurren a sus padres, que rozando los 60 tal vez están en su mejor momento profesional sin ganas de cuidar nietos; recurren, entonces, a sus abuelos.
Gerónimo dice buscar ser cada día la mejor versión de sí mismo, mientras da vuelta a la manzana con una caja de cartón que está seguro que un día será importante en su vida, y cuando se cansa, usa una silla de ruedas que lo auxilia en su casi única actividad diaria. También le interesa estudiar sobre Grecia, pero no cumplir un horario lidiando con estudiantes poco entusiastas que le piden que los ayude con la materia. Tomás Píriz está a cargo de esta composición, tan difícil como bien lograda.
Marcos Valls fue otro de los actores elegidos por Calderón para abordar esta historia, junto a Noelia Campo y Bárbara Strauss (ambas en excelente trabajo). Interpreta a un hombre de 75 años, casi 20 años mayor que él, para el que dice, tomó a su padre como referencia. Es uno de esos actores virtuosos; lo saben los que pudieron disfrutar del unipersonal que sigue recorriendo el mundo, Mono. Informe a la Academia, de Franz Kafka. Es uno de esos actores desmedidamente vocacionales, de los que experimentan auténtico placer sobre el escenario, que dice saborear desde mucho antes de subir, desde que sabe que va a pasar, porque hacer teatro es lo que da sentido a su vida. Lo que más le atrajo de Gerónimo fue el contenido, pero también la forma, afirma.
La obra alterna la realidad con los sueños de los personajes en clave de tragedia griega. Valls siente que resulta tan removedora para los artistas como para los espectadores. Le encantó saber que su autor viene trabajando sobre el tema hace ocho años y la obra es una muestra de que lo sigue haciendo: Valls siente que los actores siguen siendo, aun ya estrenada, parte de ese proceso de escritura que continúa en evolución.
Marcos Valls es padre biológico y de los otros: es de esos hombres que no sólo crían a los propios, sino también a los hijos de sus parejas y exparejas. Ve claramente que no sólo sus contemporáneos no son así, sino que “con las exigencias del presente, a quienes hoy están en edad de tener hijos no se les ocurre traer a nadie a este mundo. Porque apenas pueden con ellos. Esto redunda en esta preocupante baja de la natalidad mundial. Por eso esta obra tiene tanta actualidad, tanta pertinencia, además de tratar el tema de esta forma irreverente y divertida”.
Para el actor que hace el abuelo de Gerónimo, la tercera edad uruguaya es en muchos casos triste, está cansada, estancada. Es a veces facha por miedo, dice, y muchas veces pasa hambre o no tiene hogar: “Somos los que no se fueron a Paraguay”, dice, haciendo referencia al retiro elegido de José Gervasio Artigas.
Gerónimo, sábados y domingos de noviembre a las 20.00 en La Gringa (18 de Julio 1236). Entradas $ 500 en RedTickets, 2 x 1 para socios de la diaria.