Bryan compite con Maia. El partido es parejo; empieza ganando él, luego le gana ella, pero finalmente, a los diez minutos, Bryan llega a 11 puntos y el juez, Rodrigo, anuncia al ganador. Luego, ambos jugadores se sacan las vendas de los ojos. Así fue el duodécimo partido del Torneo Inclusivo de Showdown, un deporte que se juega con pala y pelota sonora sobre una mesa especial con bordes y porterías, similar a la del tejo; el objetivo es marcarle goles al contrario. La competencia es organizada por el Centro de Recursos para Alumnos Ciegos y con Baja Visión (Cer) del Consejo de Educación Secundaria (CES), y compiten personas con y sin discapacidad visual, como en ese partido en el que Bryan, estudiante del Cer con baja visión, jugó con Maia, alumna del liceo 17, que funciona en el mismo edificio que el Cer.
El torneo se dividió en tres partes: el martes jugaron, en la mesa cedida por la Mutual Uruguaya de Deportistas Ciegos, los estudiantes de la mañana, el miércoles lo hicieron los que concurren al turno vespertino, y el jueves fue la gran final. A pesar de que era una competencia amateur, se siguieron las reglas del deporte: ambos jugadores debían colocarse una venda negra en los ojos, totalmente opaca, para asegurar que no podían ver la pelota sonora que debían empujar con una paleta de madera –parecida a la de cricket– hacia el área contraria, bajo la pantalla central que divide la cancha en dos.
El objetivo principal de este tipo de actividades desarrolladas por el Cer es la integración e inclusión: “Al vendarse los ojos, cada uno se sensibiliza, porque se pone en igualdad de condiciones que el otro y esto le permite entender qué es lo que siente la otra persona. Desde ese punto de vista apuntamos a realizar estas actividades”, comentó a la diaria la coordinadora del centro, Beatriz Santiago. La docente entiende que una ventaja importante de este torneo “es la actividad física, que es fundamental y de por sí genera bienestar. Además, la fuerte presencia del aspecto lúdico también es muy buena, porque no es menor su desarrollo a la hora de la formación integral del individuo”.
Este torneo tuvo su primera edición en 2015, y recién este año volvieron a conseguir que les prestaran la mesa. El showdown es un deporte que se está empezando a practicar en Uruguay, aunque por el momento sólo hay tres mesas en todo el país; la intención, según cuenta Santiago, es que próximamente se convierta en un deporte paralímpico.
La hora del recreo fue el momento más exitoso para las inscripciones al torneo: la gran mesa llamó la atención de varios alumnos que se acercaron a ver qué estaba pasando. La intriga los llevó a jugar y, así las cosas, los participantes terminaron el partido con más de 26 compañeros que los alentaban. En ese momento se empezó a complicar el partido para los deportistas. El ánimo de los jóvenes, sumado al murmullo del recreo, entorpecía el único sentido del que se podían valer: el oído. Los jugadores tienen que escuchar el sonido que producen las dos esferas de metal que están adentro de la pelota, y atinar a golpear con la fuerza y puntería suficientes. Estudiantes ciegos, de baja visión y sin problemas para ver estaban juntos, atentos a ver quién hacía el próximo gol.